𝟐𝟓.

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E P Í L O G O
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—Con que fue eso... —murmuró Subaru.

—No tienes la culpa de nada Harper. Hiciste lo que hiciste por nuestro bien. No tienes que disculparte. —dijo Adé

—Pero aún así no está bien... yo...

—Cállate ya. Te perdonamos todos, ¿verdad chicos? —todos asintieron a compás.

Cuando todos se fueron alejando de aquella zona de la sala, Riccardo y Harper se pudieron quedar a solas.

—Cuando me den el alta y pueda salir del hospital, me voy a ir a pasar el verano con mi tío. Axel ya lo sabe y se ha ofrecido a llevarme. Está de acuerdo en que es lo mejor. -/comentó ella— Necesito que me explique más cosas sobre mí, sobre mi madre... A mí padre —aquella palabra se le hacía rara, pero al fin y al cabo eso era lo que era Axel, ¿no? Su padre— parece que le duele demasiado hablar sobre ella y yo... necesito saber quien soy. Necesito descubrirlo.

—No hace falta que me des ninguna explicación. Lo entiendo perfectamente y te estaré esperando. Estaré aquí cuando vuelvas para comenzar el nuevo curso.

—Te quiero, Riccardo. Gracias por haberme abierto los ojos y recordarme lo que era vivir de verdad. —por primera vez en mucho tiempo, Harper se sentía bien tras pronunciar aquellas dos palabras. Y era la primera vez que lo decía sin sentirse obligada. Lo decía de corazón y ya no tenía miedo.

—Te quiero, Harper. —murmuró el chico de vuelta, para luego juntar ambos labios en un beso.

—Volveré al acabar el verano, te lo prometo. —dijo la chica una vez se separaron.

[...]

El aeropuerto estaba lleno de gente. Los aviones iban y venían sin censar.

Aquella isla era famosa por su turismo. ¿Quién no conocía aquella isla por sus hermosas playas?

Harper avanzó por aquel enorme edificio con cuatro maletas y una mochila —iba cargada para todo el verano—. Al salir al exterior, un hombre la estaba esperando en la puerta del aeropuerto.

Era un hombre grande, moreno de piel y con un flequillo llamativo por su color naranja. Era robusto y parecía fuerte. ¿Aquel señor era familia suya? No se parecían en nada.

—Hola... —murmuró Harper al llegar al lado del señor. Este se levantó de donde estaba apoyado y la abrazó.

—Tanto tiempo, pequeña... Déjame verte bien. —dijo cogiéndola de la cara. La escaneó con los ojos, de arriba a abajo— Eres igual que tu padre, no cabe duda. Aunque la nariz es como la de tu madre... y tus ojos... —el señor sonrió nostálgico durante unos segundos hasta que cayó de vuelta en la realidad. Se sacudió la cabeza levemente, apartando de su cabeza todos aquellos recuerdos y colocó las maletas en el maletero— Sube, vamos a casa. Voy a hacer que este sea el verano de tu vida.

—Eso espero. —dijo una emocionada Harper. Esperaba que de verdad fuese así. Quería descubrir quién era de verdad, quería saber más sobre su antigua vida y su familia. Esperaba que allí se encontrase a sí misma.

Y ya no temía nada, pues Cinquedea estaba entre rejas —ya no era una amenaza para ella ni para sus seres queridos— y, además, ahora sabía que fuera donde fuese habría personas esperándola.

Axel... Julia... Riccardo...

Ahora se sentía querida.

Imperial (Inazuma Eleven Go - Riccardo Di Rigo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora