Tras bajar del autobús, me puse los auriculares y escuche aquella triste canción de Rise against-Makestop. Mientras caminábamos él me contaba alguna loca historia, donde no era de extrañar que él fuera el gran héroe. ¿Cómo podía ser tan idiota y tan guapo? Y es que mi hermano levantaba bajas pasiones entre las chicas. Sus ojos grises, la mandíbula cuadrada y ligeramente afilada, las cejas finas y ese pelo color ocre ni rubio, ni pelirrojo, y qué decir de su cuerpo, trabajado de tanto salir a correr y ayudar a mis padres en el trabajo. Era un buen chico pero era un narcisista redomado. No nos parecíamos en nada yo tenía el pelo marrón oscuro, la cara redondita y una pequeña nariz que me daba un aire infantil, delgada aunque no anoréxica o de constitución seca, lo mío me había costado adelgazar 7 kg el año pasado y por primera vez en mi vida me sentía medianamente a gusto con mi cuerpo. Ah y mis ojos era de color ámbar. Me gustaban mis ojos me daban un aspecto entre cálido y distante.
Esta soy yo, una chica más, una vida y un mundo como el de cualquier otro. Dentro de lo normal un ser raro y diferente. Aunque no es cuestión de tachar de diferente o "raros a los demás" ni a mí misma, es más bien aceptar que nadie es igual, todos tenemos nuestra historia y nuestra manera de entender lo que nos rodea, y es en ese preciso instante en el que te das cuenta que no eres uno más, y se abre ante ti, la verdad. Que no es otra, sino que venimos a disfrutar y a sufrir.
Al fin llegamos a casa, como de costumbre me quite los auriculares y entré. Al entrar en casa esa especie de tranquilidad que había antes, desaparece. Subo las escaleras, tiro la mochila y bajo. Mi madre ya esta gritando, mi padre no para de correr de un lado a otro y yo me dirijo a la cocina a preparar la ensalada, el único que no parece a haberse contagiado del frenesí de mi casa, es mi hermano que se aplasta tranquilamente en el sofá.
- Pedazo de vagó, pon la mesa y sirve.- digo con autoridad.
- Yo no soy ningún vago, y para esos estas tu.- Hace referencia a que como soy mujer, debo servir yo, lo cual le causa gracia pues sabe que me disgustare.
-¿Desde cuándo soy tu criada?- le digo intentando controlar mis ganas de estamparle el bol de ensalada a mi hermano en la cabeza.
-Desde que naciste mujer.- Se ríe a carcajadas hasta que le meto una colleja y se ahoga con su propia saliva.
-ups que pena, a lo mejor te pasan estas coas porque eres hombre.- Digo y sirvo para todos menos para mi hermano.
Mientras tanto mi padre ya está sentado en la mesa y espera a que le demos de comer, mi madre se ha ido al escritorio a jugar a algún juego infantil de facebook.
La tele esta altísima, mi padre engulle la comida, yo le doy empujones a mi hermano y le insulto.
-Lea si vuelves a insultar a tu hermano, te romperé los dientes.- Dice en tono amenazante.
-No se te ocurra amenazarme_ Casi grito, mi madre por un momento nos mira y luego parece fingir que la cosa no va con ella.
- Estamos bromeando, no tienes porque amenazarla.- salta mi hermano, lo cual no es nada usual, pues él, me vendería por una moneda.
Estas situaciones son siempre así, y por eso no me gusta estar en casa. Cómo otro bocado y pongo pies en polvorosa. Busco mi archivador y trato de ponerme a estudiar. Pero es imposible así que como ya habrá pasado una media hora, bajo a prepararme un té "el grey" con lima ese tanto me gusta. Su sabor fresco y ligeramente amargo me reconforta. Cuando ya he puesto la tetera y el té, recibo una llamada. Me está llamando karl. ¿Por qué me llama este ahora?
-¿Qué quieres?- pregunto con una nota de pánico, escondida tras esas dos simples palabras.
- Necesito que me escuches.- su tono es suplicante y casi me convence.
-No quiero.- soy seca.
-Por favor.- Suplica, y pone ese tono ligeramente más agudo que contrasta con el grave de su voz.
-Parece que no te has cansado de humillarme, es más, no sé ¿quién coño te ha dado mi teléfono?- Digo tratando de parecer muy enfadada a un que lo que siento es dolor.
- Escúchame un minuto... - parece tan arrepentido...-Treinta segundos.- digo en un momento de debilidad.
-Me sirve, se que te hice daño, que te humille y que jugué con tu inocencia. No hay nada que pueda justificarlo, pero necesito arreglarlo, te necesito... No importa cuánto me tenga que arrastras, pero necesito que me perdones.-
-Olvídalo.- Le Colgué, respire hondo y mi mente se perdió.El té hacían un buen rato que había hervido, al servirlo el color era intenso, oscuro y cuando lo probé ahí estaba ese sabor fuerte y amargo, no pude evitar sentirme como mi té. No podía perdonarle, esa sería la última vez, que oiría su voz grave y pausada, la
última vez que me imaginaria su rostro al hablar tras el teléfono, sería un adiós definitivo. Un adiós jamás expresado con palabras.��W��U;
(Siento lo corto del capítulo pero, esta historia no tendría razón de ser sin este preciso instante.)
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Como volver se loca en un mes.
Teen FictionNo recuerdo como empezó, lo que si recuerdo es como me sentía, había subido en ese viejo autobús, como cada medio día tras salir del instituto, mi hermano hacía el idiota y saludaba como si fuera el rey del mundo a sus amigos. Le pegue un tirón y lo...