Capítulo 19

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Al cabo de una hora sonó mi celular. Atendí de prisa y Justin, Kat y Ryan se incorporaron en sus asientos mirándome a los ojos, intentando adivinar que sucedía del otro lado de la línea.

– ¿Hola? – dije casi gritando por la impaciencia que recorría mi cuerpo.

–Lizzy, cariño, quédate en donde estas, no vayas a casa. – mi papá. Sonaba agitado y desesperado.

– ¿De verdad crees que soy como una ilusa princesa? Me das asco. – Había muchas preguntas por hacerle, quería saber donde estaba, como se encontraba pero también quería saber que él no me despreciaba tanto como Justin me había dado a entender.

–Lizzy… No mentiré. Todo lo que supongo que Justin te ha dicho es cierto. Y si, también te he llamado mi “ilusa princesa” pero quiero que sepas que no es lo que siento en realidad. Hija, eres lo más importante y valioso que tengo, más que toda esta basura que estamos viviendo, mucho más que ese estúpido dinero. Solo quería aparentar, mientras más “rudo” pareciera más fácil sería manejar las cosas.

– ¿Sólo para aparentar? ¿Cómo sé que dices la verdad ahora? ¡Eres el peor padre que cualquier chica pueda tener!

–Cariño, no hay tiempo. Prometo recompensarte por el daño que te estoy haciendo, seré el padre que de verdad necesitas y no más este inútil ambicioso. Pero ahora debes escucharme porque las cosas realmente se están saliendo de control. ¿Estás en casa de Kat?

–Si, Ryan, Justin, Kat y yo estamos aquí.

–Genial, quédense allí, los cuatro. Dile a Justin y Ryan que ya no hay más trato, no habrá dinero para nadie, tampoco para mí, que el dinero se lo quede la iglesia o estos mafiosos, quien sea, ya no importa.

–Debo decir que es un alivio escuchar eso, pero ¿y ahora qué?

–Les demostraré que el dinero no está en mis manos, les demostraré que aún está en la iglesia e intentaré informar a la policía sobre todo pero no estoy seguro sobre esto último, pero mientras me libre de ellos estoy conforme.

– ¡Nosotros podemos informarle a la policía!

–No, Isa no se involucren, ¿me escuchaste? Ninguno de ustedes es parte de esto ahora, olvídense. Debo irme, cuídense, y no salgan de casa.

–Adiós papá, se precavido, te amo.

Cortó el teléfono y a penas despegué el teléfono de mi oreja, comenzaron a hacerme preguntas sobre la conversación. Les repetí las palabras de mi padre y al terminar nos quedamos mirándonos unos a otros sin saber que hacer o decir.

–No creo que debamos quedarnos cruzados de brazos. – dijo Justin al cabo de un rato. –Es decir, informemos a la policía de todos modos, hagamos las cosas lo más disimuladamente posible, ayudémoslo, está en un gran aprieto.

–Nosotros también lo estábamos y logramos escaparnos, no te vuelvas a involucrar. – le contestó Ryan mirándolo duramente a los ojos.

–Es el papá de Lizzy. Mira, sé que la idea era hacer que guarden silencio y que ya estamos libres de esta mierda, pero aún quiero protegerla. – exclamó con voz firme, señalándome mientras le devolvía la fría mirada a Ryan. –No voy a dejar que estos tipos causen un temblor en su familia y luego se salgan con la suya, solo hay que llamar a la policía.

Ryan permaneció en silencio durante unos segundos. Aflojó los músculos de la cara y bajó la mirada.

–Eres mi mejor amigo, no estoy de acuerdo, pero te apoyaré.

Se dieron un abrazo y sentí compasión por el momento. Todo había parecido tan tenebroso desde el principio pero nos habíamos vuelto unidos como si nadie hubiera sido codicioso, como si nadie hubiera mentido y hecho mal las cosas. Había dolor, si, pero se había vuelto soportable, incluso para Kat que tal vez nunca iba a volver a creer en un hombre.

Nos fuimos al sótano, tiramos dos colchones allí y llamamos al delivery para pedir pizza. Kat nos advirtió que sus padres llegarían a medianoche y no podían saber que nos encontrábamos allí. Pero eso no fue problema porque después de cenar la pizza nos quedamos profundamente dormidos, Kat en su habitación, Ryan en uno de los colchones y Justin y yo en el otro. A pesar de que mi cerebro, bastante lógico y correcto, aún quería huir de Justin, mi corazón y mi mente no podían dejarlo ir. Me encantaba la idea de haber pasado por un tsunami y seguir junto a él, se escuchaba tan romántico… Dormir con él aquella noche, sentir sus brazos en mis caderas y su nariz en mi cuello fue sumamente relajante y excitante para mí. Tal vez, después de todo, nada de lo bueno es completamente bueno del todo, pero también lo malo no es tan malo en realidad, solo hay que saber cómo mirar las cosas.

Fuera de PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora