"...no estás solo, estoy a tu lado. Mi alma está siempre contigo"
Las profundas palabras de Eiji resonaban en mi cabeza con impaciencia; volví a mirar la carta, su delicada letra ahora manchada por las pesadas lágrimas junto con sangre que me pertenecía disturbaban cada palabra. Cada vez que la leía volvía a temblar, no podía controlarlo, lo sentía a mi lado, su cuerpo y su voz, susurrándome esas últimas palabras; "mi alma está siempre contigo".
Fue ahí cuando lo decidí, no me importaba si moría en el intento, el dolor de no verlo una última vez era insoportable y a cada segundo aumentaba un poco más.
"Solo una última vez", rogué por si había alguien que me escuchase.
Logré levantarme del pavimento y ponerme en pie, temblaba como gelatina, las extremidades me pesaban, un sudor frío me recorría de cabeza a pies, pero nada iba a impedirme llegar a él.
El cuerpo de Lao yacía en la acera, la sangre proveniente de su cuerpo se esparcía con rapidez, manchando todo de un rojo carmesí, un rojo que me llevaba atormentando desde hacía años. La ira y el rencor volvieron a mi cuerpo. Con una mano en mi abdomen, intentando detener la hemorragia, y otra en la pared, conseguí llegar a la esquina de esa interminable calle. Divisé a lo lejos un taxi, y el auto se detuvo cuando di la orden. El taxista me miró horrorizado, me recorrió con la mirada y se detuvo en mi herida, al darse cuenta de que podría desangrarme en frente de él abrió la puerta de inmediato.
— ¿Se encuentra bien? — preguntó como si no supiera ya la respuesta, los ojos se le abrieron de par en par al ver la cantidad de sangre que perdía por segundo.
— Al aeropuerto, lo más rápido que pueda. — dije entre jadeos mientras entraba intentando no rozar la herida. Un sudor seguido de un dolor agonizante me golpeó con dureza. Logré acomodarme en el asiento trasero respirando con dificultad.
— Pero... —
— ¡Al aereopuerto! ¿¡No escucha?! — dije casi escupiéndole en la cara con el rostro transformado por el dolor que amenazaba con matarme.
El conductor se dio la vuelta para mirarme entre incrédulo y asustado, vi un ápice de duda en sus ojos, su expresión denotaba preocupación, se decidía internamente entre hacerme caso o ignorarme por completo y manejar hasta el hospital más cercano. Lo miré con fuego en los ojos, me costaba demasiado hablar como para hacérselo entender por las buenas. Una sola mirada bastó para que el señor se pusiera en marcha.
Mi visión se volvía cada vez más borrosa, no podía normalizar mi respiración y cada parte de mi cuerpo pesaba como si llevase plomo en cada célula. Miré el reloj impaciente, intentando no marearme por el brusco movimiento, y con toda la amabilidad que pude recuperar en ese momento exigí :
— ¡Más rápido! Se va a ir...no puedo permitir que se vaya — suspiré — no puedo... — sentía como me tragaba mis propias palabras, los pensamientos de no volverlo a ver me atormentaban, Eiji había sido mi única salvación, él único en el que podía confiar ciegamente, él único con el que quería pasar el resto de mis días, si no era con él yo no quería nada.
El auto frenó de golpe y caí hacia adelante chocando contra el asiento del conductor, un fuerte gruñido salió desde el fondo de mi garganta expresando mi dolor.
— ¿S-se encuentra bien? — tartamudeó el hombre preocupado y tembloroso.
— No se preocupe, siga conduciendo — intentaba hablar lo menos posible, cada palabra era un puñetazo en mi abdomen.
Sabía que estaba siendo un completo idiota, tal vez en otro momento lo hubiese tratado con más amabilidad, pero mi situación no me lo permitía demasiado. Nada ni nadie me alejaría nunca más de Eiji, sabía que era un pensamiento egoísta, pero no podía permitir que sucediese, por fin había encontrado la felicidad.
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BANANA FISH au; una realidad distinta [EDITANDO]
FanfictionEsta historia transcurre en una realidad en donde Ash no muere y logra reencontrarse con Eiji para cumplir juntos lo que tanto deseaban. Pero no todo es color de rosa, Ash todavía tiene enemigos que quieren su venganza y no van a dudar ni un segundo...