Bloody Beach © [S.S.]

capítulo 17: Incluso un ciego puede ver la maldad y la bondad.

Un fuerte grito fue escuchado llamando la atención de todos los que allí se encontraban, era Karla quién tras haber enterrado su rostro en la arena esta se le había introducido en los ojos, nadie puede hacer nada por ella todos se habían quedado concentrados en tratar de cumplir su reto. En este punto nadie velaba por la vida de nadie cada quien iba por su camino, cada quien pensaba por sí mismo, pensando en su propia vida aunque alguien más la perdiera, dando demostrar la verdadera naturaleza del ser humano, sin importar lo valioso que seas en la vida de alguien, nadie sería capaz de recibir las balas por alguien más. De ser así esa persona merecería que recibirás las balas por ella. Sara fue la única de diecisiete personas en acercarse a la pobre de Karla, con la parte superior de su cabeza la levanta desde su mentón soplando las pequeñas partículas de arena que sus ojos cubrieron.

Mientras Sara se preocupaba por el bienestar de Karla, la primera llave fue localizada por Tadeo, tras haberse liberado le segunda llave fue encontrada por nadie más que Akihiro, ya ellos dos eran libres de retro podían retirarse sin consecuencias. A Karla le tocaba buscar a oscuras la llave dado que la arena aún le impedía ver, a pesar de los esfuerzos de Sara por ayudarla no fue mucho lo logrado.

Al transcurso de media hora seis llaves habían sido ubicadas, seis vidas se habían salvado en este momento. Santiago, Renny, Marina, Adriana Osmán y Marco fueron libres, condenando a uno de los diez participantes a una inevitable muerte.

Una a una las llaves fueron apareciendo otorgándoles un día más de vida cada uno, vida cuya misericordia no merecían. El reto había limitado a cuatro participantes, Alfonso, Sara, Carlos y Marc.

Otra llave fue hallado, está había entrado en la boca de Sara causándole un gran alivio al saber que ese día no le tocaría morir. Pero al ver Karla aún desorientada veló por su vida, lo siguiente que hizo fue colocar la llave frente al arenoso rostro de Karla, ella al sentir la llave tocándola con su nariz se gira para tomarla con sus manos, sin calma alguna se libera de las esposas metálicas, una luz verde comienza a emanar una leve luz verde que daba a entender que está yacía abierta, se levanta y corre rápidamente a las orillas del mar para remojar su rostro limpiándose la vista, pero aun así sus ojos se encontraban algo inflamados debido a la irritación producida, su visión era opaca tal cual como mirar a través de un cristal empañado, puede ver que tres personas aún se arrastraban en la arena como perros buscando comida.

—¡Sara! —exclama Karla extendiendo sus brazos para evitar tropezar con algo o alguien.

Sara se limita a gemir, ya que su boca es a cubierta de arena.

—¿Dónde estás? —pregunta arrastrando sus pies por la arena.

La malicia recorría el corazón de Marc como la sangre por sus venas, al ver la desorientación de Karla su principal objetivo fue hacerle una perversidad, estira su pierna provocando que Karla cayera al suelo introduciendo su rostro nuevamente en la arena.

—¡Idiota! —exclama Sara sin importar que la arena entrase en su boca. —¡Eres un gran incompetente!

Marc solo se limita a soltar una rusa burlona y a seguir escarbando en la arena. Mientras Sara se acerca a Karla ayudándola a levantarse con su cuerpo, ya que que sus manos aún estaban esposadas.

—No te preocupes por mí, ve al hotel nos veremos allá en cuanto encuentre la llave.

—No pienso dejarte, nos iremos las dos —agrega, a lo cual Sara asienta con una sonrisa apenada, Karla no pudo ver esa sonrisa.

—La tengo —exclama Alfonso liberándose de las esposas. —Al parecer hoy no podrán ponerme un dedo encima —finaliza corriendo hacia el hotel.