24.La Doña está de vuelta

630 56 41
                                    


José Luis Navarrete

Cuando logré que Altagracia se controlara y dejara de gritarme, me concentro en la carretera y de reojo veo que saca un frasco de pastillas.

-¿para que son?- pregunto curioso

-para el dolor de cabeza- suspiro- aunque no me hacen nada, no sé para que las tomo

-toma estas- busco el frasco de Lucho- son las mejores

Ella se las toma y luego de unos minutos empieza a bostezar dandome una mirada quisquillosa.

-¿que me diste?- digo al sentir mis ojos pesados

-pastillas para dormir- digo con gracia- el viaje es largo y con tus quejas no me rinde

-al menos dime a dónde me llevas- veo por la ventana

-es sorpresa- tomo su mano- solo quiero aclarar las cosas

-juego con sus dedos- ¿que hay de tu esposa?- digo con ironía

-esta en- hago una pausa- un hospital psiquiátrico, por ahora, su familia ya la ha sacado más 4 veces en dos años

-te habías tardado- bostezo- quiero estar despierta

-duerme- sonrío- sabes... cuando te conocí me caías agría, siempre de altanera, grosera, compitiendo conmigo sabiendo que yo tenía más experiencia, no sé ni como te..

Volteo mi rostro al escuchar suspiros y la veo completamente dormida, !hasta donde he llegado!, ahora hablo solo...

Me desvío de la carretera para ir a comprar algo de comer, en lo más cercano que encontré sólo habían frutas, bueno, es lo único que distingo a simple vista, no salgo de compras ni por mi ropa, ya voy saber que son todas esas latas...

Conduzco de nuevo hacia la cabaña y llego más rápido de lo que pensé, bajo a Altagracia con cuidado y entro cerrando la puerta con un pie, la dejo en uno de los muebles para ir arreglar la cama, cuando lo hago vuelvo por ella y la acuesto para después ir a la pequeña cocina.

Miro todo a mi alrededor recordando buenos y malos momentos, no todo esta igual que hace años, es de las pocas propiedades que hago conservar su valor, mando gente a que la arregle o lo hago yo mismo para que perdure, no quiero que se caiga ni un pedacito de madera, en cuestión material y sentimental, esto es lo más valioso que tengo.

Pasan las horas y yo me concentro en mi móvil rogando que Altagracia despierte rápido pero nada, malditas pastillas. Me entran unas notificaciones de aquel idiota que tanto odio pero que por mi bien es mejor no demostrarlo, ignoro las llamadas aunque sé que me arrepentiré pero no puedo arriesgarme a que Altagracia me escuche.

Me acerco sentandome a un lado de ella.

-Altagracia- susurro- Altagracia- veo que se remueve un poco y empieza hablar incoherencias

-trato de abrir los ojos con un bostezo- Saul, mi amor ¿estás ahí?- pregunto al tener mi vista borrosa

-mmm- ruedo los ojos

-parpadeo varias veces- José Luis- frunce el ceño

-no, Saul- digo sarcástico

-lo siento, creo que estaba soñando- veo mi reloj de pulsera- !santo cielo!- me paro rápidamente- ¿que hago aquí?- le grito

-shh ya ya- la agarro de la cintura- mira a tu alrededor

-hago lo que me dice- no quiero estar aquí- me alejo- Luis, no creas que porque somos socios, las cosas van a ser como antes, yo ahora tengo una familia, la cual adoro y no pienso perder por nadie- tomo sus manos- tú fuiste y siempre serás muy importante para mí y reconozco que cuando te volví a ver algo en mí cambió, supuse haber sentido cosas pero creo que más bien fue la impresión de volverte a ver, pero yo amo a Saul, hemos luchado mucho por llegar hasta aquí, tenemos una hija y planeamos más, no pienso destruir todo lo que hemos construido por nada ni por nadie- hago una pausa- mira, yo no suelo darle explicaciones a nadie y no tengo porque hacerlo contigo, pero lo hago para que me hagas las cosas más fáciles y dejes de tratarme como antes, nada de mi cielito, ni gomita, ni bollito, peluche, nada de esas cosas, tampoco que me estés secuestrando- suelto sus manos

𝑬𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 𝑵𝒐 𝑻𝒊𝒆𝒏𝒆 𝑬𝒔𝒄𝒂𝒑𝒆❣︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora