Capítulo V

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Narrado Por Candy...

Hoy es el gran día. Lo he resuelto todo. Llamé al hospital y me reporté indispuesta. He salido de casa con mi uniforme de enfermera. Aguardo pacientemente a que todos salgan. Sé cual es su destino, los veré allá en un rato. Ninguno lo sabe salvo Annie quien se gira y sabiendo cual es mi ubicación me guiña un ojo complice y me muestra una sonrisa de satisfacción.

Ingreso a la Mansión. Sonrió. Desde la noche anterior, se me ha hecho costumbre subir los escalones de dos en dos. Pero en esta ocasión lo hago con cuidado, a esta hora la Tia Elroy se encuentra en cuarto del Té. Al entrar en mi habitación, voy directo al vestidor, saco el vestido y todos los accesorios que compré el día anterior. Me visto rápidamente. Luego de ver mi reflejo en el espejo tras maquillarme un poco, decido dejar mi cabello suelto. Me coloco los zapatos y salgo. Tengo una boda que impedir y una farsa que descubrir y que mejor manera de hacerlo que frente a los reporteros que estoy segura estarán presentes.

Alzo mi mano para detener un coche de alquiler, pero no se detiene. Decido avanzar a pie. A lo lejos veo que un auto se aproxima. Alzo una vez mas la mano y nada, pasa de lejos. De pronto veo como este se detiene y viene en reversa. Mis ojos se abren desmesurados al ver a su pasajero.

—Creo que usted y yo vamos al mismo destino —me dice el pasajero tras abrir la puerta —su sonrisa de lado me recuerda a la de Terry.

—Duque Grantchester —digo tras recuperarme

—Suba, señorita Ardlay —me invita —no tenemos mucho tiempo.

En cuanto ingreso al auto, el padre de Terry da la orden para que emprendamos la marcha.

—Gracias por ayudarme —mi voz es un susurro. Su presencia me intimida

—Soy yo quien debe agradecerle —me responde esbozando una sonrisa.

El auto se detiene de pronto.

—¿Que sucede?

—Su excelencia, hay un accidente.

El Duque aprieta la mandíbula al ver su reloj de bolsillo, y me doy cuenta por ese gesto que las cosas no andan bien.

Abro la puerta antes que pueda detenerme. Me quito los zapatos y comienzo a correr, faltan solo unas cuantas calles. Me siento cansada pero debo esforzarme. Me detengo, me dobló sosteniendo mi estómago, me duele por la falta de aire. Alzo mi rostro y estoy dispuesta a comenzar mi carrera cuando de pronto veo un carruaje en medio del tráfico.

—Señor, señor por favor necesito uno de sus caballos.

El hombre me ve con un rostro de sorpresa. Lo sé, quizás piensa que me he vuelto loca o algo parecido.

—¿Que sucede Victor? —una señora asoma la cabeza por la ventanilla.

—Nada señora Smith —responde el cochero.

—Señora Smith, necesito que me ayude —digo acercándome a ella.

—¿Que tienes criatura? —me pregunta la mujer con preocupación al ver mi rostro enrojecido a causa de mi esfuerzo, algo de lo que ella es ajena.

—Mi novio se casa ... —digo con palabras cortadas.

—¿Cómo que tu novio se casa? —Pregunta interrumpiéndome.

Aspiró profundamente una, dos, tres veces para recuperar el aliento.

—Es una larga historia que si se la cuento ahora, no podré evitarlo.

—Lo comprendo —me dice —pero ¿Cómo puedo yo ayudarte? —me pregunta

—Prestándome uno de sus caballos para llegar a la Iglesia San Patricio que se encuentra a unas cuantas calles de aquí.

Yo Me OpongoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora