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Llegó la Navidad y todos nos quedamos en Hogwarts, estaba con Sirius en su cama hablando, yo tenía la cabeza sobre su pecho y el me abrazaba por la cintura.

—¿Sabes Liz? Me quiero hacer un tatuaje —dice y sonrío

—¿Y qué te quieres hacer? —pregunto

—No se, tengo muchos pensados pero no lo sé —

—¿Cuáles tienes pensados? —pregunta

—Eres una cotilla —dice y me rio

—Venga... Dímelo —pido y se ríe

—Quiero hacerme una runa, un león, uno que simbolize a los chicos, alguna frase. El león lo tengo claro, de fijo, mi madre se pondrá histérica si me lo hago —se empieza a reír y yo con él

—Yo me quiero hacer dos pearcing, el del hombligo y uno que se lleva en medio de la nariz, pero según mis padres eso es para chicas que no saben comportarse y que tienen problemas emocionales, los muggles se los hacen y a mi me gustan —lo miro y me sonríe

—Te quedarían genial —dice y le doy un beso

—Y a ti los tatuajes —digo y me abraza más fuerte

Unos días después

—Quejicus a las dos —susurra James y lo miramos extraño

—Que viene por ahí... —dice y le echa agua el la cabeza

—No te vendría mal una ducha Quejicus —dice James riendo y el levanta la varita apuntandolo y mirándolo desafiante

—Atrévete Snape —digo yo de la misma forma y su varita cambia de dirección hacia mí

Sirius y James lo apuntan mientras Remus intenta que los cuatro bajemos las manos, oímos pasos y después vemos a McGonagall mirándonos.

—Los cuatro conmigo, Lupin y Pettigrew vuelvan a su sala común —

¿Una merodeadora? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora