Capítulo 9. Como el diablo

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Disclaimer: Los personajes no son de mi propiedad ni autoría.

Universo Alternativo

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El infierno está vacío, todos los demonios están aquí.

-William Shakespeare

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Mientras se dirigía hasta el lugar donde fue rastreada la llamada de Jane, Lisbon presiente que algo malo ha ocurrido, al visualizar a la distancia los colores cambiantes entre rojos y azules provenientes de las torretas de por lo menos, tres patrullas.

Su agobio después de su llamada con el rubio la llevó a informar a su equipo sobre la situación e iniciar en secreto una búsqueda y, a falta de un vehículo propio, pedir de favor a Cho que la recogiera.

Cuando el auto está lo bastante cerca, ella lleva sus manos hasta el colgante en su cuello, apretándolo con fuerza y recitando alguna de las oraciones que aprendió en su juventud. Kimball la observa de reojo mientras intenta concentrarse y dejar a un lado los trágicos desenlaces que le invaden la mente, pues, incluso para él, la situación es estresante.

Una vez el vehículo se ha estacionado, la pelinegra baja y se aproxima al encuentro de VanPelt y Risgby, quienes ya se encontraban en el lugar. Los agentes prefieren evadir sus preguntas y se mantienen cabizbajos, sin dirigirle aun la palabra. Lisbon se percata de que, a su alrededor, plasmadas en el asfalto, hay varias marcas de neumáticos que derraparon sobre la carretera.

Con temor, camina lento hasta el límite de la autopista, al final del pequeño barranco. Al llegar, agacha la cabeza y observa ahí, un vehículo destrozado como escena del crimen. Su corazón se parte y su rostro comienza a bañarse en lágrimas involuntarias, tiene que cubrirse la boca para que sus sollozos no sean audibles.

—Jefa —Cho la saca de sus pensamientos—, tenemos algo.

El asiático le extiende una carpeta. Lisbon se permite mostrarse en su punto más vulnerable frente a todos los agentes y policías.

Ver al personal forense descender de su vehículo con sus herramientas, es una sensación indescriptible para los cuatro miembros de la unidad.

La de ojos verdes intenta calmarse y respirar, deseando con todas sus fuerzas tener a su consultor a su lado para animarla. Su nostalgia es golpeada por una devastadora realidad, cuando ve como es trasladado un cuerpo por una camilla.

—Agentes —un policía se acerca hacia ellos—, estas son las únicas pertenencias del sujeto que pudimos encontrar.

Extiende un teléfono que los cuatro observan, sabiendo a quién pertenecía.

VanPelt estalla en llanto y busca refugio en los brazos del castaño. Lisbon no puede moverse, se queda estática en su lugar mientras más lágrimas silenciosas caen por sus mejías. Es Cho quien tiene las suficientes agallas para tomar el electrónico.

—Necesitamos que uno lo identifique para poder proceder con el protocolo. —concluye el servidor público y se aleja.

—Yo iré. —Risgby se ofrece. Conoce que la situación es difícil para todos y no quiere que aquellos que más ama sigan sufriendo, así que camina tras el oficial.

Avanza despacio hasta llegar a la camilla. Cuando los forenses abren con cuidado la bolsa que transporta el cuerpo, Wayne comienza a reír como un idiota, un sonido tan escandaloso que llama de inmediato la atención de los demás. Nadie comprende su repentino cambio de emociones y su reacción ante un desafortunado evento.

Caos de heridas | Jisbon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora