Capítulo 18

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No estaba segura sobre si quería saltar del auto, si quería vomitar, si sentía adrenalina o si quería golpear con fuerzas algo. Solo sé que sentía un enorme nudo en el estómago y a medida que trataba de relajar mi mente, el nudo parecía ajustarse aún más.

– ¿Sabes conducir? – preguntó Justin con una notable voz temblorosa.

–Algo así. No muy bien, solo he subido al volante un par de veces y en calles vacías.

–Necesito que lo hagas, es el corte sobre mi ceja… Duele.

–Justin, yo no podría, además no podemos parar el auto, perderíamos ventaja… – lo observé con pánico y noté como fruncía en seño y respiraba profundo. Sus manos le temblaban y aún salía un poco de sangre de la herida.

–Estoy mareado, Lizzy. Te necesito, ahora. Solo siéntate sobre mi y toma el volante, casi no hay autos. – Suspiré y cerré mis ojos tranquilizándome a mí misma.

–Está bien, lo haré.

Antes de arrepentirme, desabroché mi cinturón y me crucé con algo de dificultad al lado del conductor, sentándome sobre Justin. Mientras yo me acomodaba, él pegó su cabeza a la ventanilla para poder ver la ruta, de todos modos no pudo evitar que el auto se zarandeara un poco. Bajé el asiento y lo acomodé para no quedar pegada al techo ni que mis rodillas golpearan el volante, luego puse mis manos al lado de las de Justin, sujetando firmemente el volante y él se desplomó en el asiento, dando un suspiro de alivio.

–A la cuenta de tres sacaré los pies de los pedales. – me advirtió con una voz débil. –Debes estar atenta Lizzy. – Sus manos se posaron en mis caderas, las sentía temblar. –Uno…Dos… ¡Tres! –El auto bajo un poco la velocidad pero en menos de un segundo volvimos a recuperarla.

–Bien hecho princesa, bien hecho. – dijo casi en un suspiro.

–Creo que puedo hacerlo. – lo dije algo tarde, pero es que apenas podía emitir un sonido por el pánico.

–Claro que puedes… No tienes idea como se me está partiendo la cabeza, gracias a Dios estas aquí conmigo.

–Descansa si quieres, duerme un poco, te curaremos en cuanto lleguemos a casa de Kat.

–No, no dormiré. – respondió, pero sentí su cuerpo relajándose debajo de mi. –Quiero estar despierto por si me necesitas, pero si puedes no necesitarme, mejor.

–Intento no necesitarte, entendido.

Justin rió aunque sin energía. Sus manos aún posadas en mis caderas comenzaron a acariciarme el cuerpo: caderas, panza y espalda. Era probablemente el momento más estresante y terrorífico de mi vida, pero sus caricias lograban relajarme. Estaba algo feliz de que la policía provincial jamás apareciera. Estaba conduciendo a muy alta velocidad, sin licencia de conducir, sentada encima de una persona algo inconsciente. Sin embargo, una parte de mi quería encontrar un oficial, tal vez así podría decir: “nos persiguen unos lunáticos que nos quieren robar dinero que no tenemos”, aunque lo más probable era que no ayudara mucho.

Tal como dijo Justin, estacioné (aunque muy, muy mal), en un callejón vacío a algunas cuadras de la casa de Kat. Nos bajamos del auto y Justin se puso una campera, tapando su cara con la capucha. No sabíamos si habían alcanzado a seguirnos el rastro y una pequeña prevención nos sería útil.

Llegamos a casa de Kat y sin pasar ni 5 segundos de haber tocado el timbre, Ryan abrió la puerta con suma rapidez. Cerró la puerta tras de nosotros y dio un abrazo a los dos.

–Lo lamento, iba a esperarlos, pero ya le conté todo a Kat. – dijo con un notable tono de vergüenza. Justin afirmó con la cabeza y se dirigió al sofá y se derrumbó en él. Justo a su lado, donde terminaban sus pies, estaba Kat, con unas cuantas lágrimas corriendo por su mejilla. Sin decir nada me senté sobre ella, besé su mejilla y la abracé con fuerza. Ryan permaneció de pie frente a nosotros.

–Necesitaba ser yo quien le dijera que yo no… siento nada. De verdad lo lamento, a ambas.

–No te preocupes, comprendo que necesitaban nuestro silencio, pero duele y mucho. – respondió Kat apoyándose en mi hombro. Ryan bajó la cabeza, estaba arrepentido y podía notarse. Creo que él también hubiera llorado si se hubiese animado, pero al parecer los hombres no hacen eso.

–Eres sensacional Kat. – dijo con una voz muy suave sin coraje para mirarla a los ojos. –Sé que algún chico te amará, cuidará y protegerá como mereces, pero ese chico no soy yo. Te compensaré todo esto, de verdad lo haré, no dejaré que las cosas terminen así.

–A ambas. – dijo Justin con los ojos cerrados y las manos posadas sobre su pecho. –las recompensaremos a ambas.

Kat dejó de llorar y secó sus lágrimas con sus dedos. Le pedí el botiquín y desinfectamos la herida del ojo de Justin y también los raspones de su cuello, limpiamos la sangre que había quedado sobre su ceja y por el costado del ojo y por último pegamos su no tan pequeño corte con el pegamento “La Gotita”. Kat nos dio unas galletitas con chispas de chocolate hechas por ella y también nos sirvió jugo de naranja exprimido (comprado). Justin ya se sentía mejor y los cuatro estábamos más relajados.

–Ahora solo hay que esperar que tu padre nos llame o nos mande un mensaje o algo. –dijo Justin llenando su boca con una de las galletas. A partir de ese momento ya no teníamos nada que hacer, solo esperar. Lo más probable era que mi papá se imaginara que estaba en casa de Kat, pero no iría ahí si eso me ponía en peligro, o por lo menos eso quería pensar. Había algunas preguntas que aún rondaban en mi cabeza, pero allí las dejé. Observé a Justin devorando esas galletas como si hubieran pasado años desde su última comida y sonreí pensando en lo inocente que así se veía. Recordé todas las veces que en mi mente lo llamé criminal y todas las veces que intenté odiarlo. Aún intentaba odiarlo. Pero era inútil, todos mis esfuerzos por quitarlo de mi mente eran una forma indirecta de pensar aún más en él. No tenía importancia que sucediera ni lo que él hiciera ni lo que yo intentara, estaba enamorada de él.

Fuera de PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora