Capítulo 4

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DOS SEMANAS DESPUÉS 

Clary había recibido la visita de un hermano silencioso, el cual revisó el estado de las heridas de la chica y también como se encontraban los bebés. Este no le dijo nada a Clary sobre el veneno, pensando en que Jace ya le había dicho a Clary lo que podría pasarle a sus hijos. 

Jonathan no es que estuviera muy feliz por la noticia de sus sobrinos, quería lo mejor para su hermana, pero no estaba seguro que traer a dos niños al mundo en esas condiciones fuera buena idea. Clary podía enfermar debido al veneno, podían morir ella y los niños. Jonathan quería abrirle los ojos a su hermana, pero no podía. 

Los únicos que sabían lo que podía pasar eran Jonathan, Jace y Simon. Jace les había hecho prometer que no le dirían una palabra a Clary hasta que se recuperase de sus heridas, que una noticia así ahora mismo podía ser fatal. 

Nadie podía llegar a entender cuanto le estaba costando a Jonathan morderse la lengua y no advertir a su hermana. Cuanto le costaba hacer el papel de que estaba contento con la noticia y no preocupado. 

Cuando el hermano silencioso salió de la enfermería, Jonathan entró, pese al estado de Clary, tanto Jace como Simon seguían teniendo sus obligaciones como cazadores de sombras, por lo que se quedaban con ella por turnos. Jonathan era el que menos misiones o entrenamientos tenía (aún no se fiaban de dejarle un arma), por lo que la mayoría del tiempo, estaba cuidando a su hermana. 

_Al parecer estoy bastante bien. Dicen que mañana podré salir de la enfermería y hacer reposo en mi cuarto. ¿No es genial?

_Bastante, pero aun así tienes que tener cuidado. 

Clary negó con la cabeza, como si la preocupación de Jonathan fuera infundada. 

_Jonathan, estoy bien. De verdad. Las runas han curado bien mis heridas, me sacaron el veneno antes de que fuera demasiado tarde, los bebés están bien. No hay de que preocuparse. 

Jonathan se quedó en silencio después de la última afirmación de su hermana, ella estaba muy, pero que muy equivocada, pero ella aún no sabía hasta que punto se estaba equivocando. Ni siquiera Jonathan, Jace y Simon, que eran conscientes del peligro, sabia hasta que punto se estaba equivocando Clary. 


Una cosa con la que no contaban antes de adoptar a Max era que solo podrían dormir tres horas diarias (y eso con suerte). Cuando no era hambre, era pañal, una pesadilla, que había sonado un ruido de la calle o simplemente que Max quería un abrazo. Pese a todo, Magnus y Alec adoraban a su bebé.

Por su parte, Alec había decidido guardar el crucifijo que la madre de Max le dejó entre la ropa cuando lo abandonó. También intentaba buscar a alguien que conociera a la chica y que estuviera dispuesto a contarle cómo todo acabó así. O que le diera algo de información sobre ella, para que cuando llegara el día en que Max preguntara sobre su madre, tener algo que contarle 

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