-Sonrisa familiar-

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Se empezaba a iluminar el cielo con los primeros rayos de luz, esa era la señal para Tom.
Tomó aquel uniforme azul y cuando finalmente se abrieron las puertas salió por los largos y poco alumbrados pasillos en busca de las duchas.
Camino por un largo tiempo. Aún no encontraba nada.
Algo preocupado empezó a caminar más deprisa, no quería tardarse mucho más tiempo. Aquel sujeto le había dicho que desobedecer no sería muy conveniente para él y mucho menos ahora que tenía un plan para escapar. Si se tardaba demasiado llamaría más la atención y probablemente lo tendrían vigilado más de cerca. Eso sería un problema.

Rápidamente mientras corría dobló en una esquina esperanzado encontrarse finalmente con las duchas pero en vez de eso termino chocando con un cuerpo poco más alto que el. Tom terminó en el piso.
-Oye fíjate por donde caminas! Este no es lugar para andar corriendo por los pasillos. Si se dieran cuenta te castigarían.-Dijo una voz suave y algo aguda.
Tom volteó hacia arriba y pudo lograr ver quien lo había tirado al piso. Era un niño que se veía un poco más mayor que Tom.Vestía con un uniforme parecido al que Tom cargaba entre sus brazos. Era de piel clara y pelo marrón oscuro. Le recordaba un poco a un amigo que tuvo alguna vez hace ya muchos años. Era muy parecido. Incluso podría decirse que era el mismo niño. Pero no era así, eso era imposible. Aquel niño ya no existía más.
Tom sacudió su cabeza para alejar esos tristes recuerdos y se centró en la situación en la que estaba.
-Estás bien? No me di cuenta que te tire al suelo. Lo siento.- dijo finalmente aquel niño mientras le extendía amablemente la mano para ayudarlo a levantarse.
Tom lo observo con mucho más cuidado. No sabía si podía confiar en el. Era solo un niño al igual que Tom pero quien quitaba la posibilidad de que fuera malo? Tom sabía que no podía confiar en nadie solo por las apariencias.
Finalmente decidió parase solo.

-Eres el nuevo no es cierto? Seguramente estás buscando las duchas. Puedo guiarte si gustas.-
-Si, eso sería de mucha ayuda.-
Entonces el niño comenzó a reírse. Tom no comprendía porque, no era una situación graciosa pero aún así la risa que él tenía era algo contagiosa. Tom no pudo evitar sonreír un poco, pero solo un poco, en cuanto se percató de sus vergonzosas ganas de sonreír se forzó a sí mismo a ocultar su felicidad.
-Vaya, que alivió. Creí que no hablabas. No es que sea algo malo pero tengo mucho tiempo sin tener a alguien con quien platicar.- Dijo mientras le sonreía amablemente a Tom.

Finalmente empezaron a caminar. Tom mantenía su distancia por si sucedía algo que lo pusiese en peligro, ya estaba acostumbrado a huir de sus atacantes.
Hacia un silencio algo incómodo. Ninguno de los dos se atrevía a mirarse y tampoco sabían muy bien que decir. Entonces el niño castaño empezó a hablar nuevamente.
-Porque te mandaron aquí?-
Tom solo lo miro curioso. Porque le importaría saber algo sobre el? Nadie jamás se interesaba en conocerlo o en lo que le pasaba.
No le respondió.
-Oh...lo siento. No quiero molestar con mis preguntas. Perdona si te incomode.-
Se hizo el silencio nuevamente. Sin saber porque Tom tuvo muchas ganas de responderle. De hablar con el. Tal vez de tener un amigo. Alguien en quien confiar.
Entonces habló.
-No estoy muy seguro de el porque estoy aquí.-dijo dudoso.
-No eres de por aquí cierto?-preguntó amable el chico.
-No. No lo soy-
-Yo tampoco. Me trajeron de Estados Unidos hace ya como dos o tres años. Al no tener hogar o unos padres que te protejan estos gorilas pueden tomarte para siempre y hacer lo que quieran contigo.-

Tom quedó un poco pensativo. Analizando lo que el chico castaño le acababa de decir. Si bien era verdad que tenía un plan para poder escapar no tenía a nadie con quien encontrarse allá afuera. No tenía ningún conocido y mucho menos en el lugar donde se encontraba ahora. Terminarían encontrándolo de todas formas?...pensar en eso le quitaban sentido a sus planes de huida.
El chico castaño noto a Tom algo tenso por lo que amistoso decidió hablar para relajar el ambiente.

-No te preocupes. Este lugar no es para niños como nosotros. Seguramente te pondrán como conserje como a mi. Estarás bien.- dijo mientras sonreía.
Tom solo asintió levemente. No sabía muy bien que decir.
Lo cierto era que estar acompañado de alguien que parecía ser amable le daba una extraña sensación cálida y familiar. No quería alejarse de ese niño. Por un rato al menos.
-Y aquí estamos! Estas son las duchas. Solo entra y escoge alguna.-
-Gracias por guiarme hasta aquí.- Dijo Tom tratando de sonar amable.
-No te preocupes, no fue nada. A donde te diriges después de esto? Podría mostrarte el lugar si no es mucho problema para ti.- Dijo amable el castaño.
-Lo lamento pero no puedo. Me dijeron que tenía que ir a la oficina de alguien, de hecho no sé muy bien donde queda.-
-Espera...tienes que ir a la oficina del Jefe!?- La cara de el castaño cambio totalmente. De amistosa pasó a sombría.
Tom confundido asintió con la cabeza. Ir a esa oficina era tan malo?

-Entonces no creo que te pongan de conserje. Si te mandaron a esa oficina en tu primer día probablemente sea porque ocuparás puesto de combate.-
-De...combate? A que te refieres?-
-Olvídalo, no me hagas mucho caso. No hay necesidad de alarmarse. Estarás bien.-Dijo nuevamente el castaño poniendo su rostro animado y gentil.
Tom supo inmediatamente que si había razón para preocuparse. Podía reconocer sonrisas falsas en cuestión de segundos y el hecho de que el castaño estuviera haciéndolo ponía de los nervios a Tom.

Sin más preámbulos Tom se dirigió a una de las duchas, cerró la puerta y empezó a bañarse. A Tom le sorprendió que esas duchas que no estaban del todo limpias se encontraran en mejores condiciones que la ducha que tenía en casa de su padrastro. Entonces repentinamente un recuerdo llegó a Tom. Como un breve y deslumbrante flash.
Su "padre" lo había abandonado. Ahora lo podía recordar.
-El...simplemente me empujó a esos soldados. Directo a mi perdición. Y luego huyo como un cobarde...Me abandono como si yo no fuera nada...-se dijo a si mismo Tom.
Ahora lo sabía. Con mucha más fuerza, que estaba solo y no podía confiar en nadie.
No podía pero quería confiar en aquel niño. Aunque le costara aceptarlo necesitaba un aliado.
Necesitaba un amigo. Ese castaño podría serlo?

Rastro de cenizas (TordTom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora