Recopilación;; One shot - SpainRP GTAV

Huérfanos traviesos

[¿Cómo sería la reacción de Gustabo y Horacio ante la noticia de que los secuestradores hubieran matado a Conway?] No olvides seguir mi Twitter @Nue_vi

El despacho de Conway se llena de risas traviesas, Gustabo y Horacio habían despertado allí y como niños, susurraban en el lugar haciendo trastadas que no deberían ni de pensarlas.
Pero todos les conocemos y es imposible que no intentes como mínimo sacar de quicio al superintendente.

Justo al salir por la puerta directos a las escaleras, se encuentran al comisario Volkov y ambos se quedan estáticos y nerviosos porque no deberían de estar allí.

—¿Pero que mierda hacen ustedes dos aquí? —Pregunta muy molesto el comisario.

—Pueeees… ehh… —Duda Gustabo.

—Verá comisario Volkov… ¡Hemos despertado aquí! —Ríe entre dientes Horacio—. Terminamos de hablar con papu el otro día y…

—¿Cómo mierda lo has llamado? —Interrumpió Volkov lleno de ira.

—Nah, tranquilo. Si Conway ya está acostumbrado. Es nuestro papu. —Explica Gustabo—. ¡El papu pa' mi!

—Me cago en mi puta madre… —El comisario exhala con fuerza llamando a la paciencia y la calma interna—. ¿Ustedes no se han enterado de nada, verdad?

Todos quedaron en un incómodo silencio. Volkov seguía de brazos cruzados, era su propia fuerza para no echar a llorar allí mismo, delante de aquellos dos descerebrados.
Gustabo y Horacio se preguntaban en sus mentes. Les extrañaba lo raro que había actuado el comisario y que aún no les hubiera echado a patadas.

—¿Volkov está usted bien? —Se preocupó Horacio.

—Si… le noto no sé, cómo apagado. No es usted mismo, comisario. ¿Un mal día? — Preguntó Gustabo.

Volkov miró a ambos y no encontró ninguna forma de darles la noticia sin tristura.

—El… superintendente murió ayer. Una banda organizada lo asesinó a cambio de dejar a dos compañeros vivos.

Mientras el silencio volvía, Volkov no podía evitar que se le saltaran las lágrimas, pero tras los cristales de las gafas de sol, no podían verle.

—No me lo creo… tiene que ser una broma. —Comentó Gustabo incrédulo—. Es imposible que cuatro gilipollas puedan contra Conway. Él saca la pipa y PAPAPAPA! todos muertos.

—Gustabo… —Horacio se acercó a él y ambos pudieron ver una lágrima que resbalaba por la mejilla del comisario.

—Largaos de aquí. —Ordenó Volkov con la voz quebrada.

—No me jodas Volkov… —Dijo con seriedad Gustabo.

—No puede ser tío… el papu. ¡No puede ser! —Se desesperó Horacio—. ¡Que no! Que este tío está de coña. ¿¡Cómo que el señor Conway está muerto!?

—No me lo puedo creer… —Gustabo se echó las manos a la cabeza—. ¿En serio Volkov? ¿No te estás quedando con nosotros?

—Iros a la puta mierda. —Volkov se bajó las escaleras totalmente devastado.

—¡Noooo! ¡Conway! No me lo creo Gustabo. No me lo creo.

—A ver Horacio, no creo que Volkov nos tome el pelo de esta manera. ¿Has visto cómo se ha ido? Puf...

—¡Que me niego Gustabo! Que el papu no puede estar muerto. No puede…

Las lágrimas brotaron de los ojos de Horacio y Gustabo no dudó en cogerle con ambas manos y suavemente de la cabeza y arroparlo en su pecho.
Ambos comenzaron a procesar la noticia y Gustabo acabó afligiéndose como su compañero.

Ambos cayeron de rodillas al suelo sin dejar de abrazarse y llorando de tristeza y rabia ante la desoladora idea de que nunca volverían a verle, a escucharle, a recibir hostias suyas.

—Otra vez Gustabo… —Dijo Horacio llorando—. Otra vez nos hemos quedado solos. Él era como un padre… 

—Está claro que no podemos ser felices en esta vida Horacio… siempre desgraciados. Juntos, pero desgraciados. —Respondió Gustabo a lágrima tendida.

—Hagamos que se sienta orgulloso.

—Sí, se lo merece.