Mi pequeño Unicornio

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—Sabes que no puedes salir de acá, es más peligroso para ti. Un Yokai oscuro podría atacarte— le dijo Tae tratando de que entrara en razón.

—Cierto — le dio la razón el unicornio, pero quería ayudar, así que se puso a pensar en cómo hacerlo mientras flotaba más arriba que Tae con las piernas y brazos cruzados —¡Lo tengo! — gritó de repente sorprendiendo a Tae. Lo tomó de la mano pidiendo que lo siguiera.

Entraron en el bosque. Jin lo llevaba a toda prisa hasta que llegaron a ese jardín de flores que un tiempo atrás habían visitado.

Jin se fue a buscar unas flores en especial llamadas violetas y les pidió amablemente si podía usar a algunas de ellas pues necesitaba curar a alguien.

Las flores accedieron, brindándole un pequeño ramo de ellas. Jin les agradeció bastante formal y regresó con Tae.

—Las heridas de tu amigo sanarán con esto— colocó el pequeño ramo en el suelo, extendió sus manos sobre éstas, y con los ojos cerrados concentró el poder que utilizaba para curar a los seres de la montaña en sus manitas. De ellas salieron brillitos que envolvieron las ramas de violetas haciéndolas flotar en el aire.

Taehyung observaba perplejo la escena. Nunca había visto los poderes de Jin, y era un espectáculo hermoso frente a sus ojos. El cuerno en su frente estaba brillando al igual que sus manos.

Después de unos minutos, Jin terminó con el trabajo sintiéndose agotado porque colocó mucho de su poder en esas flores. Nunca había tratado a un humano y quizás ellos necesitaban un poco más de lo usual.

—Coloca estas flores alrededor de su herida. El tiempo que le tomará a la herida en sanar por completo dependerá de la gravedad, pero quedará exactamente igual a como era antes, de eso no tengas dudas. Lo sé porque yo soy quien mantiene sano a este bosque — Jin le entregó el ramo a Tae con una gran sonrisa.

—Jinnie, yo…— las emociones estaban alborotándose en el interior del muchacho. El nudo en su garganta estaba impidiendo que lograra continuar.

—Tómalo, así ayudarás a tu amigo y ya no habrá motivo por el que te sientas triste — Jin se acercó más a Tae depositando un tierno beso en su mejilla derecha para luego abrazarlo del cuello.

Taehyung sintió su corazón latir con más fuerza después de ese beso. Sus mejillas se tornaron rosas. El frío de su corazón, ese que le había provocado una gran tristeza, ahora había desaparecido gracias al calor que sentía envolverlo por el acto de Jin.

—Muchas gracias— Taehyung respondió el abrazo tratando también de transmitir que ahora se sentía mucho mejor.

—Siempre cuenta conmigo para todo — Jin se aferró más a su cuello con sus manitas y frotando su cabecita en la mejilla de Tae.

—Tú también — se limitó a responder. Aún no sabía cómo, pero él también quería ser un apoyo para Jin, cuidarlo de todo mal para que siempre estuviera feliz.

—Ahora puedes irte, antes de que la noche llegue, sino tu abuelita se enojará— Jin se alejó pese a que no quería hacerlo, pero sonrió ampliamente para despedir una vez más a su amado humano.

—Mañana curaré a Jimin con estas flores. Gracias— Tae se levantó del suelo arreglando su uniforme y guardando el pequeño ramo dentro de su bolso.

—Acá estaré esperando por ti — Jin lo acompañó a la salida.

—No tendrás que esperar mucho. Estaré acá lo más temprano posible — antes de irse, Tae dio la vuelta sobre sus talones para regalarle un fugaz beso en el cuernito a Jin y salió corriendo cuesta abajo sintiendo su corazón explotar como si hubiera hecho alguna travesura.

Jin se quedó congelado. Nunca antes había recibido un beso en su cuernito. No sabía que era su parte más sensible. Ahora estaba hecho un tomate por ello y voló a toda prisa hacia su casita.

Al llegar, vio que la flor de Camelia donde vivía había vuelto a cambiar de color. Ahora era de un rosado más fuerte, casi llegando a rojo.

Al ver eso, sus mejillas se tornaron aún más rojas. ¿Acaso eso significaba que Tae estaba sintiendo… amor?

Jin sintió su corazón latir más rápido —Ahora entiendo esto que siento— colocó sus manos en su pecho a la altura de su corazón — Ahora entiendo que amo a Tannie— miró al cielo soltando unas lágrimas de alegría. La paz en su interior se hizo más grande. Sintiéndose más feliz que nunca, ingresó en su casita para descansar y tratar de soñar con su amado humano.