{LUGAR DESCONOCIDO}

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Tom, somnoliento y todavía algo adolorido, abrió los ojos finalmente, despertando se un largo y pesado sueño que no podía calificar como placentero pese a su cómoda duración.
Miró a su alrededor instintivamente; Entonces dio un brinco y se puso de pie en menos de un segundo, despabilando sus sentidos antes de lo que le habría gustado.

-No fue un sueño, sigo aquí...- pensó Tom, que pese a la sólida realidad que rodeaba su situación, inocentemente mantenía una vaga esperanza de ilusión. Prefería padecer de fuertes delirios que reconocer la densa posición en la que se encontraba.

Su mente seguía aún bastante borrosa, incluso ya sintiéndose más vivo y rejuvenecido por el reciente reposo.
Se esforzó repetidas ocasiones en clarificar sus recuerdos pero, al no ver resultados, comenzó a frustrase.

Un ruido al otro lado de la puerta rompió el silencio que inundaba esa fría celda.
Dos hombres uniformados entraron cautelosa y seriamente. Ambos vestían de un predominante color rojo; No uno brillante ni colorido, sino uno muerto y grisáceo que generaba una imagen general nada acogedora.
Tom los reconoció al instante, fueron los mismos que salieron aquella vez en televisión, los mismos que se interpusieron en su camino cuando intentaba regresar a casa con aquel hombre, su "padre". No era secreto a dónde pertenecía esa peculiar selección de vestimenta y supo atinar sin obvio problema que eran de la Armada.
Aunque Tom no sabía casi nada sobre ellos, en parte por su edad y en otra por su tremenda indiferencia, ya comenzaba a tenerles un fuerte rechazo.
Uno de los hombres, de manera contenida, demostraba una retorcida mirada que caló en las profundidades de Tom, provocándole incomodidad y escalofríos. Su mente recordó entonces algunas escenas no del todo nítidas pero lo suficientemente claras para comenzar a reconstruir el rompecabezas de su memoria, lo que revivió momentos esenciales.
Se puso a la defensiva, optando por una postura rígida y lejana. Desconocía lo que le harían y temía sus verdaderas intenciones.

-Menos mal que está despierto, no tenía humor para tratar con más de estos niños- dijo uno de los soldados que, a juzgar por la apariencia distintiva de su uniforme, era de un rango mayor que el del otro. Por lo menos eso pensó Tom, que había juzgado de más elegante aquel diseño y en su mente hacía sentido aquella conjetura.

-Soldado, ayúdame a escoltar a nuestro pequeño amiguito a la sala de nuestro Líder. Él quiere hablarle personalmente.-

-Si, señor.- dijo de manera inmediata el otro uniformado. Las sospechas de Tom parecían haber sido correctas. 

El hombre, acatando su reciente mandato, soltó las cadenas sin importarle la manera en que Tom podría reaccionar, tomando su sudadera y aventándolo fuera de la celda, haciendo un uso exagerado e innecesario de rudeza.
Tom detestaba ser tratado de esa manera, como alguien débil. Odiaba ser sobajado y subestimado. Deseaba con todas sus fuerzas poder romperle la nariz en ese mismo instante o como mínimo zafarse del violento agarre, pero nuevamente, por más que le asqueara, simplemente no podía hacer nada.

Avanzaron en una especie de fila india, donde Tom caminaba en el centro de la misma, reduciendo sus ya bajas probabilidades de huir. Él comprendía que sus opciones eran demasiado ambiguas y en general bastante dependientes de lo sucediera a continuación. Reconociendo su falta de direcciones, observó prudente analizar sus alrededores, descubriendo así que los pasillos, aunque no pudiera tocarlos para confirmar otra de sus teorías, parecían estar hechos enteramente de metal.
Aquello era un dato que no valía nada, pero su mente por lo menos ya estaba algo más relajada, consiguiendo desbloquear en totalidad lo que había ocurrido.
A primeras, Tom se sintió avergonzado y preocupado pues reconocía que gran parte de la situación era su culpa y no tenía idea de cómo la resolvería pero, pronto ese sentimiento fue sustituido por un fuerte e inesperado destello de esperanza.
Ese horrible hombre, su "padre", había estado con él cuando la Armada apareció, lo que sugería que también se encontraba encerrado, quizá hasta esperándolo a donde se dirigía.
Si bien lo despreciaba, reconocía que siempre conseguía manipular la situación a su favor y sin problema podría conseguir la libertad de ambos.

Rastro de cenizas (TordTom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora