Aeryn y JungKook tenían una complicada relación, no por el hecho de tener problemas en ella más bien, era porque no es bien vista por la sociedad. JungKook, un chico de 23 años, practicante del maestro de Arte. Aeryn, niñata de 16 años, alumna de JungKook. Pero, ¿qué estaría mal? Ambos chicos están enamorados hasta la última partícula de su ser, la edad es sólo un maldito número.Aunque, he aquí el dilema. Aeryn es una chica de pensamiento bastante maduro, aún no tiene por completo una mente adulta pero sabe actuar cuando la situación lo amerita. Por alguna razón, conectan extrañamente bien, pese a la diferencia de edades, que, hace a Aeryn un poco más infantil e impulsiva, la joven cautivó desde un principio el dulce corazón del muchacho.
Desde hace un tiempo, Aeryn está teniendo algunos temas con la alimentación y autoestima, algo que obviamente no era de esperar la clara preocupación de Kook por su novia pero, algo se salió de las manos de ambos y no midieron hasta donde dejaron escapar su cordura.
— ¡Ya te lo dije! ¡Esa idiota comenzó todo! ¡¿Por qué mierda dudas tanto de lo que digo?!
Ambos estaban exaltados, más la joven. JungKook suspiró pesadamente, haciendo un esfuerzo por calmar sus emociones.
— Aeryn, joder, claro que te creo. Sólo, esa no es razón para golpear a las personas, existe algo llamado diálogo...
— Maldita sea, ¿es tan difícil ponerte en mi lugar? ¿Qué querías que hiciera? "Hye Min, no digas eso, le diré a mis papis" —lloriqueó la chica con cargado sarcasmo en sus palabras, sonriendo cínicamente antes de soltar una seca risa.
— Jodida mierda, ¡¿Por una vez puedes tomar las cosas con seriedad?! ¡Eres una niñata que sólo causa problemas en busca de atención, joder! ¡¿Qué más sigue, eh?! ¡¿Cortadas?! ¡¿Sobredosis?! ¡La vida no es un puto cuento de Disney, Aeryn! ¡Acepta que la vida es dura y tienes que aprender a lidiar con gente de mierda sin otorgarles un golpe! ¡Madura, mujer!
JungKook gritó con notable furia y frustración cargada en sus palabras, dándole a la chica una mirada profunda y fría, tanto así que sentía como esta la cohibia.
Aeryn se encogió en su lugar, mirándole con ojos llorosos cuando sintió que cada una de esas palabras eran verdades dolorosas, tan ciertas. Ella sólo era un torpe niña de 16 años que aún tenía problemas con su cuerpo, una niñita que todavía tiene que ser vigilada al comer, una maldita niña problemática al dejarse afectar por los comentarios ajenos, eso era. Quería llorar, quería gritar, quería salir corriendo de ahí y estar en su cama junto a su peluche preferido de oso polar, abrazarlo por siempre y nunca más volver al mundo real. No quería madurar, ella no quería seguir creciendo, no quiere tener novio, ni ir a la universidad... Sólo quería despertar y tener 8 años, salir a jugar, dormir los domingos por las mañanas con sus padres, ver caricaturas todo el día, eso quería, eso anhela con su alma.
Lamentablemente esto no es un cuento de hadas, esto es el mundo real llenos de pequeños problemas.
Quería llorar, así lo hizo. Quería correr, corrió fuera de aquella enfermería. Quería abrazar a Polarr, así lo cumplió. Y lloró, lloró, lloró. Lloró hasta salir a jugar, hasta escabullirse en la cama de sus padres, hasta ver caricaturas todo el día, así lloró y llenó aquel deseo de su corazón por ser una niña, ya que sí lo era pero, esta vez lo aceptó con la cabeza en alto y, se convenció así misma que eso no es lo que buscaba aquel chico que amó tanto. Y lo aceptó con pesar, sin golpear a nadie, sin hacer un berrinche, sin llamar la atención, tan sólo vivía el mundo real pero a su manera y nadie podía criticar eso, cada uno enfrenta las cosas a su imperfecta manera.