La muchacha de los ojos tristes

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La niña miraba el cuadro gris
colgado de una pared.
La muchacha de los ojos tristes.
La enfermedad caminaba por sus pulmones,
indiferente.

Le dijeron una vez : "sin el dolor, ¿Cómo conoceríamos el placer?"

Era lindo.
Reflexivo.
Pero no se sentía real.
Ni el dolor, ni ella.

Se miraba y se veía distinta.
Su diferencia devolvia indiferencia
y lo que para todo niño es alegría, para ella constituía una pintura triste de miedo y tristeza.
Pensó en una plaza.
Ese lúdico espacio le recordaba al olvido:
algun día ella sería como aquella hamaca, desgastada y olvidada.
Ya no volvería a subirse a esa hamaca. Ya no.
El "sube y baja"  al que solia subir después de la escuela, ya no representaba la diversión de sus días. Se habia transformado en el boceto perfecto (y muy temprano para ser entendido por una niña) de la vida, con sus altos y bajos, con sus cimas y sus subsuelos. Ella estaba ahí, en el medio de ambos. Desde ese sitio podía sentir la tierra sobre sus pies. Estaba bajando y nadie parecía estar dispuesto a colocarse frente a ella y volverla a subir.

La plaza, el emblema de la infancia.
Para ella no era más que el recuerdo de lo que fue y de lo que ya no seguirá siendo.
Ya no volverá a crecer bajando por un tobogán.

Miró alrededor, mientras la memoria la regresaba a la cruda realidad y sólo vio una pasarela de tubos que la rodeaban, como abrazando su enfermedad.
Malditos tubos.

No tenía miedo a morirse. No.
Temia volverse una cicatriz y sangrar  en la piel de quienes la amaban.

Quería irse de este universo teniendo la certeza de que nadie saldría herido.
Pero tenía la certeza de que no podía evitarlo.

Se negaba a ser una granada. Pero la guerra no estaba jugando a su favor.
¿Y qué tan difícil es dar vuelta el marcador cuando juegas solo?.

Se oyen pasos en la puerta. Los que la aman se hacen visibles.
La miran, lloran y le dicen:
"Valdrá la pena cada maldita cicatriz que nos dejes".

Cerró los ojos.
Sus pulmones se reían de ella.
La granada detonó.
Pues la guerra habia acabado.

Y allí estaban ellos, los supervivientes.
Mirando su futura cicatriz.


Sombras [poesía] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora