No sé cuánto tiempo más estuve ahí. Sé que no podía moverme, que me encontraba realmente mal, que no había parado de llorar ni un solo momento, y que mi cabeza daba demasiadas vueltas. No había mirado el reloj desde hace horas, por lo que no podía calcular los minutos que me había pasado ahí. Aún así, mantenía el teléfono móvil en mi mano, no sé desde cuándo.
Escuché dos voces, nerviosos, y reaccioné cuando sentí una mano sobre mi rostro.
-¿Estás bien? -dijo Jia, acariciándome.
Había vuelto en sí, pero seguía débil por todo lo que había pasado. Estaba muy muy triste. Era muy posible que me hubiera dado un ataque de ansiedad bastante gordo. Nunca me había pasado eso.
-Creo que debería volver a casa -Peter parecía preocupado.
-No, no pienso dejar que se vaya así. ¿Podría tomar ahora un largo descanso con él para ver si se calma?
Peter se rió.
-No te preocupes. Ahora hay menos invitados. Ray y yo nos encargaremos, pero volved.
Jia me ayudó a levantarme y tiró de mí, agarrando mi mano y guiándome fuera de ahí. Pasamos un instante por el salón en donde estaban los invitados, pues las escaleras para subir estaban en un lateral de este. Quitó una barra de seguridad que había allí y subimos, volviendo a ponerla en su sitio tras pasar.
Cuando llegamos arriba abrimos una puerta que estaba cerrada. Jia sacó un montón de llaves y abrió, para después pasar por ahí. Aquello era una especie de azotea que vi poco por la poca luz que había. Nos metimos en una casita que estaba allí, la cual también se abría con llave, y pasamos. Solo veíamos un largo pasillo.
-La primera puerta a la izquierda es el baño. La siguiente es el cuarto de Ray, y la siguiente el mío. La primera a la derecha es una pequeña cocina que tenemos con lavandería y eso. Nuestra casa no tiene más y tampoco voy a hacer por enseñarla ahora mismo.
Jia estaba más seria que de costumbre. Parecía que algo había molestado a la chica, o bien estaba preocupada. No quería pensar que yo era el culpable de todo eso, pero lo era.
Me llevó a su cuarto y me metió dentro, poniendo el pestillo incluso. Estaba encerrado y no me gustaba.
-¿Jia? -pregunté.
-Vamos a hacerlo.
Me giré para mirarla, asustado. No me venía bien ningún evento extraño más aquella noche. Ella, igualmente, me miraba con seriedad y decisión.
-¿Hacer qué?
-Sexo. Vamos a follar esta noche.
-¿¡Jia!?
La chica se quitó el delantal y la camisa, desabrochando cada uno de los botones. No era la primera vez que veía unos pechos, pero siempre me sorprendía. La verdad es que ella no tenía muchos. Igualmente, la rapidez que tuvo para quitarse el sujetador era para record Guiness.
-Quítate también la camisa.
-Pero...
Ella se acercó, apurada, retirándome el delantal y la camisa, cogiendo mi móvil después y tirándolo a la cama. No me resistí mucho, estaba muy confuso. Ella se quedó mirándome, atenta y pensativa. Tenía miedo, en realidad.
-Angelo.
-Dime.
-¿No te sientes un poco diferente aún?
-¿En qué sentido?
-No sé, cachondo. Estás viendo a una mujer desnuda que desea acostarse contigo y...
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Phoenix Smile
Teen FictionAngelo Bianchi es un estudiante de bachillerato con muy mala suerte. Su padre le había echado de casa tras diecisiete largos años viviendo con él al descubrir que su difunta madre le había engendrado con otro hombre. Por ello, tras la muerte de ésta...