Quince minutos más tarde estábamos en el hospital. La chica de recepción, rubia y de grandes curvas, nos pidió que aguardáramos un segundo para que chequeara en qué habitación se encontraba Ryan. Kat me tomaba fuerte de la mano y apoyaba su cabeza en mi hombro. Intentaba decirle frases de ánimo, pero no estoy segura de haberlo hecho muy bien.
–Butler… Se encuentra en la última habitación a la derecha por este pasillo. – Nos explicó la recepcionista señalando a su izquierda tras un ojeo a su computadora.
– ¡Gracias! – contestamos al unísono con Kat. Caminamos por el pasillo indicado, Kat iba a un paso muy acelerado, por poco trotaba.
Cuando llegamos a la última habitación a la derecha, Justin se encontraba allí. Estaba sentado en el banco de espera más cercano a esa puerta, estaba mordiendo su labio con preocupación, mirándonos fijo mientras nos acercábamos.
–Hola amor. – saludé a Justin con un beso y ambas nos sentamos a su lado. – ¿Cómo está Ryan?
–El doctor salió hace unos minutos y me dijo que está bien. Solo hay que aguardar porque quiere hacerle un análisis de sangre para ver que esté bien de azúcar.
–Genial, ¿ves Kat? No hay por qué alarmarse. – dije con orgullo y felicidad
–Si hay. – me respondió ella seria. – ¿Y si esos hombres siguen buscándolo? Además, ¿Por qué te sigues viendo tan preocupado, Justin? Tengo el presentimiento de que hay algo que no sé.
–Tranquila. – Justin se inclinó y la miró penetrante a los ojos. –Conozco a Ryan desde muy pequeño, siempre me preocupa que algo le suceda, es mi mejor amigo ¿comprendes? Y no creo que haya tipos buscándolo, él jamás se metería en asuntos de dinero y demás. Puedo asegurarte que fue un mal entendido.
– ¿Y por qué aún me siento como si estuviera sin paracaídas en una eterna caída libre?
–Se llama adrenalina. A veces el amor te hace sentir así.
Kat soltó mi mano y suspiró. Justo entonces, salió un enfermero de la habitación y nos informó que ya podíamos pasar. Nos levantamos los tres con suma velocidad y un microsegundo después ya estábamos adentro de la habitación. Ryan estaba sentado en la cama, tomaba una lata de Sprite. Uno de sus ojos estaba morado y tenía un pequeño tajo ya cicatrizado en el labio inferior. Su remera estaba colgada en una silla al costado de la cama, el torso de Ryan estaba desnudo dejando al descubierto algunos moretones y raspones que me dolían de solo verlo.
La primera en abrazarlo fue Kat. Justin y yo aguardamos con paciencia que su largo abrazo terminara para poder acercarnos y hablar un poco.
–Hermano, ¿estás bien? No luces muy bien… – bromeó Justin.
–Perdí la conciencia por unos minutos pero ya estoy mejor, solo me duele un poco todo el cuerpo.
Una extraña mirada se cruzó entre ellos produciéndose el silencio. Justin se sentó en la cama a su lado y lo abrazó con fuerza. Tuve la sensación de que le susurró algo a Ryan antes de soltarlo.
–Ryan, puedes ponerte la remera. – dijo el doctor por detrás de nosotros. –Solo aguarda un segundo y podrás irte.
Se puso la remera y volvió a abrazar a Kat besándola en la mejilla. Yo solo lo observaba porque aún no comprendía el hecho de que “por accidente” dos tipos lo golpearan de esa manera. Le sonreía porque me alegraba que estuviera bien, de verdad que sí. Pero quería saber si había algo tras eso y qué es lo que era. Justin se acercó a mí y me tomó la mano, pensé que tal vez notó mis gestos.
–Los dejaremos solos un rato. – exclamó y me llevó fuera de la habitación.
– ¿No confías en él? – me susurró con la voz ronca y fría.
–Sí, lo hago, pero ¿realmente crees que fue un error?
–Sé que no hizo nada. Lizzy, fui yo.
– ¿Tú? ¿Pero qué fue lo que hiciste? ¿Por qué no estás tú en su lugar?
