#7. SHE'S THE ONE

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Frunció su ceño notablemente por el incesante bullicio que había en todo el lugar, era un verdadero caos. Todos iban y venían por el enorme gimnasio, le parecía increíble como a estas alturas nadie había chocado entre sí con todo el alboroto y el desorden en cada rincón.

Para variar justo ese día la temperatura había subido unos cuantos grados más y al estar en un lugar cerrado, el calor estaba comenzando a sofocarla. Mal día para llevar su cabello suelto.

Tuvo que dejar de lado las guirnaldas de colores que hacía para poder sujetar su cabello con una liga que siempre traía en su muñeca. Fue rápida y descuidada, dejando su largo cabello castaño sujeto en una coleta alta desordenada.

Soltó un suspiro desganado, no quería estar allí con el estúpido uniforme del colegio causándole aún más calor del que ya tenía, y eso que consistía en una falda azul marino que le llegaba a los muslos porque le daba demasiada pereza comprarse una nueva.

Sentía sus piernas pegajosas y estaba segura de que su piel estaba por adherirse a la silla en que estaba sentada. Era mediados de marzo, la primavera en su máximo esplendor. ¿Por qué mierda hacia tanto calor?

Pero esa no era la mayor interrogante. En primer lugar, ¿Qué hacía aún en el colegio cuando el horario escolar había terminado hace unas horas ya?

Ella debería estar en su hogar con aire acondicionado, mandando a volar la camisa blanca del colegio, la falda, las calcetas y esa estúpida cinta azul marino que se tenía que atar al cuello de la camisa, para así ponerse una simple remera. Podría estar viendo alguna serie interesante mientras comía alguna que otra chuchería, o simplemente durmiendo porque nunca era suficiente para Chae DoHee cuando se trataba de dormir.

Sin embargo, allí estaba en medio del gimnasio de su institución como voluntaria para ayudar al comité del baile escolar que se iba a realizar el sábado. Dios, ella ni si quiera era buena para esas cosas, tenía un nulo sentido de la decoración, las guirnaldas que había hecho con suerte y se veían decentes ¡Si las mirabas con los ojos entrecerrados!

No sabía cuantos suspiros se habían escapado de sus labios esta tarde, pero lo volvió a hacer, cada vez más hastiada y agotada. Terminó por subir las mangas de su camisa hasta sus codos por el calor y desabrochar los primeros botones de su camisa, y a pesar de que se veía algo desaliñada con todo el uniforme fuera de lugar, seguía luciendo bonita y perfecta, como una muñeca. Dodo no lo creía así, pero ahí estaban esos cumplidos que le hacían los demás y esos suspiros para nada discretos.

Y eso también le estaba tocando los cojones. ¿No podían solo ignorarla y ya? Quería terminar lo más pronto para poder irse a la mierda. Con furia volvió a hacer las tontas guirnaldas para el tonto baile de primavera. Estaba irradiando un aura amenazante, ahora nadie se quería acercar y agradecía eso.

-Hey, Dodo.- Una voz con un notable tono de burla se escuchó justo frente a ella, al otro lado de la mesa. Alzó la cabeza para dedicarle al recién llegado una mirada asesina. El recién llegado no se inmutó, solo le sonrió con diversión, enseñando esos peculiares colmillos que tenía.- Tienes una cara horrible justo ahora.

-No me molestes, MinGyu, hoy no me apetece ser el objetivo de tus bromas. - Contestó sin más, enseñándole el dedo de en medio sin pudor alguno.

-Siempre tan agradable.- El moreno se llevó las manos al corazón en un gesto exagerado, logrando que la castaña le lanzara un pegamento en barra justo en la cabeza.- ¡Auch!

-Tu te lo buscaste, idiota.- Le sacó la lengua, aguantando la risa por la cara de indignación en el contrario.

-Venía a ayudarte porque lo estas haciendo terrible, pero mejor te las arreglas sola.- La chica paró de reír al instante, un puchero en sus abultados labios. No debió hacer eso.- Me parece increíble que estés aquí cuando eres tan perezosa.

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