Capítulo I

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Una pequeña Fénix de once años recién cumplidos caminaba por el callejón Diagon con una bolsa llena de dinero en su espalda, miraba a su alrededor fascinada y con ganas de comprarse todo lo que veía a su paso. Con su mano libre sacó de su bolsillo la lista de cosas por comprar, le echó un vistazo rápido y decidió que lo primero que compraría sería su varita. La pequeña castaña caminaba tan distraída con los ojos en aquel papel que ni siquiera pudo divisar que un pequeño de su misma edad también caminaba distraído con las maravillas del callejón. Ambos se chocaron de lleno provocando que cayeran al piso y todo el dinero de Fénix quedara esparcido por la calle.

El niño se reincorporó sorprendido por lo que acababa de suceder, por otro lado, Fénix pareció ignorarlo y comenzó a juntar sus monedas a regañadientes. El niño de anteojos redondos al instante se acercó y mientas repetía varias veces la frase <<Lo siento>> ayudó torpemente a la castaña a recoger sus monedas. Fue cuando Fénix al fin alzó la vista y se topó con nada más ni nada menos que el mismísimo y tan reconocido Harry Potter. Una sonrisa inundó su rostro al instante. Harry se sintió extrañado de que nadie haya querido intentar robar todo el dinero que se había esparcido en la calle, es más, notó que la gente incluso borraba sus ambiciosas ideas al ver a la niña que recogía el dinero, hasta Hagrid se notaba incómodo.

-Es demasiado dinero, ¿No te da miedo ir sola por ahí con todas esas monedas? Podrían robarte.

-¿No me conoces Harry Potter? -Fénix fingió desilusión y en cuanto vio la expresión de culpabilidad en el rostro del niño comenzó a reír de manera amistosa, su risa inocente sonaba graciosa, tanto que Harry no pudo evitar reír también- Todos aquí me temen, nadie se atrevería a robarme -Confesó con desinterés la castaña mientras ponía en su hombro la bolsa otra vez- Mi nombre es Fénix, es gusto conocerte niño.

La Billinghurst miró a Harry a los ojos por unos segundos, haciendo que este se sintiera intimidado pues nunca se había enfrentado a una mirada tan penetrante como la de ella, le causaba una mezcla de entre terror y lástima, en fondo parecía ser una niña triste. Fénix le dedicó una media sonrisa y decidió seguir su camino.

-Billinghurst -La llamó una voz masculina. Fénix giró la cabeza apenas y observó por encima del hombro a quién la llamaba- Feliz cumpleaños, pequeña.

Aquella frase le cayó como un balde de agua fría. No pudo evitar sonreír de oreja a oreja, pues nadie le había deseado un feliz cumpleaños jamás -excepto su cuidador, pero ese tipo tenía menos tacto que una roca- Quién lo había dicho era Hagrid, que también sonreía apenas, sin dejar de apretar el bolsillo interno de su abrigo. A pesar de que Fénix le causaba cierto temor por aquel tema de quién-usted-sabe, recordó lo que Dumbledore les había mencionado a todo el personal y alumnos de Hogwarts.

-No quiero que nadie juzgue, tenga preferencia o descalifique a la futura alumna Fénix Billinghurst por lo que su familia haya hecho en el pasado -Ordenó el director, los profesores se notaban algo incómodos al saber que la niña de la <<profecía>> estaría en el colegio- La niña no tiene la culpa de lo que sucedió, ya demasiado peso tiene al cargar con ese pasado horrible y siendo protegida por el nombre de quién-ustedes...-Respiró hondo y observó a cada uno de los presentes en el comedor- el nombre de Voldemort sin siquiera llegar a comprender por qué.

Muchos quejidos y comentarios de asombro resonaron en la sala por el hecho de que el anciano había mencionado el nombre de quién-usted-sabe sin temor alguno.

-Quiero que traten a la señorita Billinghurst como una estudiante cualquiera más, esta es la oportunidad para intentar cambiar su destino y tal vez prevenir un posible regreso de...él. Recuerden que solo es una niña. -La mirada de Dumbledore paseó por todos hasta terminar en Severus Snape, quien le devolvió el gesto por unos segundos y miró hacia un costado de manera desinteresada.

Between the shadows; Opportunity //Draco Malfoy//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora