CAPITULO 13🏈

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Verónica.

Sonreí devolviéndole el gesto a Christopher. De nuevo al igual que anoche llegamos a su casa. Había insistido en que lo mejor era ver una película y descansar. Quería pasar tiempo conmigo. Y yo con él. Conocernos en verdad sin toda la mierda de por medio.

Pero como amigos. 

No iba a jugar con él, no con todo lo que tenía encima con lo de Erick. Primero tenía que arreglar mi situación con el padre de mi hijo. Christopher estuvo de acuerdo cuando se lo dije en el auto, pensé que sería incomodo, pero no fue así. Él solo me sonrió, me dijo que quería ser mi amigo y que no pensara mucho las cosas. 

—¿Quieres algo, Verónica? —Su voz me atrajo cuando llegamos a la cocina a medida que entrabamos al lugar—. Tengo vino y whisky, aunque no sé si es tu tipo de bebida —soltó con gracia mientras se dirigía a un estante en la esquina.

—Vino estará bien —atiné a decir, mis pies siguiéndolo a través del lugar.

Anoche habíamos ido directo a las habitaciones y no había podido ver esta parte de la casa, pero ahora que tomaba mi tiempo de apreciarla, era ciertamente impresionante. Mi madre se moriría de alegría con una cocina como está.

— ¿Alguna preferencia en lo que veremos hoy? —puso una copa frente a mí mientras llevaba la suya a sus labios.

—¿Una comedia? —sugerí.

— Claro, estoy abierto a cualquier cosa —mencionó, colocando la copa sobre la encimera.

Mis ojos viajaron a la parte tras de él, donde la tenue luz iluminaba el jardín.

—¿Está lleno de flores? —Apunté con el vino en mi mano en esa dirección, sin mirarlo. Mis ojos solo puestos en la cantidad de colores que lo adornaban.

Su sonrisa se ensanchó y asintió mientras me hacia un pequeño gesto con la cabeza invitándome a seguirlo. —Ven conmigo. —su mano tomó la mía guiándome a través de la habitación hasta una puerta al otro lado, apenas si tuve tiempo de poner la copa junto a la suya.

Un gran jardín nos dio la bienvenida haciéndome dar un paso atrás. Cualquier cosa que me hubiese imaginado viendo a través de la ventana, no se comparaba en lo absoluto con esto.

Era hermoso.

No había gran variedad, solo las suficientes para que los colores se hicieran ver y eso lo hacía impresionante, sobre todo, porque las luces alrededor estaban puestas en la posición correcta para hacerlas resaltar todas en la misma magnitud.

— Es hermoso. —mis pies caminaron directo a los tulipanes que tanto amaba mi madre que papá le regalara, recordando a mi hermoso policía y poniendo una sonrisa en mi rostro. Lo extrañaba demasiado. —No te imaginé del tipo emocionado por la jardinería.

—No lo soy realmente. —Sus manos se posaron sobre mis hombros por la parte de atrás. —Las sembró alguien especial para mí y yo solo las mantengo vivas hasta que regrese y no así no me odie —se burló un poco. 

—Pues las has conservado de maravilla. 

—Ya que somos amigos —inició—. ¿Puedo preguntar por qué él lucía tan destrozado hoy antes del almuerzo? 

No tenía que especificarme de quien hablaba, lo sabía. 

—¿Ustedes eran amigos? —pregunté, cambiando el tema. Eso lo hizo sonreír. 

—Lo éramos, y aunque lo detesto, eso no evita que me preocupe por él. 

—Es complicado todo lo que nos rodea —confesé—. Por eso no puedo añadir esa complicación a tu vida —le aclaré—. No es justo para ti. 

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