II

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Inosuke se encontraba incrédulo ante lo que acababa de escuchar: Aoi se ofrecía a enseñarle a leer y escribir, sonaba aún más risible en su mente. Es verdad había dejado que Gompanchiro le enseñase algunas cosas, pero esto solo era un acto de clemencia y consideración con su subordinado. No encontraba ningún interés o utilidad de realizar u observar trazos de tinta sobre el papel.

— Me niego. — Dijo con tanto desinterés, que el orgullo de Aoi se sintió expuesto y agredido.

— ¡Intentaba hacerte un favor! — Aoi apenas si pudo conservar sus impulsos de gritar y sermonear mucho más al muchacho, después de todo aún se encontraba en el área de recuperación de la Finca.

Inosuke se encontraba recostado en una de las camas destinadas al reposo de los cazadores heridos que la Finca recibía, con el torso de su bata sin abrochar, empero, aún mantenía su máscara de jabalí puesta.

Aoi estaba parada al lado de aquella cama ocupada, había ido allí como parte de un chequeo rutinario, y fue entonces que se le ocurrió realizar esa proposición a Inosuke, aunque ella misma se preguntó la razón que la motivó a realizar la propuesta, no espero para nada la respuesta de este. Antes de perder la compostura que aún mantenía decidió marcharse de allí sin siquiera despedirse y con la intención de no regresar en mucho tiempo, las otras niñas podrían realizar los cuidados de los pacientes de aquella sección.

Inosuke después de aquella interacción, fijo su mirada en el techo de la habitación. Inútil e innecesario, su mente no dejaba de repetir aquellas palabras, como si con el hecho de repetirlo estas palabras tomaran mucha más autenticidad. No necesitaba de aquello, él era fuerte, el rey de la montaña, nada menos. Un rey no podía rebajarse a aceptar ayuda de cualquiera. Saber su nombre y reconocerlo de su ropa le era de utilidad, aquél anciano le había enseñado bien, pero más que aquello, no era más que una pérdida de tiempo.

Decidió echarse a dormir, tal vez el soñar, le ayudaría a relajarse y olvidar el asunto. Inútil e innecesario, repetía, como si con hacerlo el acto le ayudará a conciliar el sueño. Después de una serie de posturas utilizadas descubrió que le era imposible.

Una distracción, eso era lo que le hacía falta, había encontrado una alternativa de solución al problema que le aquejaba, sintió satisfacción ante su propia genialidad. Viro un poco su cabeza y con ello su campo visual para encontrar algo en lo que enfocarse.

Compartía la sala de recuperación con algunos otros heridos, aunque no encontró algún rostro conocido. No era algo extraño, solía olvidar a aquellos que consideraba débiles. Sin embargo, uno de ellos le llamó la atención, se encontraba leyendo una carta. Inútil e innecesario. Decidió ignorarlo, pero en el momento en el que se disponía a hacerlo, aquel cazador dejó escapar algunas lágrimas; no de manera notoria, solo alguien con los sentidos tan agudos como él podría haberse dado cuenta de aquello.

No era un llanto triste, se trataba como si el chico se encontrara alegre por el contenido de la carta, agradecido de poder leer aquel trozo de papel con aquellos trazos de tinta encima. La mente de Inosuke rememoro la época en la que era pequeño en la que se quedaba al cuidado del abuelo y Takaharu, su corazón experimentó una especie de regocijo recordando las lecciones del anciano. Después de todo, tal vez aprender podría no ser tan malo, se lo daría a conocer a Aoi la próxima ocasión que la vea.

Esta ocasión, sin embargo, nunca llegó, las niñas pequeñas se encargaban ahora de la visita a los heridos, el orgullo de Inosuke le retenía a preguntarles por la joven Kanzaki. Por lo que algunos días más tuvieron que pasar para que un resoluto Rey de la montaña decidiera abandonar su lecho en favor de su búsqueda.

— No es solamente por ella, me dirijo a la cocina por comida y si se encuentra allí, pues bien. — Habló por lo bajo, tratando de excusarse.

En efecto Aoi, se encontraba en la cocina como era habitual a esa hora de la tarde en la que se ponía a preparar el almuerzo.

— ¡Inosuke que haces fuera de tu cama! — Era evidente la sorpresa de la joven.

— ¡No hace falta que grites! — Inosuke también se vio un tanto alterado ante la respuesta inicial de Aoi. — Vine buscando algo. —

La chica de los adornos de mariposa azul, ahora más calmada le dijo:

— Esta bien, ¿Qué es lo que necesitas Inosuke? —

— Si significa tanto para ti, el gran Inosuke-sama. — con especial énfasis en la última línea — podría aceptar que le enseñes a leer y escribir. —

— Ya veo, no es necesario que te preocupes por ello Inosuke. — La muchacha trató de sonar fría. — ya no estoy interesada en enseñar, si es todo aún tengo mucho por hacer. —

— Espera...—

— Inosuke debo de continuar y tú debes de regresar a tu cama. — Aoi se encontraba empujando con ambas manos extendidas la espalda del joven Hashibira, con dirección a la puerta, trataba de sacarlo de allí, el joven intentaba resistirse, hasta que dijo:

— Me gustaría que me enseñaras. — las pretensiones de Aoi, cesaron. — Quiero decir el gran Inosuke... —

Se vio interrumpido, por las palabras de la muchacha:

— No es necesario que digas más, escuche perfectamente. — Aoi regresó a preparar los alimentos, a la vez que dijo: — Mañana iniciaremos la primera lección. —

Inosuke no dijo nada, pero asintió la cabeza en manifiesto de conformidad. La joven Kanzaki añadió:

— La oferta se cancela si no regresas a tu cama ahora mismo, aguarda allí que ya vamos a servir el almuerzo. —

Inosuke obedeció. Y dentro de él una pequeña sensación de regocijo envolvió su pecho.

           

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Hola otra vez, me di cuenta que la velocidad con la que escribo podría mejorar por lo que decidí descargar un programa de mecanografía que estoy siguiendo en mis tiempos libres, aún estoy en los niveles iniciales, pero ya empiezo a notar la diferencia en la posición de los dedos. Divagando. Como sea, gracias por leer y por todo en general. — Jul Axel —

Instinto Irracional (InoAoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora