2. Pesadillas o bonitos momentos.

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Lloré, hasta caer inconsciente por culpa del dolor de cabeza que me da siempre que lloro y, aquella noche los recuerdos acudieron de nuevo a mí, sin dejar de martirizarme. "El frío recorría mi cuerpo, y entonces una grandes y cálidas manos se cerraban entorno a mi rostro y luego sus labios se dejaban caer en mis mejillas, no podía evitar sonreír y suspirar profundamente en su cuello, mientras nos fundíamos en un cálido abrazo. Cuando abría los ojos, su mirada había cambiado, tenía una sonrisa turbadora.
-Leaa! Sabes que, las gordas, son gordas aunque adelgacen. ¿Cuándo volverás a darte atracones como la cerdita que eres? Aun que adelgaces siempre serás la cerdita torpe. Esa pequeña bolita de grasa que pensó que yo la quería, ¿cómo iba yo a querer a un cerdo?- me tenían fuertemente agarrada y sostenía mi cara en alto para que toda la clase lo viera. No lo podía creer, solo veía las caras de todos ellos riendo sus gracias. Riéndose de mí, o dándole la razón. Empecé a llorar para empeorar la humillación que ya estaba soportándome.


-¡Suéltame!- grite y me removí desesperada, pero él era más grande y fuerte.


-No, vas a sincerarte. Quiero que le digas a todos que eres una cerda torpe y fea.-


-Jamás.- baje el rostro dejando caer mi cabello sobre la cara.


-Siempre ocultándote tras una máscara, eres despreciables y me das asco.-


Musitaba por lo baja deseando que esto acabara, de pronto me suelta y caigo en el suelo sin fuerzas, entonces él susurra en mi oído.

-Esto solo acaba de empezar.- Entonces entra el profesor, no soy consciente de que ocurrió después" Me despierto llorando de nuevo.

Siempre pude soportar duras situaciones, me repongo con cierta rapidez incluso más deprisa de lo que lo hace la gente normal. Pero esta vez, es diferente me golpearon tanto que creo que algo en mi ha cambiado, no dejo de temblar y me estremezco sólo con recordar lo ocurrido aquel día.
Toda mi vida he soportado que los demás se burlaran de mí, pero cuando al fin había logrado recrearme, ser la persona que siempre idealice, me ocurre esto... Mi cerebro es incapaz de procesarlo, es como si la desgracia me consumiera lentamente, ya nada me daba satisfacción o placer. Ahora soy los restos de la cena de un mendigo.

Me levante y baje al piso de abajo, como vi luz me metí deprisa en el pequeño baño de la casa y, me lave la cara con agua lo más fría posible hasta que la hinchazón de mis ojos y la rojez de estos desapareció, bebí agua del grifo y al mirarme al espejo, no te que había perdido aun más peso del que quería, no reconocía la imagen de la chica que el espejo reflejaba. Subí de nuevo a mí cuarto y encendí el radiador, su luz tenue me dejaba ver los dibujos de la pared, intenté perderme en los colores y las caras de los dibujos que tenía colgados. Miré la hora en mi móvil, eran las tres de la mañana habría dormido una o dos horas. Al ver el móvil tenía 16 llamadas perdidas, las borre y también todos los mensajes que recibí. No quería leerlos... ¿Para qué?

Me pongo a escuchar música y me quedo dormida.

Cuando me despierto está sonando el despertador, cojo la toalla y bajo a bañarme. A pesar de que es invierno me baño con agua fría para que me despierte, para darme un golpe con la realidad, quizás para que no me pillen las cosas desprevenidas. Alerta siempre alerta.

Cuando salgo del baño, camino descalza hasta la cocina y pongo la tetera para hacerme medio litro de té. Si, el té es algo presente en mi vida, me da ese puntito entre nerviosismo y euforia que me hacía ser consciente de que sigo viva. Y ya que estoy viva debo jugar, por mas golpes que me de la vida, yo siempre me levantó, como si mi cuerpo se negara a parar y decir basta... ¡me rindo! por muchas razones que haya tenido, no soy ya esa chica que se cortaba o que de verdad quería rendirse y un día casi lo logra en la más absoluta soledad, pero que se aferro a la vida, porque en el fondo sabía que lo que quería era vivir. No sé porque tengo tantas ganas de vivir, a pesar de tantas cosas malas, como las que están ocurriendo, quizás solo estoy esperando a ver si por primera vez puedo ser yo quien decida que pasara mañana en mi vida...


Subo corriendo a vestirme, busco algo cómodo y ancho, me maquilló y bajo. El té ya ha reposado así que lo meto en mi botella, cojo un par de frutas y le grito a mi hermano para que baje, tardan una barbaridad y le advierto que si no baja ya, no llegara a tiempo. Mientras el baja yo abro la puerta y me enfrento al día. Camino por las calles antiguas de mi barrio y llego a la parada del autobús. Al rato oigo a mi hermano corriendo justo a tiempo, porque el bus escolar acaba de llegar. A pasar de ser una ciudad vivo a las afueras porque es más barato y esta es la razón de que deba ir en autobús escolar, ya que el barrio en el que vivo se considera, patrimonio cultural al tener casas con cientos de años (es lo que se conoce como un antiguo barrio de la alta burguesía, se que suena romántico), pero el hecho es que está afiliado a un instituto a una hora de allí en autobús y esto es agotador, aun que te da tiempo a pensar en tu cosas. Buscándole algo bueno a perder dos horas de tu vida en un autobús.


Al sentarme, mi hermano hace lo mismo a mi lado.


- Lea, estuviste llorando. Cuéntame que pasa...- me mira preocupado.

Mi hermano, se preocupa por mí no me lo puedo creer, siempre creí que era un narcisista redomado.


- Estoy con la regla, ya sabes hormonas.- Amada maldición de mujer, pienso tras decir esto.


- No te creo, estoy preocupado desde aquel día, tuve que llevarte encima de mí, y después de ese día te has comportado como si no pasara nada.- Noto su preocupación, pero sé que si digo algo será peor.


- Aquel día...- Respondí con la voz perdida, y luego le mentí. -Fue por culpa de que no había comido nada. Y tuve un bajón.- mentir descaradamente, eso era lo mejor.


-Espero que eso sea, ya sabes que soy un héroe y puedo protegerte aunque seas una grosera, desvergonzada y borde.- Me lo dice tan convencido y teatral que no puedo evitar sonreír.

Como tengo sueño y no pretendo que me saque información non grata, le hago una caricia y me recuesto en su hombro, el parece aceptarlo ya que me quita un mechón de la cara y me deja dormir. Sueño, con su cara otra vez... y cuando me mira siento, la fuerza del autobús al frenar y me despierto. Al ver a mi hermano me siento feliz.


- Ya estamos...- susurro muy contenta. A veces es idiota, pero me saca una sonrisa.


(Hasta aquí el segundo capítulo, dedicado a esas personas que sufren bulling, a las mujeres que se toparon con un príncipe que resulto ser rana. Y a aquellos que desean morir pero aun siguen luchando por saber que les depara la vida)

Como volver se loca en un mes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora