CAPITULO 6 🏈

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Verónica.

Desperté sobresaltada a las cinco de la mañana, el sudor goteando por mi frente y mi respiración demasiado agitada; hace mucho no me despertaba de esta manera.

Las pesadillas habían desaparecido dos años después del nacimiento de Jake, pero ahora, los recuerdos habían hecho lo posible por colarse en mis sueños impidiéndome incluso poder dormir. Había pasado de la cama de Jake a la mía, luego de quince minutos de removerme incomoda junto a mi pequeño. Si lo despertaba, no solo sería yo sin poder dormir, sino que él, ya no cerraría los ojos de nuevo y sería un problema hacer que fuese a la escuela.

Caminé lentamente hacia el baño esperando que el agua fría me despertara por completo, lo menos que quería en estos momentos era recostarme de nuevo, no si esos pensamientos vendrían de nuevo a mi mente golpeándome como una bola de cañón justo en la parte más sensible de todo mi ser.

Quité el pijama de mi cuerpo metiéndome de inmediato bajo la regadera, el agua mojando cada parte de mi cuerpo haciéndome desear poder mojar más adentro, justo donde las heridas aún no habían sanado y donde las cicatrices no querían mejorar.

Durante años tuve la idea de que mi vida con Jake no podría derrumbarse, éramos los dos contra el mundo, pero tras ver a Erick, había caído en la realidad, no podía huir de mi pasado por mucho que quisiese, no cuando era inevitable que se cruzara de nuevo en el camino.

Antes de enterarme de mi embarazo pensé que cada parte de mi ser se había ido tras el recuerdo de mi primer amor. Pensé que pasaría y me sentí tonta por aferrarme al hombre que se había ido. Luego, cuando sentí patear a mi bebé dentro de mí, mi corazón volvió a latir junto con el suyo y supe de inmediato que jamás podría olvidarme de Erick, porque nuestro amor me había dado el regalo más hermoso que pude haber llegado a recibir.

Jake había sido una bendición para mí, había sido mi luz cuando pensé que la oscuridad iba a devorarme, había sido la razón por la cual me di cuenta que la vida obraba de formas misteriosas y fue la manera más hermosa que tuvo la vida de decirme que por muy cerca que estemos del abismo, siempre hay una razón para no caer y que está en nosotros decidir si queremos saltar al fondo o retroceder, tomar impulso y saltar al otro lado, donde la luz es más fuerte que la oscuridad, y en donde si hay posibilidades de ver la felicidad parpadeando en cada rincón.

Él me había salvado.

Mi pequeño era la razón por la cual no me derrumbé por completo hace seis años, y cuando lo sostuve junto a mi pecho por primera vez, las lágrimas de tristeza desaparecieron dejando solo ojos envueltos por pura alegría.

Por eso es que no podía desmoronarme justo ahora, tenía que ser más fuerte que nunca, no solo por mí, sino principalmente por mi él, porque, aunque estaba ignorante de todo lo que había sido la vida de su padre y la mía en un pasado, debía protegerlo de todo lo que explotaría una vez se supiese la verdad. Porque sabía que ese día llegaría, Erick pronto sabría la verdad y de una manera u otra, el más afectado por todo esto sería Jake, y cuando llegara ese momento, sería yo quien debería salvarlo, al igual que él lo hizo conmigo hace seis años.

♣ ♣ ♣

—Mami ¿puedo ir al parque de nuevo con mi Abu? 

Miré al niño a mi lado con el cereal a medio comer. Jake aún no lograba comprender que hablar con la boca llena no era de buena educación, el cereal se veía mientras una sonrisa llenaba su precioso rostro. Sonreí y tomando la servilleta junto a mí, limpié su boca instándolo a cerrarla.

— Luego de que hagas las tareas claro, y además debes prometerme que no hablarás con la boca llena en la mesa, cariño. —dije dejando la servilleta de lado —Además, si lo haces te prometo que el sábado seré yo quien te lleve al parque. —su carita se iluminó y la sonrisa que estaba plasmada en su rostro se hizo aún más grande haciéndome sonreír con mayor vigor.

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