Capítulo 15

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Narra Lali.


No puedo hacer una vida normal mientras Agustín siga en esa cama de hospital. Siento que todavía tengo que comportarme como si fuera la novia y no puedo hacer nada que demuestre que, para mí, ya no lo soy. Tengo miedo de cómo se lo puedan tomar todos, su familia, nuestros amigos… Tengo miedo de que no me entiendan, de que no se puedan poner en mi lugar, que no puedan comprender cómo me siento y que me juzguen. Lo quiero y no pienso moverme de su lado pero ya no soy su novia, no quiero llevar esa etiqueta… aunque sé qué dejar a una persona que está en coma y no tiene opción de saber lo que ocurre, no debe ser de muy buena persona.
Cuando llego a la habitación está vacía, los rayos del Sol entran fuertemente por la ventana así que me acerco a bajar un poco la persiana para que no moleste tanta luz. Acerco la silla hacia su cama, me siento y agarro su mano.

—Hola Agus, quiero que sepas que en estos dos meses pasaron muchas cosas. Tengo muchas ganas de que te despiertes, de qué te recuperes al cien por cien y de qué podamos hablar de todo lo que pasó entre nosotros. Te quiero, pero me estoy empezando a querer un poco a mí misma, algo que hacía tiempo había dejado de hacer. Me gustaría poder decirte que, de corazón, intenté todo para volver a amarte cómo te amé al principio y para volver a sentirme igual de feliz que antes. Lamento mucho no haber podido —. Hice silencio unos segundos y tomé aire para no empezar a llorar —. A lo mejor esto que estoy haciendo es horrible pero vos no te despertás y tengo miedo de que te vayas sin que sepas cómo me siento. No te pienso dejar solo, voy a estar al lado tuyo en todo momento, voy a seguir acá sentada todos los días esperando que abras los ojos, que me mires y que por fin se acaba esta pesadilla para todos. Te quiero mucho Agustín, por favor no pienses que no es así. Ojalá te despiertes… —Apoyé mi cabeza sobre la palma de su mano —. Te extraño… Volvé.

Golpearon la puerta y me giré para ver quien era.

—Perdón, vengo a hacerle los masajes a Agustín —. Me avisó la enfermera y me puse en pie.
—Ya me iba, tengo mucho trabajo —. Le di un beso en la frente y me despedí de la enfermera.

Volví a casa para seguir editando el libro nuevo y después de unas horas trabajando me fui a casa de Cande, dónde ya estaban las chicas.

—¿Alguien sabe algo de Peter? —Pregunté cuándo me senté y Mery me pasó un mate —. Hace días que no me contesta el teléfono ni se mete al WhatsApp.
—Volvió Delfina, por eso debe andar desaparecido —. Me contó Euge —. A mí tampoco me contesta.
—Deben estar recuperando el tiempo perdido —. Añadió Cande y soltó una carcajada —. Pero igualmente le voy a decir a Vico que vaya a la casa para decirle que venga hoy a la noche a la despedida del Chino. Seguro que se re colgó.
—¿Ya se va a España? —Pregunté algo perdida, no sabía muy bien qué pasaba a mi alrededor.
—En dos días —. Me contestó —. Se adelantó porque encima le subieron el sueldo para que se vaya antes.
—¿De qué carajo trabaja el Chino? —Preguntó Eugenia confusa.
—Nadie lo tiene muy claro —. Reí.
—Se hace el misterioso pero trabaja para un banco, aunque no sé que función cumple —. Contó Cande.

Vico entró con mala cara, se aflojó la corbata, le dio un beso a Cande y nos saludó a todas.

—Nunca estudien derecho, no hay nada peor que trabajar en un juzgado en este país —. Suspiró y se tomó un mate —. Me voy a ir a duchar y a descansar un poco, porque sino me duermo.
—Tenés que ir a buscar a Peter, está desaparecido en combate.
—Me matás amor, no doy más —. Le dio un pico.
—Voy yo, total tengo que ir a buscar unas cosas que todavía me quedaron en su casa —. Les avisé.
—No me quiero ni imaginar lo que vas a ver en esa casa —. Bromeó Eugenia y me dio un golpe en el hombro.

Inefable ||Laliter||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora