Capítulo 4

18 4 0
                                    

Conforme pasaban los días, más seguido estaba junto al lago, más horas pasaba leyendo las páginas del diario, y más preguntas se formulaban en mi cabeza.

¿Quién era Phillip? ¿Por qué deseaba fervientemente contar su historia? ¿Por qué siempre mencionaba a una chica misteriosa, cuyo nombre le era completamente ajeno?

La tarde de la víspera de navidad me escapé al lago antes de que comenzara a ponerse el sol. Me llevé una manta y un termo con chocolate caliente dentro, estuve junto a un árbol y con el diario en mis manos, el tiempo comenzó a correr sin detenerse.

— ¿¡Astrid!?

Escuchar mi nombre hizo que diera un pequeño salto del susto. Dejé el diario a un lado y me levanté solo para observar por sobre las rocas, encontrándome con Jonah, quien batallaba sobre la superficie resbaladiza del lago.

— ¡Jonah! —grité para que supiese donde me encontraba, pero la altura de las rocas me camuflaba a la perfección haciendo que él me buscara mirando por todas partes.

—Astrid, ¿dónde estás? —volvió a decir caminando hasta la orilla del lago.

— ¡Aquí! —me levanté sobre la punta de mis pies y alcé mi mano permitiéndole localizarme.

Él avanzó hasta mi lugar con algo de dificultad por la cantidad de nieve que hacía hundir sus zapatos.

— ¿Qué estás haciendo? Pensé que habías encontrado un club escondido aquí atrás...

—Bueno... —tomé asiento de nuevo sobre la manta y puse la mano sobre la tapa de la caja de madera.

— ¿Acaso escondes algo? —preguntó acercándose a mí, tomando asiento sobre la manta a mi lado.

Aún no estaba completamente segura sobre si decirle del diario fuese lo correcto o no, y, además, tampoco sabía si lo tomaría como una tontería; pero ya era tarde para pensar en suposiciones cuando él estaba a punto de quitar mi mano para ver lo que había dentro de la caja.

Su mano levantó la tapa, y no mencionó nada cuando solo observó el diario dentro.

—Hace unos días —comencé —, la mañana después de que llegamos aquí, salí con Alaska a dar un paseo, y encontré esta caja —Jonah solo me observó atento sin interrumpir mi relato —. En realidad fue Alaska quien la encontró, una de sus patitas quedó atrapada en uno de los agujeros de una cadena, y cuando la ayudé a soltarse, descubrí que la cadena conducía a la caja de madera. En el momento en que la vi, me dio mucha curiosidad ver qué había dentro. Esto es lo que me ha mantenido aquí...

— ¿El libro? ¿Lo estás leyendo?

—Sí, aunque es un diario de 1947. Está escrito a mano por alguien llamado Phillip.

— ¿Puedo verlo?

Asentí sacando el diario de su escondite y se lo di a Jonah con máximo cuidado.

— ¿Está encadenado también el libro? —preguntó mirando la pequeña cadena que unía el diario con la caja —Se ve bastante cuidado para tener unos setenta años... ¿Ya lo leíste todo?

—No, aún no llego ni a la mitad. No he podido venir tan seguido, pero lo que he leído me ha dejado completamente fascinada y con esta extraña necesidad de saber más sobre él.

—Este diario pertenece a Phillip Anthony S. —leyó Jonah la frase de la primera página mirándome confundido — ¿Qué quiere decir la S?

—Aún no tengo idea, hasta ahora solo se que era un joven muy enérgico y apasionado. Estaba muy enamorado de una chica, pero aún no conozco su nombre. En realidad, ni siquiera él lo sabe aún.

El Corazón de PhillipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora