Capítulo 10. Dañar sin sangrar

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Disclaimer: Los personajes no son de mi propiedad ni autoría.

Universo Alternativo
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El miedo es la emoción más difícil de manejar. El dolor lo lloras, la rabia la gritas, pero el miedo te atrapa silenciosamente en tu corazón.

- David Fischman

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Seis meses atrás. Día después del aniversario. 12 p.m.

Lisbon ha llamado a la oficina de su jefe para informar que ha tenido un percance y que llegará un poco tarde al trabajo.

Después de levantarse, lo único que deseaba era tomar una ducha larga y relajarse. Una vez bajo la regadera, observa con detenimiento cómo los cristales comienzan a empañarse debajo del caer constante del agua. Los recuerdos de su noche de aventuras la abruman, confundiéndola y obligándola a sacar conclusiones; maldice al vino y a cada bebida alcohólica que existe, pensando que, además de ser los causantes de sus malas decisiones, de seguro tendría que recurrir a ellos más tarde.

Se había despertado con una resaca ejemplar como resultado de su exceso, y recorrido cada parte de su apartamento, siendo testigo de todo el desorden acumulado. Su experiencia en el campo le hizo sorprenderse al no hallar un cadáver pues, con mucha facilidad, el lugar podría hacerse pasar por una escena del crimen.

Aunque, según lo había intuido su instinto, si ocurrió un crimen ahí: dentro de su habitación, en su cama, entre sus sábanas grises. Un exquisito y delirante delito del cual, las marcas en su abdomen y cuello, aunados al evidente hecho de que el resto de sus prendas estaban regadas por doquier, eran la prueba. La única interrogante era, ¿dónde estaba él? El sujeto que constante la sacaba de sí misma, pero cuya compañía y excelente sentido del humor siempre era bien recibido, el hombre de rizos rubios con su sonrisa coqueta y palabrería infantil a quien le pertenecía el saco con el que despertó.

Sonríe enamorada, risueña, como no se había sentido en tantos años. La parte realista dentro de ella, la obliga a precipitarse a la negación, a contemplar la posibilidad de que lo ocurrido había sido una cadena de acciones corrompidas por sus emociones y su estado de confusión. Lo único que tenía conciso, era que los involucrados debían discutirlo para conocer las posibilidades y alcances de las consecuencias.

Un atuendo casual, algunos retoques, y se encuentra conduciendo al trabajo y, mientras lo hace, es feliz. Le es imposible descifrar cómo pequeñas acciones de quienes amamos y queremos pueden resultar tan positivas para uno mismo, tanto así que por un momento pueden borrar de la mente las más horribles de las memorias.

Con una mañana perfecta, ella prevé que el resto del día será igual de agradable.

•••

—Apuesto diez dólares. —El agente surcoreano le dice a la pelirroja.

—¿Enserio nadie me cree? —la chica hace una expresión de fastidio—. No importa, aceptaré de igual forma, diez dólares es mejor que nada.

—¿Cómo estás tan segura de que ganarás? —Le cuestiona Risgby.

—¿Aún no lo notan? —Ella hace un ademán tratando de señalar lo que considera evidente. Sus compañeros se miran entre sí y después niegan con la cabeza—. Es demasiado obvio chicos.

—¿La jefa y Jane? —Wayne refuta su postura.

­—Son como hermanos, nunca pasará. —Su amigo lo defiende—. Como sea, mejor volvamos al trabajo.

Caos de heridas | Jisbon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora