Vida cotidiana.

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La canción me dio la inspiración para esta historia. Espero que ambas les gusten 😉






Como es su costumbre, salen los cuatro, en una de las muchas tardes soleadas que han tenido y tendrán, como se tienen los unos a los otros, aún si a veces pelean o no se soportan, y como siempre, Stan y Kyle no se despegan, como los mejores amigos que abiertamente son.

Lo ve sonreír, reirse, a veces a carcajadas. Ve todos sus gestos con deleite, sus hermosos e intensos colores brillando contra la luz del sol. Jamás le dirá lo que piensa, pero Kyle es... hermoso. Lo suficiente para conseguir que deje de respirar y se convenza de que él es suficiente para hacer hermoso cualquiera de sus días.

Hacen algunas travesuras, sus usuales estupideces. Salen por un pelo del problema mientras corren, riendo a carcajadas. Kenny muere, como tantas veces. No importa, sabe que lo verán mañana. Y al final, luego de que Stan se va, quedan solo ellos dos.

Mucho más tranquilo ahora que son solo ellos, lo tiene para él, por fin. Lo mira caminar a su lado, con sus ojos de mirar calmo. Siempre que está él,  los días se vuelven bellos, casi surrealistas... lo que para su fortuna es casi a diario.

Le recorre el cuerpo con la mirada. Primero su cabello rojo desordenado, luego sus pecas, luego el pecho y abdomen plano y luego... la cadera. Nunca se lo ha dicho, pero le gusta su trasero al grado de la locura, generoso, sexy...  De nuevo regresa a su rostro, donde se encuentra con sus labios rosados formando una muy sutil sonrisa. Seguramente no quiere que lo sepa, que sonríe cuando está a solas con él. Las mariposas se le disparan...

-Agh... ¿Por qué siempre me quedo con el judío? -pregunta girando los ojos, comunicando fastidio.

De inmediato Kyle arruga el entrecejo y le da una de sus clásicas miradas de enojo, de reto. Sabe que Kyle siempre está dispuesto a contestarle, a pelear con él.

-Cierra la boca, culo gordo. ¡Lo último que veo antes de irme a casa son tus bubies gordas y no me quejo!

-Y todo lo que yo veo es tu plano trasero -replica mostrando poco interés, pero luego sonríe burlonamente-. Dices que no te gusta mi cuerpo, pero me pediste más el otro día, Khal... -se cruza de brazos-. ¿Quieres ver las fotos que saqué?

Esta vez Kyle aprieta los dientes, furioso, así que corre.

-¡¡Dame esas fotos, Cartman!!

Siente que se muere. Él no ha nacido para correr... Escucha su ruidosa respiración y sabe que, aunque él no puede oir la de Kyle, él sí que oye la suya. Al final no resiste, no puede correr más rápido que él y termina en el suelo, con Kyle a horcajadas, encima de él, mientras entre quejidos exagerados esquiva sus golpes como puede.

-¡Basta, Khaaal! ¡Era mentira, Khaaal! -gimotea.

Aunque claro... él es más fuerte, así que le inmoviliza las manos aún si ha quedado abajo. Lo jala. Ve de cerca su expresión furiosa: sus ojos salvajes de color esmeralda que echan chispas y sus dientes fuertemente apretados. Sonríe, divertido. Kyle es el chico más lindo y guapo sobre la faz de la tierra, aún si desea matarlo. Lo besa.

La respuesta, como siempre es instantánea: Kyle se queda en blanco primero y luego se sonroja profundamente. El puente de la nariz, las mejillas y las orejas... todo se torna rojo.

Lo toma de la nuca y lo atrae de nuevo. Ahora tiene ante él a un Kyle diferente: abochornado, frágil, con nuevos colores hermosos en su rostro.

Siente su aliento tibio en las mejillas. Kyle suspiró, y sabe por qué, pues él mismo comienza a sentir los cambios en su cuerpo y Kyle está sentado justamente en el sitio.

Kyle no se resiste. Tan solo jala un poco y Kyle ya lo está besando, suave y húmedamente, tan gentil como solamente él sabe.

-Solo jugaba. ¿Vamos a mi casa? -le pregunta.

-Vamos -contesta en un gruñido, frunciendo el entrecejo y aún con el rostro encendido.

Eric siente las mariposas revolotear alegremente en su estómago.

Gustos raros (Cartyle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora