Me di la vuelta y comencé mi camino sola, ya que ni siquiera tuvieron la decencia de otorgarme un acompañante, pero eso era lo de menos, por fin iba a tener una familia y me iban a amar y criar de la forma correcta o eso esperaba.
Tras un abrupto camino, llegue al puerto para coger el barco hasta la Isla del Príncipe Eduardo y de allí un tren hasta Avonlea, entregué mi billete el cual milagrosamente me había proporcionado el orfanato y subí a aquel enorme barco de vapor, me apoyé en la barandilla y esperé a que el barco comenzara su ruta, cuando así lo hizo, el agua saliente del barco me empapaba suavemente la cara refrescándome y así pudiendo sonreír por primera vez en mucho tiempo.
El trayecto duró unas dos horas y cuando llegué a mi destino yo ya estaba seca del todo, agarré mi bolsa y me dirigí a tierra firme, yo nunca había subido a un barco, pero había oído a algunas personas decir que cuando tocas tierra tras un largo trayecto sientes como si flotaras y en ese momento yo pude confirmarlo, me sentía como si estuviese en el blanco castillo de la princesa Cordelia en el cielo. Comencé a caminar y a caminar sin sentido, no sabía dónde se encontraba la estación de tren por lo que fui preguntando a las personas de mi alrededor, siguiendo las indicaciones de todo el mundo logré llegar a la ubicación buscada, subí a aquel tren, me encantaba montar en tren, era maravilloso y dejaba mucho campo para la imaginación, miraba y miraba por la ventana, en ese momento cerré los ojos y recordé mis escritos y donde los dejé en el orfanato, en ese momento estaba algo disgustada, pero la emoción de conocer a los Cuthbert me animó en seguida, cerré los ojos, traté de dormir lo que quedaba de trayecto pero los nervios me lo impedían y no pegué ojo en todo el viaje.
Al llegar a mi destino todo el mundo se marchó a sus hogares y yo me quedé fuera, feliz y a la vez algo intranquila, ¿y si no les caía bien a los Cuthbert? ¿y si no era lo que buscaban? No podía dejar de pensar, aunque tampoco era raro en mí.
Pasaron unas horas y comencé a pensar de nuevo ¿y si una manada de animales le había impedido al señor Cuthbert llegar? O ¿y si le habían atracado? Había muchas opciones de lo que podría haber pasado, mire a la izquierda y vi un hermoso árbol color blanco, quizás si nadie llegaba podría pasar allí la noche, sería muy bonito ver desde ahí arriba la intensa luz de la luna.
De repente, comencé a escuchar las fuertes pisadas de un caballo, miré y llegaba un hombre, entró y no me hizo ni el más mínimo caso, por lo que me coloqué de nuevo esperando al señor Cuthbert, a los pocos minutos salió de nuevo el hombre y se presentó como Matthew Cuthbert, una gran sonrisa salió de mi cara y le di la mano fuertemente -Encantada de conocerle señor Cuthbert, ya había pensado en muchas cosas que le habían podido evitar llegar y también que podría pasar la noche en ese árbol tan exquisito y por su cara veo que ya lo he decepcionado- dije cabizbaja al final, a lo que como respuesta, me agarró la otra mano y me sonrió -¿querida... cómo te llamas?- preguntó sonriendo, ese gesto hizo que volviera a sentir un poco de esperanza -Anne... Anne Shirley, señor Cuthbert – contesté con la cabeza en alto -hermoso nombre Anne y puedes llamarme Matthew- comenzamos el camino hacía el carro que nos llevaría hasta Tejas Verdes, me acerque a la preciosa Yegua de Matthew -hola... -me pare un instante para pensar un nombre correcto para ella -ehh... ¡Belle! Eso es, Belle- miré a Matthew, un hombre mayor y muy callado, pero era muy bueno y eso me encantaba -Vamos, sube al carro Anne, vamos Belle- me miró de nuevo y me guiño un ojo, el carro comenzó a andar y yo no podía parar de lo ilusionada que estaba - ¿siempre han querido una hija? ¿Le aseguro que seré la mejor hija que jamás podrían haber imaginado? No sé si se habrá dado cuenta de que me gusta hablar, si quiere me callo puedo intentarlo si usted lo desea Matthew- él negó con la cabeza -me gusta oírte Anne, no te preocupes- eso me tranquilizó cantidad - ¡me alegro! Siempre me han dicho que los niños deben callar cuando los adultos hablan – sonreí -tranquila Anne, conmigo podrás hablar siempre de que lo necesites y ten por seguro que te escucharé- me dio la mano y me dispuse a mirar el paisaje, giré la cabeza y volví a mirar al señor Cuthbert, en ese mismo instante me dio un brote de esperanzas, por fin tendría una familia.
Pasado un rato, pasamos por un camino lleno de árboles muy hermoso -Matthew ¿Dónde estamos? – pregunté emocionada por el hermoso lugar -lo llamamos la Avenida Anne- miré a Matthew extrañada - ¿la Avenida? Este lugar es tan hermoso que no podría mejorarlo ni siquiera la imaginación, un lugar tan hermoso no merece tener un nombre tan poco romántico, otros lo llamaran la Avenida, pero yo siempre lo llamaré El Camino Blanco de la Delicia – Matthew me miró curioso -es un hermoso nombre, ¿te parece que yo lo llame con el mismo término me parece mucho más bonito – asentí conmovida por sus palabras, al girarme vi un hermoso lago bastante grande y tranquilo -¿y este lugar? ¿cuál es su nombre? – volví a preguntar con esperanzas de un nombre más romántico – Este lugar se llama "El estanque Barry" – miré desilusionada -no me gusta el nombre tampoco, lo llamaré... el lago de aguas brillantes, ¡sí! Estoy convencida, lo sé por la emoción al decirlo – Matthew lo miró -el lago de aguas brillantes, muy hermoso también –.
Al salir de aquel hermoso camino, vi una pequeña casa de dos pisos de altura, con las tejas verdes -al fin hemos llegado Anne, Tejas Verdes, tu nuevo hogar – no lo pude evitar y las lagrimas comenzaron a salir sin poder parar, estaba en casa, tal y como había dicho Matthew, mi nuevo hogar
ESTÁS LEYENDO
Anne with an E ~ De una pesadilla a un sueño
AdventureAnne Shirley es una joven huérfana de 13 años que vive siendo acosada por las demás internas y la matrona del orfanato, tras una vida de sufrimiento, Matthew y Marilla Cuthbert la adoptan, y gracias a ellos, poco a poco su vida comienza a mejorar p...