Capítulo 1

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¡Maldito Sr. Gruell! Me había reprobado el examen y todo por ese estúpido papel.

—¿Tiene algo que compartir con la clase Judith?—había preguntado con molestia antes de arrancármelo de las manos. Lo miré con súplica, esperando que se lo tomara a gracia y olvidara lo que ponía ese maldito papel.

—Así que en vez de prestar atención en su examen, prefiere escribir lo que piensa de mi en un papel y reírse con su compañera—me miró expectante de una respuesta con una mueca de desagrado. Cuando abrí la boca para replicar, el Sr. Gruell siguió.—Creo que estoy siendo algo egoísta al no compartir su poesía sobre mi con la clase.—aseguró mirando a la clase y para mi mala suerte, leyó con rabia lo que había escrito—"El estúpido de Cruel se cree que cada vez que vaya a comprar, me van a pedir que despeje la X para averiguar el precio. ¡Vaya idiota con su ridículo bigote!"

Luego de que el Sr. Gruell hubiese leído aquello, automáticamente me arrepentí de escribirlo. Porque vamos, era verdad que su bigote era ridículo; también era cierto que su apellido sonaba como Cruel y por ello lo había apodado así. Pero necesitaba aprobar su estúpido examen y estaba claro que después de sacarme ese papel, también me sacaría mi examen.
Quizá podía intentar disculparme y pedirle que no me quitara mi examen. Sí, eso haría, me disculparía con mi mejor cara de angelito.

—¡No es mi culpa que su estúpido bigote me distraiga de hacer mi examen!—tapé mi boca inmediatamente después de haber dicho eso. El resto de la clase, que hasta ahora había intentado no reír, estalló en una carcajada; y mi mejor amiga Emma, me pisó para que me callara.

—¡Judith Butler! Estoy cansado de que no intente entender mi materia, ¿Resulta que ahora tengo que tolerar también que se burle de mi bigote?—preguntó mirándome exasperado. Aunque no lo culpo, la verdad es que tenía problemas para cerrar la boca. Me costaba simplemente tragarme lo que tenía para decir.

—¡Quizá podría entender su materia, si no explicara como la mierda!¡Bigotudo!—supongo que no había escogido muy bien mis palabras, porque Cruel golpeó su escritorio para que callara. Caminó rápidamente hacia mi pupitre y luego de quitarme mi examen, lo partió por la mitad.

—Está más que claro que no va a aprobar su examen...—dijo con furia.—Ah y también va a pasar la tarde en detención—finalizó y fue interrumpido por el timbre que indicaba que era tiempo de almorzar.
Todos entregaron sus exámenes y comenzaron a retirarse, así que me dispuse a hacer lo mismo. Bajo la mirada de odio de mi profesor de matemáticas, caminé furiosa a la cafetería. Emma se me había adelantado, así que estaría esperándome allí.

¡Genial! Ahora iba a tener que pasar la tarde en detención, iba a ser una tarde maravillosa.

A lo lejos, visualicé a Emma haciéndome señas para que fuera con ella y así lo hice.

—Lamento que te hayan quitado tu examen, Jude. De verdad intenté ayudarte; aunque hubiera sido más fácil si en vez de quejarte, solo me hubieses pedido las respuestas.—dijo algo frustrada Emma.

Emma y yo éramos muy buenas amigas desde niñas. Nos habíamos conocido hace unos años y recuerdo que ese fue el día en el que me quebré un brazo. Iba caminando tan emocionada con mi nueva amiga, que sin darme cuenta tropecé con una piedra. A partir de ese día, Emma y yo, fuimos mejores amigas.

—No te preocupes Emm, de todas formas no iba a aprobar—dije restándole importancia. Emma me miró dudosa, pero finalmente asintió sonriendo.

Ella era muy amable, siempre estaba dispuesta a ayudarme. Además era hermosa; tenía una cálida mirada color café que combinaba perfectamente con su ondulado pelo. Este caía sobre sus hombros con delicadeza. Emma solía usar gafas, y siempre tenía su cabello suelto.

—¡Judeeee! ¿Me estás escuchando?—preguntó mientras chasqueaba sus dedos frente a mi, sacándome de mis pensamientos.—¿Estás bien?

—Si, perdón. Me distraje un momento y...—hice una pausa para mirar la hora.—¡Mierdaaaaa! Perdón Emm, la detención está por empezar, me tengo que ir.—Emma me miró con confusión mientras yo llevaba lo que quedaba de mi sándwich a mi boca y me despedía rápidamente de ella.

Me dispuse a correr para llegar a detención a tiempo. No es que quisiera ser puntual, simplemente no quería meterme en más problemas por llegar tarde. Así que apresuré mi paso, entré al salón de detención bajo la atenta mirada del director, y me senté en un asiento.

No iba a dejar que esa estúpida detención me afectara. Así que concentrada en no aburrirme, comencé a leer un libro.
Miré la hora y para mi sorpresa solo había pasado media hora, ¡Media hora!

Frustrada intenté concentrarme en mi lectura, pero no pude porque la puerta se abrió de golpe.

—Señor Douglas, veo que por fin decide aparecer ¡Lástima que media hora tarde!—dijo el director mirándolo con molestia.

Ahí estaba, Laurent Douglas. Era alto y tenía una buena figura que se podía notar perfectamente con la ajustada remera  negra que usaba; iba vestido completamente de negro y le sentaba excelente.
Su pelo negro como el carbón estaba revuelto y en su fría mirada color gris se notaba la molestia que le había causado el comentario del director.
No parecía muy amigable y no cabía duda de que cualquiera que estuviera cerca suyo, se metería en problemas.

Laurent gruñó y se sentó de mala gana en un pupitre que estaba al lado del mío, ¡Maldito idiota! Tantos pupitres y decidía sentarse al lado mío. Miré de reojo en su dirección y noté que su mirada estaba fija en mi, eso me incomodaba. Definitivamente el tiempo que quedaba de esta tonta detención, iba a ser eterno.

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¡Gracias por leer!
•Luchi•

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