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Y ahí estaba Yeonjun a un paso de atravesar aquellas puertas transparentes del hospital. Le habían dado de alta y podía ir a casa, pero había un problema; tenía miedo.

— ¿Yeonjun qué sucede? – preguntó Soobin al regresar luego de hablar con el médico.

— Tengo miedo...¿y si vuelve a ocurrir? – sus ojos se cristalizaron no quería volver a ver al causante de su dolor – No quiero Soobin...no quiero – y comenzó a llorar tapándose con ambas manos.

Soobin lo abrazo y con calma fue quitando sus manos limpiando con paciencia las lágrimas sin prisa alguna mientras le sonreía y miraba a los ojos.

— Yo estaré contigo desde ahora – Yeonjun lo miro con algunas lágrimas en sus ojos – Y no me iré a ninguna parte.

— Soobin...– hundió su rostro en su pecho y sonrió, por primera vez, una sonrisa real – Gracias

— No es nada ¿te parece un helado de chocolate? – los ojos de Yeonjun se iluminaron – Entonces compraremos uno grande – sonrió.

Yeonjun salió de ese hospital abrazado a Soobin con una sonrisa en su rostro. Estaba tan feliz, porque se sentía seguro y protegido por aquellos brazos que lo rodeaban.

Ese día comió mucho helado de chocolate, muchos pastelillos entre otras golosinas que tanto había extrañado probar. Se rió mucho y gritó pero no de dolor sino de alegría e infinita emoción. Como había extrañado ir al parque de diversiones y subir a esa montaña rusa.

Y todo gracias al chico a su lado, aquel que poseía una sonrisa muy hermosa con hoyuelos que tanto le robaban la mirada, aquel que es tan atento y cuidadoso con él, tan sensible y asustadizo en ocasiones, pero demasiado maduro y fuerte. Aquel que hace que sus heridas vayan curando poco a poco. Aquel chico llamado Soobin que le devolvió su alegría.

El que es tan paciente y gentil. El que de verdad lo escucha y el que no le grita, el que de verdad lo trata como lo que es; un ser humano.

— ¿Tienes dónde quedarte? Puedo decirle a Jungkook que te prestáremos un cuarto para que te quedes ahí – le dijo Jimin en cuanto escucho que Yeonjun vivía con esa bestia sin corazón.

— No, estaré bien – negó suavemente – Me quedaré con Soobin...él me dijo que podía hacerlo – dijo algo tímido y su hermano sonrió tranquilo.

Si es Soobin, entonces no tendría que preocuparse.

— Esta bien – lo abrazo y Yeonjun correspondió – Cualquier cosa no dudes en llamarme cielo, sabes que puedes decirme lo que quieras y te ayudare – tocó su mejilla y el rubio asintió.

Pasó un rato charlando con Jimin y jugando con su pequeña sobrina de apenas 5 años. Había extrañado todo eso, y ahora podría volver a hacerlo sin miedo alguno.

Su celular sonó, sí ahora tenía otro nuevo y mucho mejor, un regalo de su cuñado Jungkook. Sonrió al ver de quien se trataba; era Soobin.

— ¿Sí? Oh claro – sonrió – Sí, te espero no te preocupes ya he comido con mi hermano – rió y Jimin sonrió mientras lavaba los platos. Había extrañado oír la risa de su hermanito – Jeje entonces aquí te espero, cuidate mucho, al rato – colgó con una sonrisa enorme.

— A juzgar por tu sonrisa, era Soobin quien llamaba ¿no? – Yeonjun asintió sin borrar su sonrisa – Me alegro, extrañaba mirarte así de contento ¿sabes? Pienso que, Soobin podría ser un buen cuñado – le guiño un ojo y el rubio se sonrojo – Ya vuelvo iré a ver la ropa.

Jimin se fue y Yeonjun sentía sus mejillas arder, y su sonrisa agrandarse.

— ¡Yo abro! – dijo la pequeña Jeon Park bajándose del sofá y corriendo a la puerta mientras Yeonjun recogía el desastre que hizo al bajar – ¡Papá! Ah ¿quién eres tú? ¿Un príncipe?

La pequeña ladeó su cabeza confundida, había un hombre parado mucho más joven que su papá. Y muy guapo, como los príncipes que siempre imaginó de sus cuentos.

— Hola pequeña – se acuclillo hasta quedar a su altura – ¿está Yeonjun? – la pequeña Yoo sonrió había un príncipe de verdad frente a ella. ¡Un príncipe!

— ¿Soobin? Ah ¡Soobin! – corrió hacía él y se lanzó a sus brazos los cuales rodearon su cintura – Creí que llagarías más tarde ¿porqué no entras? – se separo de él y Soobin entró.

— ¿Eres el príncipe de mi tío Yeonjun? – preguntó inocente la niña y el pelimorado rió suave – ¿Yo también puedo ser tu princesa? – miró al rubio sonrojado – ¿Puedes prestarme a tu príncipe? ¡Yoo también quiere al príncipe!

La niña comenzó a jalar la ropa de Yeonjun para que le dijera que sí, pero el pobre estaba muerto de la vergüenza y Soobin sólo veía encantado la tierna escena.

— ¿Qué sucede aquí? Oh Soobin llegaste cariño – sonrió Jimin bajando las escaleras – ¿Qué es todo ese escándalo Yoo? Y ¿porqué te cubres la cara Yeonjun? – la tomó en brazos.

— El tío Yeonjun no me quiere prestar al príncipe – apuntó a Soobin y Jimin sonrió ahora comprendía todo – Mamá ¿puedo quedarme con el príncipe?

— Me temo que el príncipe ya tiene a su otro príncipe cariño – la niña abulto los labios.

Yoo comenzó a llorar y Jimin trató de calmarla sin éxito alguno. Su niña no comprendía la situación.

— Puedes ser mi princesa – habló y la niña lo miro – Yeonjun es mi príncipe pero tú puedes ser mi princesa – le sonrió y la niña dejó de llorar para sonreír grande.

Jimin soltó un suspiro aliviado y Yeonjun sentía como su corazón latía al mil. Soobin era un hombre perfecto; un príncipe.

Grito Silencioso (Soojun/Yeonbin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora