𝟎𝟗.

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C A P Í T U L O    N U E V E:
La decisión.
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El sonido del timbre llamó la atención del joven que se encontraba tocando el piano, deteniendo su música. Se levantó sin prisa y se dirigió hacia la puerta.

—Que rápido has llegado, ¿tu casa está cerca? —preguntó el joven, tratando de romper el hielo.

—A seis calles, más o menos. —respondió Harper— Gracias por dejar que me quede, Riccardo.

—No es nada —dijo él con una sonrisa— ¿Te has peleado con tu padre? —inquirió Riccardo. Harper asintió con la cabeza e hizo una mueca.

—Mi tía no ha podido hacer que entre en razón, así que me he largado. No sabía dónde ir, por eso te he llamado.

—No pasa nada, te puedes quedar aquí todo lo que quieras. —Riccardo cogió la maleta y la acompañó hasta el cuarto de invitados. Dejó las cosas de la chica a un lado de la cama, la dejó pasar al cuarto y él se apoyó en el marco de la puerta— Estás en tu casa.

—Muchas gracias, de verdad. —dijo sonriéndole lo más sincera que podía. Fue una sonrisa falsa, pues la alegría no estaba en ella en aquel momento.

—Ya te he dicho que no es nada, Harper, de verdad. Tengo espacio de sobra. —bromeó el que era su capitán— La cena será en un rato, bájate cuando estés lista.

La chica asintió y vio como Riccardo se iba del cuarto, cerrando la puerta tras él. Harper empezó a observar la habitación. No era muy grande, pero tenía una decoración preciosa, muy minimalista. Se notaba que tenían buen gusto.

Miró las fotos que había en la mesilla de noche y cogió una que era de Riccardo de pequeño. Que mono, pensó la chica. Dejó la foto donde estaba y se cambió la ropa, para bajar limpia y aseada a cenar.

Al salir del cuarto y bajar las escaleras, se encontró con un pasillo muy largo, con varias puertas. ¿Cuál sería el comedor? Fue abriendo una tras otra hasta que dio con él y entró.

—Buenas noches —dijo sonriendo al entrar- Muchas gracias por acogerme, me iré en cuanto pueda.

—No te preocupes mujer, no eres ninguna molestia. —dijo la mujer sonriendo. Harper la observó y mentalmente admitió que se parecía muchísimo a su hijo.

—¿Estudias con nuestro hijo? —cuestionó el padre de Riccardo. Él tenía una expresión más seria, imponía bastante.

—Estudiamos en el mismo centro, pero yo soy un año menor. —respondió Harper lo más cortés que pudo— Nos conocemos por el club de fútbol.

—Oh, comprendo. ¿Eres la gerente? —al oír aquella pregunta, Harper se molestó bastante, pero no lo dejó ver.

—No, soy delantera. Aunque puedo jugar en cualquier posición.

—¿Y tus padres juegan contigo? Nuestro hijo siempre quiere que juguemos juntos, pero no me va mucho lo de correr tras una pelota.

—No, mis padres no juegan conmigo desde hace mucho tiempo. —dijo Harper, haciendo una mueca— Ellos... se fueron cuando yo tenía 10 años. Una larga historia, la verdad. —dijo mirando al plato. Riccardo le mando una mirada furtiva a su padre, indicándole que parara con las preguntas.

—Siento si te he incomodado, no parece un tema agradable del que hablar.

—Tranquilo, no pasa nada. Algún día tendré que superarlo.

Imperial (Inazuma Eleven Go - Riccardo Di Rigo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora