Capítulo 11

26 2 1
                                    

Ya había perdido la cuenta de cuánto alcohol había tomado, pero no me importaba. Porque era la primera vez en días, que me sentía extremadamente feliz.
Emma y yo habíamos estado saltando, bailando y gritando alegremente. Matt en cambio, nos había estado persiguiendo por todos lados para asegurarse de que nada nos sucediera.

—¡Fiesttttt....aaaaaaa!—gritó Emma a mi lado mientras tomaba a Matt entre sus brazos.

—Emma, no hay más alcohol por hoy.—dijo Matt irritado por la situación, y ¿Cómo culparlo? Había estado cuidándonos como todo un caballero.

—No te enojes conmigo señor gruñón—Emma puso cara de perrito mojado y comenzó a besarlo apasionadamente.

—¿Cómo podría?—respondió Matt jadeando levemente para después volver a besarla.

¡Idiotas! Ahora iba a tener que socializar porque ellos no podían soportar una noche sin besarse.

Miré a mi al rededor y visualicé al menor de los Douglas besándose con la rubia con la que había estado bailando y divirtiéndose todo este tiempo. Una punzada hizo que me estremeciera ¿Por qué estaba celosa? Laurent Douglas era libre de besarse con quien él quisiera. Aunque a decir verdad, me molestaba ver aquella escena.
Lo peor de todo es que Laurent ni siquiera se había percatado de mi presencia.

—¿Tan linda y tan sola?—preguntó seductoramente Devon detrás mío mientras posaba suavemente sus manos en mi cintura.

—¿Tan lindo y tan idiota?—pregunté haciéndolo reír sonoramente cerca de mi cuello. Su aliento denotaba que había bebido alcohol al igual que yo; así que suponía que ambos estábamos algo ebrios.

—¿Bailas conmigo Jude?—habló dulcemente mientras comenzaba mover sus caderas al compás de las mías. La música no era lenta, pero estando entre sus brazos, no me importaba. Era como si estuviéramos en nuestra propia fiesta con música lenta.

—Tu perfume es delicioso—solté idiotamente mientras me daba vuelta para verlo a los ojos.
Él solo me lanzó una sonrisa, aunque no era una de sus típicas sonrisas seductoras. Era una que nunca había visto en su rostro antes.
Devon me pegó más a su cuerpo mientras nos movíamos lentamente. Esa pequeña acción por su parte, hizo hervir todo mi cuerpo y no sabía si era por el alcohol, pero podía sentir el calor que emanaba su cuerpo.

—Estás volviéndome loco Jude—susurró contra mi mejilla.—Y este vestido, no hace más que provocarme.—espetó besando mi cuello. Supe que decía la verdad porque pese a nuestra cercanía podía sentir lo excitado que estaba a través de sus pantalones.

—Devon, esto no...—intenté hablar mirándolo a los ojos y desviando luego mi mirada a sus labios. Esto no podía seguir y para colmo, me costaba pensar debido al alcohol y las sensaciones que me provocaba Devon.

—Jude, no me mires así. Tus dulces ojos color miel me encantan y si vuelves a mirarme de esa manera, voy a tener que besarte.—dijo jadeando mientras volvía a besar mi cuello.

—Devon n...—me interrumpió con un dulce beso que se fue tornando salvaje y apasionado. Hasta ahora habíamos estado bailando pegados en el medio de la pista; pero en cuanto Devon comenzó a besarme, me arrastró hasta una pared para seguir con lo que habíamos empezado.

¡Mierda, había tirado por la borda mis creencias respecto al amor! Y ahí estaba, con mi espalda apoyada contra la pared y Devon abrazándome mientras me besaba con lujuria.
Cuanto más se apretaba a mi, más podía sentir su excitación y lo único que provocaba en mi, era que quisiera estar en un lugar más privado.
¡Mierda! Devon jadeando en mi oído era todo lo que estaba bien ahora.

Después de algunos minutos me di cuenta de que me había equivocado, porque separaron a Devon de mi y le dieron un puñetazo. Grande fue mi sorpresa cuando vi a un molesto Laurent Douglas frente a nosotros. Estaba tenso y tenía el ceño fruncido mientras miraba a su hermano con enojo para después mirarme a mi.

—¿Laurent qué carajos?—le grité furiosa llamando su atención. Éste me miró pero no por mucho tiempo, porque Devon se levantó apretó los puños mientras se levantaba del suelo. Y entonces pasó, le devolvió el golpe.

—¡No vuelvas a golpearme Laurent!—gritó furioso Devon mientras miraba a su hermano menor.

—¡Vete a la mierda Devon!—espetó con odio mientras se limpiaba algo de sangre de sus labios.

Entonces se giró en mi dirección, me tomó de la mano y me arrastró a su auto. Quería oponerme, quería decirle que había actuado como una niño pequeño, quería quedarme con Devon; pero por sobre todo eso, quería preguntarle por qué se había enojado así. No hice nada de lo que me hubiese gustado, porque estaba tan ebria y cansada, que simplemente no pude abrir la boca. Así que dejé me arrastrara con él, mientras esperaba que Devon estuviese bien.

—¿A dónde estás llevándome Laurent?—hablé intentando sonar enojada, aunque solo logré sonar cansada.

—Voy a llevarte a casa, bebiste mucho.—respondió fríamente mientras me subía en el asiento del copiloto para finalmente subirse a su auto y traerme a casa.

Quise hablar con él, preguntarle en qué demonios pensaba pero preferí no hacerlo. No tenía la energía suficiente como para discutir.

Cuando hubo estacionado su auto en mi casa, me ayudó a bajarme y le di las llaves para que abriera la puerta.
Me acompañó a mi habitación sin decir nada.

—¿Laurent?—pregunté hablando bajo por el cansancio.

—¿Si?—respondió algo más relajado mientras me miraba.

—¿Por qué hiciste eso?—lo miré expectante mientras él suspiraba.

—No te incumbe Jude. Que descanses—dijo mientras se dirigía a la puerta para salir de mi habitación.

¿Era idiota? ¿Iba a dejarme sola a pesar de saber que estaban a amenazándome?

—Laurent.—le llamé haciendo que se parara en seco y me mirara desde la puerta de mi habitación.—¿Podrías no dejarme sola? Tengo mucho miedo últimamente.

Laurent me miró con sorpresa ante mi petición, pero al final asintió y se sentó en una silla que había al costado de mi cama.

—Descansa zanahoria, nada va a pasarte mientras esté a tu lado.—dijo suavemente en un susurro. Comencé a quedarme dormida. No sé si fue un sueño, pero juro que escuché a Laurent decir que había sido un imbécil y se disculpaba por ello.

Y así, mientras me quedaba profundamente dormida, supe que mis acciones en la fiesta no tenían retorno e iban a traer consecuencias.

°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

¡Hola! ¡Espero que estés disfrutando la lectura! ¡Muchas gracias por leer!
—Luchi💫

Dime que me quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora