cap. 3

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El murmullo del lugar acallaba los fuertes latidos de mi corazón, los nervios de lo que estábamos a punto de hacer me comían vivo, pero tenía que mantenerme estable, fuerte, de hierro, tenía que aparentar como había hecho toda mi vida. ¿Qué tan mal podría salir? No iba a permitir que Eiji me viese dudando, yo no era de los que dudaban, yo hacía y ganaba, aunque por dentro la cosa cambiaba.

Las ruedas golpeando contra las baldosas, las maletas cerrándose y abriéndose, las voces, las caras, el ritmo de los pasos, todo me distraía. Prestaba atención a cada detalle, intentando no perderme de nada, ¿quién sabía que podría estar persiguiéndonos en ese momento? Dino seguía vivo, y sus secuaces no iban a tardar en venir a por mi. Y no temía por mi vida, yo sabía cuidarme solo, si no por la de él.

Miré de reojo al pelinegro que tenía a mi lado, y hasta ese momento no me había dado cuenta que había estado llamando a mi nombre.

— Ash, ¡Ash! — movió su mano delante de mi rostro, intentando captar mi atención, y a mi me costó unos segundos volver a la realidad. Lo miré fijo, un poco perdido. — ¿Estás bien? — pude ver la preocupación que se posaba en sus ojos.

Suspiré cansado, siempre era yo el que lo hacía preocupar, y lo único que buscaba era dejar de hacerlo, pero no sabía cómo. Al estar con él todas mis defensas se bajaban, años de construir muros se derribaban ante él, y eso me daba más miedo que mis peores enemigos.

—Sí, estoy bien, no te preocupes. — me miró no muy convencido y decidí seguir hablando para calmarlo. — Solo que es la primera vez que voy a Japón, y no se como es, por lo tanto no se como protegernos. — solté sin pensarlo demasiado. Mierda. Ahí estaba de nuevo, mi sinceridad saliendo a flote. ¿Cuándo iba a aprender a cerrar la boca?

— No te preocupes, ¿para qué estoy yo si no es para cuidarte? — me dijo sonriente, señalándose con el pulgar. Pero a decir verdad, esas palabras no me gustaron nada. Yo era el que debía estar protegiéndolo, no él a mí. Imité su sonrisa. — Entonces, ¿vamos? —

Eiji estiró su mano hacia mi, y yo dudé unos segundos antes de tomarla, pero como siempre, terminé cediendo ante él, al parecer era todo lo que había estado haciendo en las últimas dos semanas desde aquel accidente.

Seguí sus pasos sin dejar de prestar extrema atención a todo lo que nos rodeaba. Eiji, aunque más grande, tenía las piernas más cortas que yo, parecía correr cuando yo caminaba a paso moderado a su lado. Y sin previo aviso Eiji resbaló, golpeándose contra el frío piso, tirando de mi agarre, logrando que yo también resbalara y cayera sobre él.

Un quejido salió de su garganta al sentir el peso de mi cuerpo sobre el suyo, cayendo con brutalidad, pegando nuestros cuerpos en una posición que poco dejaba a la imaginación. La gente que por nuestro lado pasaba nos miraba sin pararse a ayudarnos, pero yo podía sentir las miradas asqueadas de los hombres y las madres tapándole los ojos a sus hijos. La furia empezó a crecer en mi hasta que empecé a sentir unos suaves golpecitos en mi pecho.

Pero estos no eran míos.

El corazón de Eiji latía acelerado, podía escucharlo, sentirlo contra mi cuerpo, contra mi piel. Lo miré asombrado, con los ojos abiertos y un leve rubor en las mejillas. Y hasta ese momento no me había dado cuenta que nuestros rostros estaban tan cerca. Solamente nos separaban unos pocos centímetros, podía sentir su respiración agitada, y yo se que él podía sentir la mía. Sus ojos se cruzaron con los míos unos cortos segundos, donde nuestras miradas se mezclaron en una intensidad que no supe manejar, y al parecer, Eiji tampoco.

Rápidamente desvió la vista y giró el rostro hacia el costado, cortando toda conexión que podríamos haber tenido. Tenía las mejillas bañadas en un color carmesí que me agitó el corazón, su pelo caía suave contra el piso, y su cuerpo contra el mío me daba el calor que hace tiempo no sentía. Pero al levantar la vista pude notar la incomodidad en su mirada y tosí intentando volver a la realidad.

BANANA FISH au; una realidad distinta [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora