Capitulo X

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— Y luego, un poco de comino

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— Y luego, un poco de comino.— Le agrega el condimento. Suspiro

No se cuantas veces llevo tomando sopa, creo que cinco. No puedo creer todo el tiempo que llevo aqui, aveces me pierdo con los días. Deben pensar que estoy muerta. La semana pasada perdí mi dignidad cuando le pedi a Jacob que me prestara su teléfono.

Maldito Jacob, el es el unico que disfruta.

Lo peor, año nuevo se acerca. Y yo siempre organizo una fiesta de blanco.

— Eso huele delicioso.— Lo miro de reojo, arrugo mis labios

Imbecil con cabeza de escoba. Quiero jalarlo del cabello y meterlo en la olla.

— Un rico caldo de pollo.— Habla Helen. Aunque tengo que admitir, Helen parece ser quien mantiene mi paciencia, tal vez porque me contagia de la suya

Pero no es suficiente.

Apenas hay agua caliente, apenas hay cortina de ducha. Me aburro en las tardes, extraño mi propia comida, mis bebidas, y una cama con un colchon que no sea una esponja.

— Sabes, nana. Creo que Evangeline le encantaría conocer a tus amigos del fondo.— Entrecierro los ojos, mientras frunzo el ceño

¿Amigos del fondo?

Miro a Helen, me mira con una sonrisa.

— Oh si, te encantarán.— Sonrio levemente

— ¿Amigos?, ¿tienes vecinos?— Arqueo mis cejas

Podrían ser mi salvación.

— No, no.— Rie levemente — Mis animalitos.— Trabo mi sonrisa

Oh no. No esos animales.

— Son adorables.

Osea que cuando no me taladra la cabeza con historias de la guerra, esta en el fondo alimentando a esos animales.

— No lo dudo.— Murmuro, intentando sonreír

Vuelve a concentrarse en la sopa. Miro a Jacob, aprieto mi mandibula. Se esta riendo de mi, el cabeza de piña.

Me acerco a el, enrollo mi mano a su camisa y lo giro hacia el pasillo.

— ¿De qué te ríes?— Aprieta sus labios— ¿Crees que tu plan de torturarme esta funcionando?

— Oh, yo creo que va muy bien.— Sonrie

— ¿En serio?— Levanto una ceja— No me he quejado ni una vez. Me levanto todos los días, continuo con mi rutina y hago un maravilloso trabajo ignorandote.

No me quejo, no en voz alta. Mi ultimo descargo de quejas fue mi mucama Rosa, como la extraño. Y técnicamente no tengo una rutina, no sin mis cremas.

Necesito mis cremas.

— Oh, mi dulce ricitos.— Golpeo su mano, cuando la acerca a mi mejilla— Si supieras que toda tu tortura, podria terminar en un minuto.— Parpadeo, ¿a qué se refiere con eso?

La Actriz del MagnateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora