En aquella semana, Felix faltó los dos primeros días. Sheila me fue sincera sobre él y me dijo que se había hecho mucho daño en el brazo, y que lo estaba pasando muy mal. No dijo nada respecto a mi, ni que tuviera que ver conmigo. Me dijo que su padre le estaba tratando peor cada día que pasaba y había llegado un momento en que no le dejaba ni salir de casa. Le estaba obligando a hacer cursos estúpidos para su próximo puesto laboral.
El miércoles volvió a clase. Vino con el brazo vendado, con la mano inmóvil, y sin alma. Sin duda, Felix había perdido todo lo que le quedaba de él.
Todos le estaban ayudando a que se animara. Todos menos yo. Yo era una de las razones por las que su padre estaba como estaba. Debía mantenerme alejado en una zona peligrosa como esa. Puede que hubiera espías, y no estaba como para hundir más su vida.
Días después, a Felix se le veía algo mejor. Había conseguido que su padre le dejase salir gracias a Sheila, que le dijo que tendrán varias citas a la semana. Sabía que muchas veces solo se iban a casa de ella, pero también había ido al Twilight. Nunca había servido su mesa, y a mí casi siempre me tocaba en barra. Echaba en falta sus visitas para hablarme de alguna tontería.
También me mandaron la confirmación de que dejaba de ser Bianchi, para ser Angelo Sinclair. Ya pude entregar los papeles y me cambiaron el nombre en todos los registros. Estuve equivocándome en los exámenes y dejando tachones en mi propio nombre durante dos semanas. Luego, me mentalicé. Aún así, era satisfactorio no tener el apellido de un mal padre.
Diez días después del accidente más o menos, Sheila me dijo que ella iba a dejar de sentir cosas por Felix. Él era claramente gay, y ella no podía hacer nada ahí. Dijo que no podía ganar dentro del corazón de Felix. Además, parece que había alguien que le había empezado a interesar, y quería probar suerte a abrir el corazón a esa persona. Solo diré que cuando digo que hay personas que hacen buena pareja, lo hacen. A pesar de todo, dijo que intentaría alargar lo máximo posible su compromiso para que no tuviera problemas por ahora, pues ambos ya lo habían pasado mal.
Todos se preocupaban mucho por mí, y querían que yo mejorara y estuviera mejor, pero no podía. Además, empezaba a dormir bastante mal y al final acababa desapareciendo en el recreo para recuperar las horas de sueño perdidas. También hubo varias clases que me salté para estar en la enfermería. Acabaron llamando a mi abuelo, y él me defendía, pero al final acabó recomendándome ir a ver a un psicólogo. Le dije que me lo pensaría.
Lo extraño es que, unos días antes del mayor evento de ese mes, recibí una nota desconocida mientras dormía. Alguien había venido mientras estaba durmiendo.
Solo ponía "Quiero recuperar tu sonrisa".
Podría ser cualquierda de las personas cercanas a mí, por lo que intenté no pensar mucho en el tema. Lo que sí pensé es si de verdad hacía tanto que no sonreía de verdad.
Quizás si, debía ir al psicólogo.
Antes de irme aquel día, Sheila nos paró a todos en la clase.
-Chicos, no os vayáis tan deprisa. Tengo que hablar con los cinco.
Si, los cinco. Evidentemente estaba Felix ahí. Había pasado ya como quince días, por lo que ya no llevaba una venda. Gracias a Shei había conseguido evitar más daños grandes, aunque sus manos seguían llenas de tiritas como siempre. Al menos, parecía algo mejor.
Miramos todos a la rubia, y ella sacó varias invitaciones. Nos dio una a cada uno, y dos a Jia porque una era para Leslie. Parecía que iba a celebrar algo.
-¿Son de la boda? -dijo Jia, riéndose.
-No, idiota -Sheila se cruzó de brazos-. Son de mi cumpleaños. Me hago mayor.
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Phoenix Smile
Teen FictionAngelo Bianchi es un estudiante de bachillerato con muy mala suerte. Su padre le había echado de casa tras diecisiete largos años viviendo con él al descubrir que su difunta madre le había engendrado con otro hombre. Por ello, tras la muerte de ésta...