–Debería estar, tienes razón… Lizzy, yo solo trataba de terminar con todo eso, con todo el tema del incendio en la iglesia. Les íbamos a pagar para que uno de ellos se culpara por lo sucedido pero con otra versión que no los meta en tantos problemas. Para hacer el cuento corto, Ryan no estaba de acuerdo y se marchó. Les pagué solo una pequeña parte y ellos me dijeron que no harían nada hasta que tuvieran todo el dinero en mano. No sabía si era correcto así que solo les dije que lo hablaría con Ryan y después les terminaría de pagar. Una hora más tarde recibí el llamado desde aquí diciéndome que mi mejor amigo estaba inconsciente en el hospital.
– No puedo creer que seas tan idiota de poner en riesgo a tu mejor amigo por un crimen que tú cometiste. ¿Y si ellos se acercaban a mí y me decían “Tu novio me debe dinero” y comenzaban a golpearme a mí? No tienes idea la cantidad de cosas que pudieron haber pasado. Todo por limpiar tu nombre, eso es tan egoísta y estúpido.
– ¿Egoísta? Lizzy, nada de eso fue por mí, lo hice por ti.
– ¿Por mi? ¿La culpa es mía?
–No, es mi culpa, todo es mi culpa pero debes escucharme. No sé cómo, pero esos chicos ya sabían que habíamos sido Ryan y yo. Nos ofrecieron incriminarse al día siguiente en el que ocurrió el accidente. No lo aceptamos, no pensaba hacerlo pero esta mañana cuando me contaste que tu padre se había peleado con Ally por mi culpa; y el ver que te sentías terrible por eso, me destruyó. Me sentía un idiota y pensé que si Ally veía que había sido otro sujeto tal vez se disculparía con tu padre… Solo quería ayudarte, de verdad.
–No ayudaste a nadie, solo perdiste dinero y podrías haber perdido a tu mejor amigo.
–Lo lamento, no quise que las cosas fueran así, jamás lo imaginé Lizzy, no quiero que te molestes conmigo.
–No estoy enojada pero, ¿Cómo sé que puedo estar a salvo a tu lado? –Justin calló por un momento. Me tomó de las manos y me miró a los ojos con desanimo.
–Simplemente no puedes saberlo pero no me digas que vas a alejarte. Por favor no lo hagas. – Su voz se quebró en las últimas palabras y gracias a Dios no tuve que decir nada. El doctor nos interrumpió pidiéndonos permiso para entrar a la habitación. –Ya puedes retirarte – lo escuché decir. Ryan y Kat salieron tomados de la mano, sonriendo y felices. Justin y yo solo nos soltamos las manos y nos apartamos sin decir una palabra. Tomé con fuerza la bolsa en la que se encontraba mi bikini nuevo y solidifiqué cada músculo de mi cara para no llorar. En ese momento caí en cuenta de que lo que Justin le había susurrado a Ryan minutos antes, <<Lo lamento>>.
Al salir del hospital Justin nos ofreció a llevarnos a nuestras casas, ya había alquilado el auto con el cual nos íbamos a ir al día siguiente. Como mi otra opción era caminar, o el micro, acepté al igual que Ryan y Kat. A ellos los dejó en el departamento de Ryan y luego nos encaminamos a mi casa. El recorrido fue silencioso, solo se escuchaba el viento ingresando por las ventanillas, ni siquiera estaba prendido el estéreo. El viaje más incómodo de mi vida.
Justin estacionó justo en frente de mi casa. Me limité a decirle “Gracias” y él solo asintió con la cabeza. No me miró a los ojos pero yo sí a él y estaban húmedos, obviamente tenía ganas de llorar pero no dije nada al respecto. Estaba sorprendida ante su reacción, no era tan duro como aparentaba ser y me amaba más de lo que demostraba, o por lo menos es lo que yo quería creer.
Abrí la puerta y me bajé, pero antes de cerrar la voz de Justin me detuvo. – ¿Qué hay de mañana? – me dijo con la voz quebrada y aún sin mirarme a los ojos.
–Bueno… Ya alquilaste el auto.
–No voy a obligarte a venir conmigo si no quieres
–Es que si quiero.
– ¿Estás segura? No lo comprendo…
–Yo tampoco, es que tal vez no me molesta “estar en peligro”… No si es por ti.