El Precio de una Familia

La Reacción de Koga

El cuerpo de Koga temblaba sin que él pudiera ejercer control alguno de ello. El joven no sabía que sentir a ciencia cierta; enojo, decepción, ira, dolor... todo eso y más se estaba mezclando en su interior.

Estaba furioso por lo que acababa de encontrar en esa carpeta. Quería gritar, reclamar, golpear a alguien o más bien golpear a Seiya, pero a la vez no estaba seguro de qué hacer.

De pronto la puerta de la oficina se abrió de golpe lo que hizo que Koga saliera de sus abrumadores pensamientos.

— ¡Koga! —exclamó Yuna al ver a su amigo— ¡Vaya que has tardado! Vine a buscarte porque Seiya bajó al jardín y tu no regresaste con él así que...

— ¡Ni siquiera menciones su nombre! —lanzó Koga colérico al escuchar el nombre del ex pegaso— ¡Ese maldito!

— ¡Koga! — dijo Yuna confundida — ¿Qué te sucede? —preguntó con preocupación la rubia que tenía los ojos abiertos de par en par de escucharlo hablar así.

Sin embargo él no le contestó y optó, cegado por su enojo, por salir corriendo fuera de aquella habitación.

— ¡Espera! ¡Koga! —le gritó Yuna corriendo tras de él.

Koga no supo como fue que bajó las escaleras, ni recordaba haber pasado por el recibidor y la sala... él sólo sabía que había llegado al jardín en donde para su mala suerte el panorama no hizo más que su enojo fuera en aumento: Seiya y Saori estaban sentados en la mesa, tomaban aparentemente el té y platicaban de algo bastante interesante a juzgar por las sonrisas en sus rostros.

El repentino arribo del muchacho junto con Yuna que iba detrás de él, llamó la atención de sus nuevos padres quienes giraron el rostro hacia los jóvenes, extrañándose por el semblante del pegaso.

— ¿Sucede algo, Koga? —preguntó Saori con voz suave viendo que la respiración de su hijo no era normal.

— Esto es lo que pasa —contestó el recién llegado alargando la mano, mostrándoles así el documento que había leído hacía unos minutos.

Cuando Saori se dio cuenta de qué era lo que su hijo les estaba mostrando se llevó ambas manos a la boca, Seiya por su parte se mordió el labio inferior, nervioso; conocía a Koga y sabía que lo que estaba por venir no sería nada bueno.

— Koga, esto tiene una explicación, mira... —comenzó Seiya optando por suavizar su voz.

— ¡No! ¡No quiero escuchar ninguna explicación! —bramó Koga

— Koga, déjanos decirte... —rogó Saori con un hilo de voz.

— ¡Esto que están haciendo está mal! ¿No lo entienden? —reclamó el joven sintiendo que su enojo hacia la pareja aumentaba cada vez mas—. ¿Cómo es posible que hayan llevado esto a ese nivel? ¡Están casados! ¡Y encima me han involucrado a mi en ello, adoptándome! —Yuna que presenciaba aquella situación apartada detrás de Koga, miró a los involucrados con los ojos muy abiertos. ¿A caso era posible lo que Koga acababa de decir...? ¿Saori y Seiya estaban casados? — ¡Eres Athena! ¡Su reencarnación! —le dijo a Saori viéndola a los ojos. Aunque Koga podía notar que en la mirada de su madre adoptiva se asomaban las lágrimas, él no podía detener todas las palabras que fluían de su boca— ¡Ella es una Diosa! ¡Esto está mal! —prosiguió el chico esta vez lanzándole una mirada fulminante a Seiya.

— Si me dejaras explicarte, entenderías —pronunció Seiya en tono conciliador.

— No quiero escucharte ni a ti, ni a Saori. Para mi todo está claro y no quiero seguir siendo parte de esta mentira —sentenció Koga y se dio media vuelta. El chico posó sus ojos en Yuna que respiraba jadeante debido al desconcierto que sentía—. Vámonos Yuna —y dicho eso la tomó de la muñeca y la jaló comenzando a avanzar a paso presuroso. La chica no opuso resistencia, sin embargo volteó a ver a Seiya y Saori. La rubia quiso decirles algo pero nada salió de su boca y lo único que atinó a hacer fue darles una mirada de desconcierto.