Capítulo: 4

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Habían pasado ya unas horas desde que Natalia se había llevado al pequeño pelirrojo de regordetes cachetes y gotitas de chocolates en ellos. Natalia había dejado resurgir el insitinto maternal que nunca había abandonado su corazón, y lo que primeramente había sido comprar unas cuantas prendas, terminó siendo una cantidad innumerable de ropa, al menos para llenar un clóset entero.

No había dejado de pensar en la discusión que había tenido con Steve, aun sentía su corazón apretujado por las palabras que utilizó, refiriéndose a su dolor como algo que solo lo sintiera ella. Aunque sabía que no lo había dicho con intención que fue solo el calor del momento, no podía evitar sentir una inmensa tristeza.

Ahora, ambos pelirrojos iban en el Mercedes Benz de la Alcaldesa, el niño se encontraba sentado en el asiento trasero, con el libro en su regazo, había decidido que iba a comenzar a leerlo en la noche, donde no tuviera interrupciones.

James al sentir como el auto se estacionaba, levantó la mirada y sus ojos se deleitaron con una vista majestuosa. Una hermosa mansión, rodeada de una cerca por las que enredaderas llenas de flores trepaban, la fachada estaba pintada de color blanco, con la excepcion de las dos columnas negras del estilo Griego Antiguo que hacían la ilusión de sostener el gran balcón que sobresalía del frente de la casa, a su vez que formaba el umbral frente a la puerta de madera de roble. El infante tenía la boca ligeramente abierta, con una expresión que danzaba entre la incredulidad y la fascinación, las pupilas pertenecientes a sus hermosos ojos azules se encontraban levemente dilatadas.

-Hermosa. ¿Verdad? -escuchó la voz de la pelirroja, que lo sacó de su ensimismamiento, cosa que hizo que sus mejillas se tiñeran de un adorable color rosado al darse cuenta que había estado observando la morada por largo tiempo, algo que
le pareció muy adorable a la ojiverde.

-Parece irreal. -susurró embobado para mirar a la mujer a los ojos, haciendo que ella sonriera enternecida.

-Vamos a llevar todo adentro. -dijo la fémina para después salir del carro, gesto que imitó el pequeño.

Natalia tomó cinco bolsas en sus manos mientras James llevaba dos. Ambos se acercaron al umbral de la casa, para seguidamente la pelirroja abrir la puerta con su mano izquierda, se hizo a un lado para que el pequeño entrase. Cuando por fin la mayor cerró la puerta tras de sí, se quedó embobada mirando al niño, a quien le brillaban los ojos. Frente a él habían una pequeñas escaleras que daban directamente al living de la hermosa Mansión, decorado con muebles blancos y cojines grises, con una pequeña chimenea y encima de esta, un cuadro donde se podía apreciar un bellísimo corcel negro, que se alzaba imponente en la pintura, sus ojos parecían seguir a todos con la mirada. Siguiendo el camino de los pequeños escalones, había un pequeño umbral en forma de arco, que al cruzarlo, se apreciaba una mesa de madera, con 6 sillas obicadas a cada lado, y una en cada cabecera. A la izquerda había un pequeño Bar, donde se podían apreciar todo tipo de bebidas y una pequeña barra con asientos para disifrutar tranquilamente, a la derecha estaba la entrada de la cocina, un lugar bastante espacioso, en el centro de esta había una mesa más pequeña y obviamente menos lugares para los comensales. Volviendo hacia el punto donde estaban nuestros pelirrojos, a la izquierda de James y Natalia, habían unas escaleras que deban al segundo piso, sus escalones estaban cubiertos por una alfombra blanca con bordes rojo sangre, en el entremedio que daba paso al segundo piso, se encontraba un gran ventanal de cristal, que al abrirlo había un pequeño balcón en forma de media luna, y más arriba se encontraban las habitaciones, específicamente en el tercer piso, estaba la alcoba matrimonial, donde dormían Romanova y Rogers, y a su alrededor habían alrededor de ocho cuartos.

-Es un sueño su casa, señorita Natalia. -afirmó James después de haber salido de su ensoñación.

-Llámame Nat o Natalia solamente, James, no estoy tan vieja. -dijo soltano una pequeña risita, a lo que el aludido asintió enérgicamente y la siguió cuando ella comenzó a caminar hacia el gran comedor para dejar las bolsas de compras.

El tiempo pasó más rápido de lo que pudieron imaginar y ya estaban cenando en apequeña mesita que había en la cocina.

Natalia se veía ausente ante los ojos curiosos deniño, y no era para menos, aun pensaba en esa discución que hace unas horas atrás tuvo con Steve, le dolió lo que le dijo, pero también sabe que no lo hizo con intensión. Apenas había tocado el plato de lasagna que había preparado, sentía un nudo en la garganta. James prefería no preguntar nada porque no quería incomodarla, pero intuía que algo había pasado en la estación, solo se limitó a comer.

-Nat, voy al cuarto que me asignaste para comenzar a organizar todo. -dijo levantando la vista de su plato, seguidamente observando como la comida de la pelirroja estaba intacta. Ella solo asintió, ausente, mientras el se levantaba y llevab su plato y cubiertos al lavadero, donde los limpió debidamente y se dirigió a su habitación donde colocó cada cosa en su lugar. La habitación era más pequeña que las otras, estaba específicamente ambientada para un niño, una cama personal, donde a su lado había una mesita de noche, un closet grande de madera, un escritorio en frente de la cama y el baño era el nás grande que había visto en su vida.

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Mientras tanto, la Alcaldesa se encontraba en el living, sentada en el sofá que se encontraba frente a la chimenea, con una copa de vino en su mano dereche mientras su mirada se perdía entre las llamas que bailaban suavemente. No se inmutó cuando sintió que el sonido que producía la puerta de la entrada de la casa al ser abierta, sabía quien era, como también sabía que su marido había estado todo lo que restaba de día lamentándose por lo que le había dicho. Con la fríaldad que a veces la caracterizaba, aunque esta vez era fingida, y él lo sabía muy bien.

Rogers simplemente se sentó a su lado, rodeó su fina cintura con su varonil mano para atraerla hasta él, mientras ella simplemente se dejó hacer, y al esconder su cabeza en el hueco de su cuello, dejó escapar las lágrimas que había contenido todo el día.

-Perdóname. -le susurró en su oído suavemente el rubio, le partió el corazón verla así, era algo que pasaba escasas veces en el año, cada que tocaban ese tema. Natalia solo se abrazó a él con fuerza.

-Sé que no lo quisiste decir. -susurró suavemente separando su rostro para mirarlo a esos orbes azules que estaban brillosos por lágrimas también-. Se que es nuestro dolor. Y no pretendo llenar ese vació con James, es solo que no tiene a donde ir. -dijo suspirando-. Se que lo que pasó hace diez años atrás aun sigue demasiado fresco en nuestros recuerdos. -dijo para después tragar pesado mientras el la abrazaba más-. Se que...la pérdida de ese bebé que apenas se le dió la oportunidad de seguir creciendo después de haber salio de mis entrañas... -reprimió un sollozo y apretó su mano en puños-, fue algo demasiado doloroso para ambos mi amor, que por eso no hemos sido capaces de volver a desear tener otro hijo. -apretó los ojos con fuerza y suspiró pesadamente al sentir una suave caricia en su mejilla.

-No sigue doliendo tanto o más que el primer día Nat. -le susurró Steve, varias lágrimas corrían por sus mejillas ya.

No bastaron más palabras, ambos se recostaron en el sofá, abrazados y quedaron completamente dormidos. Sin apenas notar que él pequeño pelirrojo había estado observando y escuchando todo, él simplemente corrió a su cuarto por una manta, y los cubrió a ambos con ella, para después comenzar con la lectura del libro, iba a ser una noche larga.

La imagen en multimedia es la Mansión Rogers-Romanova, aunque seguro lo dedujeron KSKSKSK.

Bye bye bikinis❤💕

Insane Mix// RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora