Una casa de acogida, no muy grande, tenía un aspecto de una mansión embrujada como en las películas que vemos de Terror por como se veía por fuera, rodeada de un ambiente lúgubre, el único árbol que se encontraba en el jardín se veía sin ojas y triste. La fachada de dicho lugar presentaba un portón grande de madera de pino. Todo el alrededor de esta morada era sombrío, entristecedor, melancólico.
Llena de niños que habían sido abandonados por sus padres, o que simplemente los habían perdido, esperando un único propósito: una familia que los acoja, que los llene de mucho amor y cariño. Como bien dicen que las apariencias engañan. Lo que todos ven por fuera, contrarresta lo que hay dentro. En su interior era un lugar cálido, con una decoración basada en los colores rojo para las paredes alfombradas y distintos tonos de marrón para los muebles y demás. Mientras todos los infantes solo se enfocaban en jugar, ver la TV y hacer bromas a todos, solo un niño: unos 10 años, cabello rojo con rulos que caían por su frente, con ojos asombrosamente azules con un poco de verde, su rostro bañado en pequeñas pecas que parecían gotitas de chocolate, cachetes regordetes, mirada apacible y portador de una inocencia que ya muchos tenían olvidada, dedicaba el tiempo que tenía a leer, cultivarse, desarrollar vastos conocimientos a pesar de su corta edad, poseía una gran astucia e inteligencia, siendo también paciente y tranquilo. Estaba en estos momentos en su cuarto, desde que tenía uso de su memoria, vivía en esa casa, no sabía si sus padres o si su familia más inmediata está fallecida, desaparecida o simplemente lo abandonaron sin razón alguna. Leía un interesante libro en estos momentos: "Sherlock Holmes: A Game of Shadows". Su lectura se vio interrumpida por un pequeño toque en su puerta.
—James, cariño. ¿Puedo pasar? —preguntó una voz suave detrás de la madera.
—¡Oh! Sí, claro. —respondió el pequeño, marcó la página en la que se había quedado para posteriormente bajar de la silla de un escritorio que tenía al lado de su cama. Pasó sus manos por su cabello para arreglárselo un poco en el momento en que una señora de unos 60 años entraba—. ¿Cómo está Señora Berkler? —preguntó con una genuina sonrisa.
—Muy bien, James, gracias por preguntar. —respondió con una sonrisa que llegaba a sus ojos.
La señora Margaret Berkler, era la dueña de esa casa de acogida, se caracterizaba por ser muy amable y maternal. Había enviudado hace 10 años, para escapar de su tristeza acondicionó su casa para convertirla en un pequeño orfanato, nunca había podido tener hijos y eso era lo que posiblemente le traería un poquito de alegría en lo que restaba de sus años de vida. Prácticamente había críado y visto crecer a todos los alegres niños que fueron llegando de a poco, especialmente a James, lo adoraba tanto, para ella era un niño muy especial.
—Bueno, supongo que está aquí para decirme algo importante. ¿O me equivoco? —dijo acercándose más a la señora.
—Muy ávido como siempre pequeño. —dijo Margaret para después acariciar su cabello suavemente—. Estás en lo correcto. En la sala hay un señor que pregunta por ti, dice que quiera hablar algo importante contigo.
—Bueno pues no lo haré esperar más. —susurró frunciendo un poco el ceño, signo de su reciente confusión.
Bajron las escaleras a paso tranquilo, se podían observar las paredes llenas de cuadros con fotos de los niños que vivían ahí. Llegaron al lugar donde se encontraba el desconocido. El pequeño de los cabellos de fuego observó a un hombre que parecía tener por lo menos unos 40 años, parado frente a una pintura de caballos, de espaldas a ellos.
—Me comunicaron que pregunta por mí, Señor. —dijo James.
El mencionado se giró, era realmente alto, de cabello castaño, una barba en forma de candado y vestido de traje.
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Insane Mix// Romanogers
FanfictionUna línea atemporal fue creada, no por accidente, sino por un propósito enorme: La seguridad y salvar la vida de muchos.