Jihyo dejó caer su cuerpo sobre el sofá con pesadez, masajeando sus pies con una de sus manos mientras que con la otra encendía la televisión. Su día había sido extremadamente cansador y realmente se alegraba de haber llegado a casa, totalmente sola y con la comida recalentada esperándola en el microondas.
—Un conservador de bienes raíces fue hallado muerto en el interior de su casa, sus dos hijas siendo testigos del homicidio —los ojos de Jihyo se posaron rápidamente en la televisión, frunciendo el ceño al darse cuenta que se trataba de Seúl. ¿Sana había viajado a Seúl para matar a alguien? Rápidamente sacudió su cabeza. No sabía porque había pensado que la autora había sido Sana, pero luego de escuchar la cinta del interrogatorio de Hansol Vernon, ya se estaba haciendo una idea sobre lo que estaba sucediendo.
Un relámpago iluminó brevemente el salón y entonces Jihyo recordó que hace unos minutos había comenzado a llover. Tomó su teléfono y le envió un mensaje a Nayeon preguntándole si quería que la vaya a buscar en su auto. Caminó hasta el microondas y sacó el táper con el Bibimbap del día anterior, aprovechando de sacar un servicio mientras escuchaba el sonido de la televisión.
Se sentó nuevamente en el sofá y se llevó una porción de comida a la boca, una sonrisa apareciendo en sus labios apenas terminó de tragar su bocado.
Con algo de dificultad, tomó la manta que había dejado el día anterior sobre el sofá y se tapó la mitad del cuerpo con ella, sus ojos fijos en la televisión mientras le daba breves miradas a la pantalla de su teléfono. Nayeon no había contestado y eso la preocupó un poco, mirando hacia la ventana al mismo tiempo en que otro relámpago iluminaba el salón.
—¿Debería ir? —se preguntó a sí misma, otra porción de comida viajando hacia su boca, masticando pensativa. Y casi como si el destino le hubiera respondido, la puerta principal se abrió bruscamente, la figura de Nayeon junto a otra persona junto a ella cruzando el umbral.
—Jihyo, pensé que estarías durmiendo —contestó algo sorprendida la mayor, sacando su abrigo y colgándolo en la entrada. Algo que la pelinegra notó fue que ninguna de las dos estaban mojadas, así que supuso que la razón provenía de la acompañante de Nayeon—. Oh, lo siento, no las presenté —sonrió algo nerviosa, la mujer a su lado sonriendo hacia Jihyo mientras se inclinaba levemente—. Jihyo, ella es-
—Myoui Mina —la interrumpió, cruzando el salón y deteniéndose frente a la más baja—. Mucho gusto.
~
En casa de Minatozaki Sana solo se podía escuchar el sonido de las manillas del reloj moverse conforme al tiempo, el cuerpo de la japonesa acostado en medio del salón mientras miraba al techo fijamente. Por un segundo cruzó por su mente el hecho de abrir la gaveta sobre la cocina y buscar los medicamentos que su madre guardó hace un tiempo en ese lugar, pero se retractó inmediatamente.
Para su buena suerte, el timbre de la puerta sonó antes de siquiera hacer algo, por lo que la japonesa se levantó de un salto y miró a través de la ventana para descubrir de quien se trataba. Y justo después de asomar la cabeza entre las cortinas, un relámpago iluminó el cielo, haciéndola fruncir el ceño levemente.
Caminó hacia la puerta principal y miró a través del ojo de pez, su ceño frunciéndose aun más al darse cuenta de quien se trataba.
—¡Sana! —exclamó con una sonrisa el contrario, alzando sus dos manos ocupadas por botellas de champaña. Con un gruñido de molestia, la contraria lo dejó pasar y cerró la puerta con fuerza, caminando detrás de él con sus brazos cruzados sobre su pecho.
—¿Cuál es el motivo de la celebración? —preguntó extrañada la menor, sentándose en el sofá mientras el pelinegro abría la botella con algo de dificultad. Jaebeom la miró de reojo y sonrió de lado, sacando el corcho y sirviendo el contenido de la botella en una de las copas que también llevaba consigo.
—Tú —contestó con simpleza, entregándole la copa con champaña y comenzando a servirse él también. Sana miró con desconfianza y dejó la copa sobre la mesa de centro, su mirada fija en los movimientos del contrario. Le estaba dando demasiadas facilidades y si no lo detenía, iba a terminar perdiendo al igual que cuando el padre de Jaebeom la contactó—. Estamos celebrando tu increíble trabajo.
Una extraña sensación en su estomago la hizo sonreír levemente. ¿La estaba felicitando? Hace mucho tiempo que eso no le pasaba, y realmente no recordaba la última vez que alguien le había dicho eso, así que se limitó a beber un poco de su copa mientras el mayor la miraba con una sonrisa.
—¿Está bueno? —preguntó divertido el mayor, notando como la japonesa se había terminado todo el contenido de su copa, sirviendole un poco más para luego caminar hacia la cocina. Sana asintió con la cabeza aunque el contrario no la vio, se cruzó de piernas mientras se quedaba mirando las cosas que el pelinegro había llevado.
Una tabla llena de quesos, supuso que de alto costo, junto a un vino tinto de nombre impronunciable. Y aunque estaba lejos de ser una fanática del queso o los vinos caros, se sintió extrañamente a gusto con todo eso. Como si por fin la estuvieran tratando como una persona normal.
—¿Probaste el Roquefort? —preguntó entrando nuevamente al salón, entre sus manos uno de sus platos de porcelana y fue entonces cuando una oleada de mareo le azotó el cuerpo, teniendo que apoyarse del respaldo del sofá para no caerse.
Frunció el ceño levantó mirando al contrario, su respiración atascándose en su garganta cuando lo vio acercarse con una sonrisa. Sus piernas estaban demasiado débiles como para mantenerse de pie, por lo que tuvo que volver a sentarse bruscamente con su cabeza dando vueltas.
—¿Estás bien? —preguntó el contrario, colocando ambas manos sobre sus hombros y acerándose a su rostro con el ceño fruncido. La japonesa abrió la boca para hablar, pero pareciera que su lengua se había dormido con eso, le era imposible siquiera gritar con la esperanza de que alguien la escuchara.
Por primera vez en mucho tiempo, volvió a sentir ese miedo por tener las manos de otra persona sobre su cuerpo, sus ojos llenadose de lágrimas mientras Jaebeom la tomaba con fuerza de uno de sus brazos.
—¿Quieres ir a tu habitación a acostarte? —la voz del pelinegro sonaba lejana a pesar de tenerlo enfrente, su cuerpo siendo llevado con dificultas escaleras arriba mientras la japonesa ladeaba la cabeza de un lado a otro. Cerró los ojos con fuerza y sintió como su cuerpo era depositado sobre la cama, sus ojos cerrándose involuntariamente.
¿Por qué no te levantas, Sana? Abrió los ojos con pánico, el cuerpo del contrario aprisionándola contra el colchón mientras sus sucias manos trataban de desvestir a la japonesa. Eres una niña sucia, Sana.
Cállate. Pensó con su ceño fruncido, moviendo sus piernas débilmente mientras ligeras lagrimas de impotencia caían por sus mejillas. No quería que algo así volviera a suceder, esa era la razón por la que se había tomado tantas precauciones con sus relaciones interpersonales, por eso se había encargado de destrozar a Eunbi hasta el ultimo rincón de su alma.
Porque su madre ya lo había hecho una vez, y ahora Jaebeom lo volvería a hacer.
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Killer ⚖︎ 𝘀𝗮𝗵𝘆𝗼
FanficLa experimentada asesina en serie Minatozaki Sana se verá en peligro cuando una ex suboficial comienza una investigación en su contra. ¿Podrá Park Jihyo atrapar a la famosa asesina sin poner sus sentimientos de por medio? 🄰🄳🅅🄴🅁🅃🄴🄽🄲🄸🄰 ⚠️ ...