VIII: Hasta que nuestros caminos se vuelvan a encontrar

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Este capítulo se desarrolla tomando partes del final de la obra original, así que, si aún no terminan de leer el manga, tal vez quieran aguardar un poco antes de continuar.


La finca de la Mariposas nunca antes se había llenado de tantos heridos, el edificio principal no había sido suficiente para albergarlos a todos, por lo que la mayoría eran atendidos en el patio de la misma. Aoi dirigía las operaciones a falta de sus superiores habituales. Con Shinobu ausente y Kanae indispuesta, era ella quien tenía que tomar la rienda en las labores de atención a los heridos.

En el ambiente se respiraba la pesadumbre que provocaban todas las pérdidas de los cazadores. Sin embargo, también existían pequeñas ráfagas de optimismo, la victoria había sido difícil de conseguir, pero se había alcanzado después de todo.

La joven Kanzaki lejos de sentirse abrumada por la situación, trataba de cumplir su labor lo mejor que podía. Debía hacerlo, no le era posible traicionar la confianza que habían depositado en ella. Recordó todas las ocasiones en las que había deseado poder hacer más en la lucha con los demonios, algo más que quedarse en la Finca ateniendo a los heridos. Ahora más que antes, su labor le era imprescindible para todos.

Aunque la joven no negaba la atención a quien pudiera necesitarla, inconscientemente mantenía la mirada fija con cada nuevo grupo de heridos que llegaban en camillas, tratando de descubrir algún rastro de sus amigos quienes participaron en aquella última misión, y cuando finalmente llegaron no pudo evitar correr a su encuentro. Sea obra del destino o de la fortuita casualidad la primera persona a la que se encontró fue a la del joven Hashibira:

— ¡¡¡Inosuke!!! — Aoi se apresuro a examinarlo, apenas dejaron su camilla sobre el suelo.

— Yo estoy bien, atiende a los otros primero. — Inosuke señalo al resto de sus compañeros que también estaban siendo depositados en lugares aledaños.

— ¡No necesitas hacerte el fuerte! Tu estado no luce mejor que el de los demás. — Ella continuaba realizando un diagnóstico inicial. —Afortunadamente tu estado no es crítico. —

— Deberías ayudar al resto. — La joven aliviada asintió y antes de que se marchara a atender al resto, Inosuke la detuvo tomándola de su delantal, al parecer aun tenia algo que decirle: — Shinobu... —

— Ya estoy enterada, no deberías preocuparte por eso ahora. — En efecto los cuervos habían dado a conocer el deceso de algunos Pilares durante el transcurso del combate.

— Ya veo. — Inosuke permaneció en silencio luego de esto, poco después perdió su conocimiento. En esos momentos lo que mas anhelaba era descansar.

Los días pasaron, el proceso de recuperación de la organización y de los cazadores era lento, pero constante. Se realizaron todas las ceremonias necesarias para honrar a los caídos, y con el tiempo todos pudieron contemplar el nuevo destino que a base de luchas y sacrificio se había ganado.

Aoi e Inosuke apenas si habían cruzado palabras durante este lapso de tiempo, el joven cazador lo había dispuesto así, tratando de rehuir ante cualquier situación semejante. El muchacho sentía parte de la culpa por la muerte de la maestra de Aoi, recriminándose su ausencia cuando la tragedia aconteció. Por eso mismo quería que las primeras palabras que cruce con la joven Kanzaki reflejen bien el desasosiego de su sentir.

Habían sido no pocas las veces en las que el muchacho había pasado la noche afuera de su habitación, pensando en las palabras que pudieran servir de consuelo, una labor difícil de resolver. Aquella noche en particular la luna había surgido en el cielo alumbrando el paisaje oscuro frente a él, el clima era bueno y fresco. En otras circunstancias Inosuke disfrutaría del ambiente, pero esta vez con su mente tan ocupada, simplemente no podía hacerlo.

Instinto Irracional (InoAoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora