‧₊˚꒰ 5 ꒱༉

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El reloj de pared que de pequeña le había dado miedo, cuando marcaba una hora en punto, sonaban una espécie de campanadas más suaves, el número de golpes de las cuales dependía de la hora que era. Eso la permitía a la pelinegra no volverse loca intentando averiguera qué tan tarde era. Por mucho que lo intentara, por mucho que cerrase sus ojos con fuerza y dirigiese su pensamiento a su família o a sus dos amigas, aparecía su nombre, seguido de su rostro y su cuerpo. ¿Por qué la atormentaba de esa forma? ¿Qué era esa sensación tan extraña que se provocaba en su pecho cada vez que pensaba en él? Parecía... ¿cálido? No. Era imposible que él le hiciese eso, ¿verdad? No podía admitirlo. Tenía la sensación de que si se autoconvencía de que no era así, si se engañaba a sí misma sobre eso, podría cambiarlo, y quizás esa emoción desaparecería. Quién iba a decir que eso le llegaría a pasar a ella... Pero no iba a permitir que fuese más allá. En ese momento, arropada entre las sábanas que hacían un olor parecido al de Bubbles, decidió que quería desrtuir esa sensación que le provocaba esa persona.
Segundos después, cerró los ojos, pensando que ahora ya podría dormir tranquila sin que su nombre se materializase en su mente y la privase del sueño. ¿De verdad a Blossom y a Bubbles les gustaba esa sensación? ¿Por eso hablaban de chicos y relaciones? En ese tema Buttercup andaba más perdida que en clase. Era demasiado enrebasado.

Entonces, oyó su voz. Se maldijo a si misma, pensando que estaba cayendo demasiado bajo si ahora además tenía su voz grabada en el cerebro. Pero ese no era el caso. Y se dió cuenta de ello cuando una mano con la piel algo rugosa se posó sobre su mejilla. Un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Los fantasmas tenían esas manos? No. De ser así tendría un tacto frío. Ese era cálido. Y cuando esa sensación dentro de su pecho se volvió mayor, supo que era él. Permaneció con los ojos cerrados, esperando a ver qué hacía y, dependiendo de eso, saltar encima del contrario y darle una ración doble de putazos.

ー Oye, yo... Sé que no me vas a oír, porque estás dormida, pero es la única forma en la que te lo puedo decir, porque es cuando estás callada. Debes aprender modales. ー "Lo dice él, que antes sembraba el caos por donde fuera que pasara". Pensó Buttercup, mientras escuchaba esa voz que inexplicablemente la mantenía pendiente de la conversación.ー Pero aunque no me aceptes nunca, no voy a rendirme. Hemos cambiado, de verdad. Ya no somos esos niñatos maleducados que trataban mal a todo el mundo. Viajamos, y aprendimos que esa no era la solución. Después de estos años, finalmente decidimos volver, para empezar de zero, y quizás así tener una oportunidad de por lo menos ser amigos con esas tres chicas que por mucho que antes quiséramos negarlo, se hicieron dueñas de nuestro corazón. Eso es todo. ー Lo dijo todo con voz serena, para nada con la agresividad ni crueldad que tenía cuando era más pequeño. Acto seguido y por sorpresa de Buttercup, colocó uno de mechones de esta detrás de su oreja, para luego sonreír con ternura.ー Cuando duermes hasta pareces inofensiva.

¿De verdad pensaba todo eso? Su corazón palpitaba más fuerte, creía que había de salir de su pecho, y temía que él lo oyese. Debía tomar una decisión: ¿se levantaba de golpe y hablaba con él sobre lo que acababa de pasar, o actuaba como si no hubiese pasado nada? Escuchó como el chico se levantaba para dirigirse a su cama, y tomó una decisión. De golpe, se incorporó en la cama y le jaló el brazo al contrario encontrándose así con los ojos de este.

ー ¿De verdad ya no te pones el dedo en la nariz? ー Fué lo único que se le ocurrió preguntar. No sabía qué decir. La sorpresa era presente en el rostro del joven, pero segundos después, soltó una risa suave que le revolvió el estómago a la verde.

ー Te prometo que no hago eso. Ni yo ni mis hermanos. ー Comentó él, señalando con la cabeza a los dos chicos que dormían profundamente. ー Lo... ¿Lo escuchaste todo?

ー Sí. Cada palabra que dijiste. ー Confirmó la pelinegra, asintiendo para remarcar su respuesta. Los ronquidos de los rojos y las respiraciones calmadas y sorprendentemente sincronizadas de los azules se fundieron con el silencio que cayó sobre las dos personas que quedaban despiertas en la casa. No era un silencio incómodo. Era uno de esos silencios en los que sólo puedes estar con alguien que quieres. Y eso, en parte, asustó un poco a la verde.

Por su parte, el joven estaba aterrorizado. ¡Lo había escuchado todo! No sólo sabía que su corazón palpitaba sólo por ella, si no que también sabía que sus dos hermanos suspiraban por la rubia y la pelirroja. Eso iba de mal en peor. Quizás no deberían de haver aceptado la invitación de la abuela de Bubbles... ¿En qué estaban pensando? Pero por otra parte, si no lo hubiesen hecho, no habría podido hablar con Buttercup ese rato. Dudaba mucho que la pelinegra sintiese eso de vuelta, pues al fin y al cabo, ¡era Buttercup!, por lo que decidió aclarar algo, para que no se sintiese presionada.

ー Oye... no hace falta que me digas una respuesta. Prefiero quedarme con la duda que obtener el no rotundo que sé que me darás. ー No habría admitido nunca eso, pero hacía años que lo sentía, y no se había dado cuenta hasta que se separaron durante el viaje, y tuvo tiempo para reflexionar y madurar. Le daría tiempo a la verde para que tomase su decisión. No había prisas. Tenían todo el tiempo del mundo, ¿no?

ー Te prometo que te daré una respuesta, Butch. ー Afirmó Buttercup, haciendo así que sus ojos verdes se encontraran con los del pelinegro y en ambos rostros aparecieran unas sonrisas. Se quedaron unos minutos así, callados, mirándose, hasta que la verde rompió la mágia diciendo que se iba a dormir.

Esa noche, a diferencia de las otras, no soñó en deportes, si no que lo hizo en ese rostro que había visto sonreír minutos antes. No le gustaba para nada esa sensación. ¡Se suponía que tenía que odiar a los RowdyRuff Boys...! Seguramente mañana se lo contaría a Bubbles, que era más comprensiva que Blossom, y parecía que le pasaba algo parecido a lo de ella pero con el rubio. Además, Blossom parecía tener una rivalidad grande con el pelirrojo de la gorra, cosa que en parte le hacía gracia a Buttercup. Pero lo dicho, tenían tiempo para descifrar sus emociones, pues, al fin y al cabo, ya no habían más criaturas afectadas por los rayos Z negros, ¿verdad?.

‧₊˚꒰ 𝐃𝐢𝐝 𝐲𝐨𝐮 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐥𝐲 𝐜𝐡𝐚𝐧𝐠𝐞? 𝐏𝐏𝐆 × 𝐑𝐑𝐁 ꒱༉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora