Las personas entran y salen de nuestras vidas. Algunas pasan sin dejar marca alguna, como una simple gota de lluvia que al caer dejó mojada una superficie que al rato ya se secó.
Otras, en cambio, entran y dejan una marca que jamás seremos capac...
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EL PRIMER DÍA, LA FAMILIA BAXTER COMENZÓ a preguntar por los alrededores si alguien había visto a su hija. Nadie podía darles una respuesta exacta y que ayudara.
Su amiga, que era la última en haberla visto, tenía la sensación de culpa en su pecho. Se decía a sí misma que tendría que haber insistido, haberla obligado a quedarse con ella esa noche. Nada podría sacarle aquel pensamiento de la cabeza.
Al segundo día los diarios ya se encontraban hablando de su desaparición. Sacando sus propias conclusiones. Que si había escapado con un hombre, que había sido secuestrada. Pero, la peor de todas y la que tenía más desesperados a sus padres, era que hubiera sido una de las víctimas que habían sido encontradas en los últimos días. Ellos se negaban a creer que aquello le había sucedido a su dulce hija. Pero el pensamiento, la idea de que aquel hubiera sido el horrible destino de su amada hija, rondaba en sus mentes constantemente.
Al tercer día, la policía ya se encontraba organizando partidas de búsqueda. Nadie dejaría de buscar hasta encontrar a la joven rusa. La noticia ya se encontraba en boca de todos los habitantes de la ciudad. Era la primera vez que el cuerpo de una de las jóvenes no era encontrado.
La buena noticia, dentro de toda aquella terrible situación, era que habían logrado encontrar a los culpables de aquellos terroríficos actos. Al interrogarlos por la joven desaparecida, lo único que atinaron a decir era que habían dejado su cuerpo en uno de los callejones cercanos a su casa.
Los padres de la joven ya se encontraban perdiendo las esperanzas de poder volver a ver a su dulce niña. El funeral sería unos días después al juicio de los tres bastardos que habían arruinado la vida de la pelirroja. Robert Baxter, padre de la chica, se aseguraría de que esos tres hombres pasarán el resto de su vida pudriéndose en una celda. Ver a su esposa devastada le rompía el corazón, lo menos que podía lograr era que los culpables de todo, recibieran su merecido.