Dailén estaba acompañando al resto de sus compañeros. Estaban reunidos ante la que sería la prueba de lealtad ante su creador. Ante él.
Todos los días se realizaba, pero eran tantos ángeles como personas existen en la Tierra, que la fila era larga y crecía y crecía como la misma población terrestre; habían pasado trescientos años desde que Dailén se unió a esta para dar el siguiente paso: guiar a los humanos.
Todos estaban emocionados. Si superaban la prueba, sería la primera vez que verían a un humano tan de cerca.
―Es tu turno, Dailén.
Ella caminó pasivamente por la estrecha senda blanca que la dirigía hacia un espacio de luz, cegadora para los humanos, pero reconfortante para aquellos seres.
―Eres valiente, pero no ha llegado tu momento.
Dailén dio un paso hacia atrás, saliendo de ese maravilloso resplandor. No era la primera a la que rechazaban en lo que iba del día. Y las palabras eran suyas, de él; no era un sueño, pues los ángeles no tenían permitido eso.
Sin saber qué hacer, fue a donde los rechazados tenían que ir.
―¿Irás abajo? ―preguntó un ángel femenino, igual a ella, que estaba por pasar a hacer su prueba.
―No lo sé, Ría ―respondió Dailén, sintiendo que se despegaba de sus esperanzas cada vez más. Ella había deseado tanto que llegara ese día en el que por fin, después de cientos de años, pudiera servirle a él desde la Tierra. Hacer lo que tenía que hacer: encaminar a un humano por el camino correcto.
Ría la miró con pesar. Habían convivido los últimos trescientos años; no era fácil ver a su compañera en ese estado emocional tan decaído. Luego, se dirigió a la luz.
La sesión del día ciento nueve mil quinientos estaba finalizando. La luz resplandeciente se apagó y así fue Ría la última en hacer la prueba de ese día. En unos minutos más, empezaría la sesión ciento nueve mil quinientos uno.
―¿Qué tal? ―preguntó Dailén.
―Todo bien. Voy a ir a la Tierra ahora mismo.
Entonces, la furia de Dailén se hizo inmensa. La furia era un sentimiento oscuro, por lo que la apariencia radiante de Dailén se volvió opaca. Se estaba oscureciendo. En el fondo, pensaba en la posibilidad de que también rechazaran a Ría. Ahora nada le parecía justo. ¿Por qué ella sí? Fue entonces cuando él fue hasta ella y, tan rápido como había llegado, la había desalojado de ese lugar tan maravilloso que los humanos solían llamar «Cielo». Y tras ella, fueron los demás seres rechazados.
*
**
Dailén y los demás, una vez en tierra firme, no sabían qué hacer. Quizá debían regresar, pero al intentarlo, se dieron cuenta de que no podían volar. A pesar de que nunca habían tenido alas como tal, podían volar si ellos así lo deseaban. Todos estaban enterados de cómo los humanos tenían visualizados a los ángeles, para así saber a lo que se enfrentaban.
―No podemos quedarnos aquí ―replicaba un ser masculino que también había sido desalojado.
¿Qué se suponía que debían hacer? Lo que sabían de los humanos era bastante, pero nunca podrían llegar a ser uno. Hasta ahora, no había ninguno a la vista, por lo que no sabían aún si eran visibles ante todos o no.
Dailén sentía que debía tomar el liderazgo, pues nadie parecía mantenerse estable por más de cinco segundos, y es que todos estaban entrando en pánico. Eran un grupo de doce seres confundidos, en un lugar desconocido para ellos.
―Escúchenme ―habló Dailén―: No hemos estudiado tantos años para nada. No podemos permitir que él elija por nosotros. Seremos independientes, le pese a quien le pese. ―Tomó aire, extrañamente encontrando seguridad en su voz―: Vamos a elegir a un humano para guiarlo.
―Me gusta la idea, pero no creo que sea lo correcto. ―Todos giraron la cabeza hacia el hombre―. Quiero decir, no creo que debamos hacer lo mismo que él. Debemos dar pelea, ¡rebelarnos ante tal injusticia! ¡Hagamos nuestra propia población! ―gritó a la vez que alzaba un puño. Algunos asentían, otros replicaban y otros simplemente callaban. Dailén calló.
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Conexión espiritual
Fantasy[Concurso literario: ángeles y demonios] Los seres oscuros y seres de luz han estado en constante lucha. Siempre han existido, pero notarlos es el problema de los humanos; sin embargo, buscan los medios para lograrlo. Influyen en nuestras acciones c...