-Malas noticias-

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Los fuertes rayos de sol entrando por la ventana y chocando contra su rostro lo forzaron a despertar. Abrió los ojos, lenta y pacíficamente, disfrutando su primera mañana como un ser distinto. Pues ahora dentro de él había una especie de paz que no sentía desde que era un pequeño mocoso de pelos puntiagudos.
Miro a su alrededor, vio su ropa doblada perfectamente en el piso. Fue ahí cuando cobro conciencia de que su cuerpo aún desnudo se hallaba recostado en uno de esos elegantes y costosos sillones que tord tenía en su oficina. Se levanto poco a poco, se sentía adolorido. Su cuerpo pálido dejaba más notorias las marcas hechas por su acompañante la noche anterior.
Oh mierda. De verdad lo habían hecho. Y no solo lo habían hecho si no que también Tom lo había permitido...y, disfrutado.
Bajo la guardia. Dejo que su corazón alborotado guiara el barco y, sorpresivamente aún seguía flotando en el agua sin un solo rasguño.
Tom no sabía cómo sentirse al respecto, más bien no sabía cómo describirlo. Había una emoción, felicidad y angustia dentro de él. Era una sensación extraña, pero, para nada incomoda.
Esto era sentirse enamorado? Bah que tontería. Tom sacudió su cabeza tratando de alguna manera alejar esos pensamientos cursis y empalagosos.
Se incorporó y comenzó a vestirse, después de unos minutos se percató finalmente de la ausencia de alguien. Donde mierda estaba Tord? En la habitación claramente no.
Una vez listo se levantó finalmente del sillón y se dirigió a la puerta, en busca de ese chico que tanto abundaba en su cabeza últimamente.
el sonido de la manija girando lo asusto un poco; retrocedió unos pasos, permitiendo que la puerta se abriera ante él y permitiendo que la persona del otro lado no tuviera problema alguno en pasar.
Ingenuamente creyó que era Tord. Vaya decepción se llevaron sus ojos.
-Hey! Que estás haciendo aquí?-preguntó amenazante Patryck recargado justo en el marco de la puerta. Con esa típica mirada en su rostro que Tom ya bien reconocía. Juzgándolo.
-Muévete, tengo cosas que hacer.-contesto Tom breve, tratando de pasar por la puerta.
Patryck harto de tan molesto e irrespetuoso comportamiento tomo de la ropa a Tom, aventándolo lejos de la puerta y cerrando la misma a sus espaldas.
-Wow! Con cuidado!-
-Escúchame bien niñito de mierda, no sé qué planees pero si piensas que no lo he notado y que no haré nada al respeto estás en un error.-
Tom lo miro confundido, notar que? Rápidamente pensó en todas las cosas "malas" que había hecho últimamente. Por primera vez no se le vino una a la mente.
-Escucha, claramente no te agrado. Pero, no por eso vas a intentar culparme de cosas que ni siquiera he hecho!-
-A no? Entonces qué haces en la oficina de Tord?-
Tom quedó callado un momento, no podía responderle con la verdad o si? Esperó unos segundos, antes de que pudiera decir algo Patryck lo alcanzo. Dejando a Tom sorprendido.
-Descuida soldadito. Ya sé que sucedió. Lo disfrutaste?-
Tom rápidamente agarró un color rosado en las mejillas. Esa pregunta tan repentina lo hizo titubear un poco.
-Eh, yo...-
-Claro que lo disfrutaste. Así es Tord con todos.-
Con todos??
Patryck río un poco ante la cara de confusión y vergüenza que Tom había puesto.
-Cuales..otros?-preguntó.
-Porque? No me digas que te importa.-
Tom bajo la vista. Más apenado y molesto que nunca. Sus mejillas ardían, sus puños se cerraban con mayor fuerza cada vez y por alguna razón sus ojos exigían llorar.
-Al parecer Tord estaba muy urgido, tanto que escogió la cosa más sencilla y mediocre que podría haber escogido jamás. Quien lo diría, eres uno de esos maricas facilotes.-
Tom no lo aguanto más. En seco soltó un golpe fuerte y preciso en la mandíbula de Patryck, haciéndolo tambalear y chocar con la puerta cerrada a sus espaldas.
-Ya era hora. Llevo años esperando esto.-dijo Patryck al mismo tiempo en que se limpiaba el líquido rojo que empezaba a escurrir por su barbilla.

-TORD-

Despertó más temprano de lo que él hubiera preferido. Miro el reloj alto y elegante en una de las esquinas de la habitación. 3:00am. Mierda. La ansiedad en su cabeza no le permitía conciliar el sueño. Millones y millones de escenas repitiéndose una y otra vez, todas terminaban en lo mismo, la caída de la Armada Roja y millones de sus soldados muertos apilados por montón. El rostro de uno en particular lo hizo abrir los ojos de golpe. Aterrado.
El rostro de Tom, ensangrentado e inmóvil. Claramente sin vida.
Tord con la respiración un tanto agitada y visiblemente preocupado se levantó del piso, tomó su ropa, se vistió y se dirigió a la puerta, dispuesto a irse pero, un chillido lo interrumpió. Giró la cabeza, era Tom.
El pobre estaba congelándose, abrazándose así mismo como intento desesperado de entrar en calor.
Tord regresó en sus pasos, dulcemente cargó al chico y lo recostó en un sillón, dándole mayor comodidad. dobló su ropa con paciencia y delicadeza y finalmente lo cobijó con cuidado con una de las mantas elegantes que se encontraban guardadas en un ropero viejo.
-No te preocupes Tom, no dejaré que nada te suceda...lo prometo.- dijo más para sí mismo pues el tono que uso apenas y se escucho.
Acaricio delicadamente su blanca piel y peino ligeramente sus enredados cabellos castaños.
Pero no por mucho tiempo, tenía algo que hacer.

Rastro de cenizas (TordTom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora