DOS DIAS DESPUES

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Ayer creí que moriría de inanición o que mi estómago se comería a sí mismo y luego a mí, entonces él volvió, parecía más relajado pero sus palabras seguían siendo duras, firmes.

“Toma, abre la boca”, dijo. Sentí el borde de un vaso de vidrio en mis labios. Entonces me abalancé hasta que el vaso estuvo volteado y la última gota paso por mi garganta, no me importo chorrearme.

“Vaya que tenías sed”, murmuró. “Te traje algo de comer”

“¿D-donde?”, balbucee con la poca fuerza que tenía, ansioso de terminar con el vacío que había en mi estómago. Traté de moverme buscando en la oscuridad, siguiendo la única guía que me daba el suelo. Él tomo mis manos y las movió hasta que sentí el pan bajo mi tacto. Lo agarré con desesperación, la cinta que unía mis muñecas me lastimaba pero no me importó.

“Te traeré más agua”, dijo mientras me devoraba el sándwich y sentí sus pasos alejarse.

Quiero pensar que fue ayer, quiero pesar que un día ha pasado. Sé que me encontraran.

Escuché la puerta hacer un chirrido y los pasos, sabía que era él, quien más iba a ser. Agarró mis pies, me sobresalté por su bruco agarre, de repente la cinta se rompió de un rasgue y mis tobillos se separaron. Mis piernas estaban adormecidas.

-Levántate- oí su voz. Su mano me tomó del brazo como se fuera un niño pequeño. Caminar a ciegas se me hacía muy difícil y ya no sentía las piernas. Tropecé y caí, llevando a mi captor conmigo.

-Mierda- maldijo él. ¿Por qué me sentía avergonzado? Tomé coraje.

-Seria… sería más fácil si pudiera ver- dije despacio.

-Ni de coña- no fueron palabra bruscas.

Con su ayuda me volví a levantar. Me empujó y caí sentado en lo que supuse era una silla de madera.  Su mano en mi tobillo presionando contra la pata de la silla, algo rodeo mi pierna. Con todas mis fuerzas patee. Le di. Me levanté y corrí, tratando de sacarme la venda para saber a dónde rayos correr, pero apenas acabe de distinguir algunas manchas grises cuando mi cuerpo se encontró con el piso y algo se aferraba a mis caderas. Me retorcí y grité, esta vez no pude parar.

-¡Basta, Harry! ¡Quédate quieto!- vociferó, su voz me hiso estremecer.

Cada vez más encima de mí hasta que agarró mis muñecas e inmovilizó mis piernas. Sacudí la cabeza.

-¡Suéltame!- debía ser temprano en la mañana o tal vez tenía esa sensación por cómo me sentía, como en las mañanas cuando no desayunas y falta mucho para el almuerzo; o quizás cuando no cenaste. Vaya, me estoy muriendo de hambre.

La venda se zafó un poco en mis sacudidas y pude distinguir un destello azul.

-¿Qué pasa?- otra voz acompañada del ruido de la puerta.

-¡Ayúdame!- le gritó él.

Entre los dos me sostuvieron. No pueda para de forcejear y no quería parar. Pero al final terminé amarrado a la silla. Amordazado, esta maldita mordaza, asquerosa. La odio.

Su mano estrellándose contra mi mejilla, el ardor, lo sentí justo a continuación.

-¡Idiota!- gritó, mi cuerpo se aflojó, y sentí ganas de largarme a llorar.

-Dijiste que lo cuidarías- dijo la otra voz.

-Lo estoy cuidando, pero era de esperarse que intentara escapar.

El otro pareció irse. El que quedó en la habitación arrastró algo por el piso y se dejó caer, podía sentirlo cerca. Ahora me acompañaba su respiración junto a la mía. El silencio se instaló unos minutos en la habitación.

-¿De dónde mierda sacaste esa fuerza?- resopló -Apenas si has comido

Obviamente no esperaba que contestara.

-Debería dejarte sin comida, así apenas podrías respirar.

Traté de responderle pero solo se escuchó un balbuceo incomprensible.

Sus pies se arrastraron y al instante sentí sus dedos en mi mejilla, bajando la tela de mi boca. Estaba más cerca de lo que pensé.

-Hazlo- escupí -De eso se trata ¿no? De tenerme cautivo, torturarme.

Se rio. Su risa no parecía la de una persona a la que odiarías.

-No voy a hacer eso.

-¿Por qué no?- estaba fastidiado.

-No sé qué película te tragaste pero no se trata de eso.- espetó -Voy a buscar tu comida, enseguida vuelvo. No grites o volveré a ponerte la mordaza. Y ni hablar si intentas algo.- por alguna razón su voz no era amenazante pero aun así me quedé callado, quieto, esperé.

who's that shadow (larry stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora