El celular marca las ocho en punto, pero de hace un largo tiempo parece no andar más. El día no es más que un reflejo de dicho artefacto, los segundos no pasan, mucho menos los minutos. Uno llega a pensar que estamos en el final de nuestros días, donde no hay disturbios ni vida alguna. Sin embargo, es tan vago el sentimiento de sobrevivir que la paz momentánea embarga todo el lugar. Berenice no es consciente de sus hechos, ni tampoco tiene las intenciones de estarlo, sólo sigue el camino que cree sentir correcto. El problema de todo razonamiento personal, es que solemos olvidar que aquello que damos por sentado que es cierto, siempre termina siendo érroneo.
Ella está creciendo mucho y nada, aprendiendo nuevas sensaciones y desechando todo lo que una vez fue. Pero, ¿de qué sirve regañarle si es ella quién decidió serlo? Puede morir, y nos dará igual. Sin embargo, siempre existirá ese ente individual que buscará criticar su posición, siendo él, el sinónimo de benevolencia. Tampoco es como si Berenice tuviera toda la culpa, no pienses que ella desea morir antes de la cuenta, es un señuelo del mal, aquel que piensa destruir la existencia del bien.
Podría hablar horas y horas sobre los distintos planes, proyectos, fines que han pensado idear, pero ¿qué gracia tendría adelantar el final?
Verás, yo como narrador omnisciente, debo admitir que soy bastante confuso, no sabrás a ciencia cierta cuando diré algo cierto e incierto. Hasta éste pequeño párrafo ha gastado tu tiempo. Como decía, Berenice ya comenzó esas andanzas que saca a los padres más de un suspiro y un fuerte dolor de cabeza, sin contar las incontables denuncias de los vecinos. Se ha transformado en una "chiquilla revoltosa" según su padre, pero ¿qué sabe él de eso?
Mi pregunta como lector es: ¿Cómo un ser divino ha llegado a caer tan bajo?
Y como narrador, me gustaría responder: Todo áquel que vive por su propia mano, sabrá a lo que atenerse. Por el contrario, si vive de abanicos y vestidos de seda, creéme que poco y nada sabrá qué hacer.
Uno debe permanecer alerta, en busca de la protección y seguridad. Resguardar su entorno, y dignar a sus pies firmes seguir en pie.
Quizá todo éste palabrerío sea en vano para un lector que trata de evadir su realidad, o quizá no.
Y a Berenice bien poco que le importa. Confieso que estoy de acuerdo, tampoco siento interés por saber de alguien más que no sea yo. Es más, escribo de Berenice, porque hablo de mí.
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Bueno, éste es el capítulo, sigo subiendo por aquí, porque siento un poco de relación con éste extraño relato. Un saludo a todos los fantasmas, y a esos seres aficionados por la lectura.
-Ladylettuce
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Palabras sometidas
Mystery / Thriller"No esperes que alguien más te diga que me leas, y hazlo por tu propia cuenta." -Ladylettuce