A la mañana siguiente, Jihyo se levantó con la extraña sensación de que algo malo iba a pasar ese día.
No era muy recurrente de que eso le sucediera, de hecho, la última vez que tuvo ese mal presentimiento fue el día del caso de Lee Minho.
Esa mañana acababa de despertar y su cabeza dolía mucho, lo suficiente como para obligarla a sostenerse de las paredes para evitar caer. Tomó una pastilla y de camino al trabajo, se bebió un café para despertarse completamente, ya que ese día era el juicio de su cliente y necesitaba que todo saliera bien. Al llegar a la comisaría donde lo habían llevado, Jihyo se apresuró hasta el menor para repasar los detalles del caso, pero el contrario parecía en otro lugar ese día.
—¿Estás bien? Necesitamos que tu cabeza esté despejada para cuando hablemos con el fiscal —el pelinegro asintió levemente y miró de reojo a la suboficial, sonriendo de lado cuando notó que se encontraban solos.
—¿Crees que me dejen libre? —preguntó casi en un susurro, sus manos entrelazándose entre si y su cabeza agachándose mientras miraba sus pies.
Jihyo no respondió inmediatamente. Era cierto que las pruebas podían jugar a su favor, pero si no lograban convencer al fiscal, lo más probable seria que le den unos pocos años.
—Tranquilo, no dejaré que te encierren por algo que no hiciste —y en ese momento, el remordimiento azotó la cabeza del menor, quien con sus manos temblorosas, agarró su cabeza y cerró los ojos con fuerza, los nervios apoderándose de el mientras intentaba ahogar un sollozo contra sus piernas.
—Jihyo —murmuró casi tan leve que de no ser porque estaban solos, la mayor no lo hubiera escuchado.
Pero el sonido de la puerta seguido de la voz del policía diciéndoles que ya no tenían tiempo, fue su campana de salvación para evitar confesar. Se levantaron con lentitud y caminaron hasta la salida, montones de periodistas esperando en la puerta como una horda de zombies.
Lo que pasó al llegar al juicio todavía era muy nublado en la mente de la pelinegra.
Recuerda poner un brazo alrededor de los hombros de Minho, empujando a algún que otro periodista que se pasaba de la raya y trataba de tocar al acusado. Recuerda escucharlo sollozar silenciosamente mientras escuchaba las palabras de los periodistas y personas que se reunieron a su alrededor.
"¿Te declararas culpable?"
"¿Violaste y asesinaste a esa niña de quince años?"
"¡Asesino! ¡Violador!"También recuerda haber sentido un tirón en su cinturón de policía, recuerda escuchar un disparo ensordecedor y recuerda sentir el cuerpo contenido por uno de sus brazos desplomarse en el piso con su arma en la mano izquierda. Recuerda gritos desgarradores y tirones en su chaleco antibalas, manotazos en su cara y pisadas alejándose de personas en pánico.
Ese día, Lee Minho robó su pistola de servicio y se disparó en la cabeza antes de su juicio.
Caminó hasta el comedor, la imagen de Nayeon bebiendo de su taza de café mientras la televisión estaba encendida, la chica del tiempo pronosticando un radiante sol y medianas temperaturas para ese día.
—Buenos días —saludó con su voz rasposa la pelinegra, sentándose en el sofá y cerrando sus ojos mientras tomaba con fuerza el puente de su nariz.
—Buenos dí- ¿Te duele la cabeza? —preguntó con preocupación, levantándose hacia la cocina al ver asentir con la cabeza a su mejor amiga. Al regresar, le entregó una pastilla junto a un vaso de agua, Jihyo consumiéndolos ni bien fueron depositados en sus manos.
La castaña le bajó el volumen a la televisión y se sentó a un lado de la pelinegra, su cabeza recostándose en su hombro mientras sonreía levemente.
—Mina me invitó a salir —comentó de repente, su voz sonando tan entusiasmada que Jihyo temió que esa japonesa le haga daño a su mejor amiga.
—¿En serio? —preguntó dejando el vaso de agua sobre la mesa, la cabeza de Nayeon asintiendo sobre su hombro—. Eso es genial, ya era hora de que salgas con alguien, cuando terminaste con Jeongyeon-
—Alto ahí —la interrumpió la castaña, poniendo una mano sobre su boca para detenerla—, eso fue ya hace mucho tiempo.
Jihyo no quiso volver a tocar el tema, así que cuando Nayeon se fue a preparar, se limitó a tomar su computadora y navegar por Internet mientras se le ocurría algo más útil para hacer. Se puso sus audífonos y escuchó algo de música, páginas de noticias apareciendole en recomendados que no pudo evitar entrar.
Mientras leía, el tiempo terminó pasando más rapido de lo que esperaba, la figura de Nayeon deteniéndose frente a ella mientras la miraba con detenimiento.
—Jihyo —la llamó mientras la pelinegra se quitaba un audífono—, ya me voy.
—Suerte —la animó con una sonrisa—. O mejor, rómpete una pierna.
Nayeon negó con la cabeza y le golpeo levemente el brazo—. No funciona así esa expresión.
Le besó la mejilla y avisó que probablemente llegaría para la cena, así que dejo a cargo a su mejor amiga para que se encargue de la comida. Jihyo le sonrió y asintió con la cabeza, la figura de la castaña alejándose hasta desaparecer por la puerta principal.
Minutos después, Jihyo le dio una mirada al reloj, apresurándose para guardar todo y caminar a su habitación para cambiarse de ropa. Seulgi le había pedido que vaya para la reunión de la tarde y ella ni siquiera se había bañado.
Cuando salió de la ducha ya vestida, miró nuevamente el reloj y se relajó al notar que todavía le quedaba una hora antes de irse, así que se acostó sobre su cama y tomó de su mesita de luz el libro que había dejado por la mitad la noche anterior. Gracias al silencio del departamento, comenzó a ponerse nerviosa por el estado en el que estaba.
Desde ese día en que Sana irrumpió en su casa, no había podido dormir muy bien, y los autos de seguridad que Seulgi mandó para resguardar su departamento no podían quedarse todo el día, así que cuando daban las diez de la mañana, el edificio quedaba desprotegido.
Por lo tanto, para no quedarse sola tanto tiempo y así evitar ponerse ansiosa con el silencio de la casa, decidió marcharse antes y por último hacer algo de papeleo al llegar. Se levantó de la cama y dejó el libro sobre la mesa, tomando sus llaves y caminando hasta la puerta para ir al trabajo.
Tomó su teléfono y al abrir la puerta, sólo recuerda una mano tapando su boca con fuerza y esos ojos mirándola con diversión mientras la arrastraba hasta el interior del departamento. Su vista se nubló igual que ese día, y antes de dejarse caer al piso, recuerda esa armoniosa voz susurrarle al oído.
—Buenas noches, Jihyo.
✎ sólo quería avisar que a la historia le quedan unos pocos capítulos :(
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Killer ⚖︎ 𝘀𝗮𝗵𝘆𝗼
FanficLa experimentada asesina en serie Minatozaki Sana se verá en peligro cuando una ex suboficial comienza una investigación en su contra. ¿Podrá Park Jihyo atrapar a la famosa asesina sin poner sus sentimientos de por medio? 🄰🄳🅅🄴🅁🅃🄴🄽🄲🄸🄰 ⚠️ ...