Haru comenzó a preguntarse cómo en una noche pasaron de una etapa de irritación mutua a hacerse amigos y de repente la conversación se tornó tan íntima. Decidió no preguntar más.
-¿Qué hay de ti, Kato?-
-¿De mí?-
-¿Esto es nuevo para ti?-
-Las estupideces que preguntas.- Siguió consumiendo el postre.
-Sabes lo que quiero saber, dejando de lado el lugar. Me refiero a la situación.-
Lo miró con sutil timidez y enojo antes de responder.
-Una vez.-
Jamás un alma sintió con más fuerza el horrible aguijón de los celos. Daisuke esperó una respuesta negativa y se había preparado para una respuesta negativa. Ni su rostro de estatua pudo disimular el disgusto. Ambas cejas se elevaron y se aclaró la garganta.
-¿No que te gustaban las mujeres hasta que me conociste a mí?-
-¡Así es! Pero fue hace poco, relativamente.-
-¿Hace poco?-
El inspector se esforzó por hacer memoria con su nivel de alcohol en sangre y cuando habló lo hizo con humor, como si relatara la anécdota que le contó alguien más.
-Fuimos a un bar con Kamei hace como un mes. Queda cerca del trabajo y es barato, así que sugirió pasar a tomar algo a la noche y decidí aceptar.- Jugó con el cuello de su traje que comenzó a sentir apretado. -Pero una vez allí me abandonó. Empezó a charlar con una chica que se sentó cerca de nosotros y quedé solo, pero no me molestó. Creí que también podría conocer a una linda mujer, pero a mi lado se sentó un tipo con aspecto bastante heterosexual.-
-¿Entonces?- Se mostró interesado por saber más.
-Nada. Le devolví la sonrisa por cortesía pero de inmediato intentó empezar un dialogo. Me compró un par de tragos y era... fue agradable charlar, pero cuando menos me di cuenta puso su mano en mi pierna.- Rió mientras seguía comiendo el postre. -¿Te imaginas? En mi vida habría esperado que intente algo así.-
-¿Lo besaste?-
-Él me besó.- Desvió la mirada. -Pero no pasó mucho más que eso.-
-Me alegra.- Sus ojos azules de mirada soberana atraparon los de Haru como si el sonido de un arma petrificara la atención de un venado.
El mayor se estancó al mirarlo. Sus formas eran tan proporcionadas que parecían ser producto del más hábil escultor. Su rostro ovalado, impecable. Su andar, su hablar, el menor de sus movimientos. Todo era tan perfecto que Haru no pudo contener más su duda existencial.
-¿Qué hago aquí, Kambe?- Dudó con la ondulación de un suspiro.
-¿Podrías ser más específico?-
-¡Deja de hacerte el tonto!- Su mirada rubia reflejó una preciosa ira. -¿Por qué estás tan empecinado conmigo? Lo que sea que estés planeando va a durar una noche, ¿recuerdas?-
-¿Y por qué debe ser así?- Se animó a responder. -Ya dejaste en claro que te gusto.-
-¡No, no me gustas! Y aunque así fuera, no entiendo cuándo empezaste a verme de esa forma. Nos conocemos hace muy poco.-
-Y quiero seguir haciéndolo.- Argumentó con seguridad. -Quiero seguir conociéndote. Es algo... frustrante contemplar lo poco que te valoras a ti mismo. Eres valiente, decidido, terco. Arriesgas tu vida para salvar extraños, los salvas aun sin saber si se lo merecen. Eres valioso, inspector Kato, y para mí ahora mismo vales más que cualquiera.-
Con una oración Daisuke logró estampar el corazón de Haru en lo más alto de su garganta, obstruyendo el paso del aire y de las palabras. Sin embargo, no pudo despegar sus ojos de los ajenos. Una cosa era segura: de su viva mirada pudo extraer un intenso y verdadero interés.
-Kambe.-
-¿Me estoy volviendo muy sentimental para tu gusto?- Intentó restar importancia a su planteo.
-Yo sí me valoro, pero es difícil cuidar de mí antes que de los demás. Con todo lo que ocurrió.-
Daisuke había oído de la gravedad del disparo que lo excluyó de la Primera División y a los dos días de trabajar juntos le hizo saber que conocía la razón por la que no fue capaz de disparar un arma desde entonces, pero que lo diga él mismo removió compasión en su pecho.
-Creo que después de todo, está en tu naturaleza ser así. Tu preocupación por las personas es parte de tu encanto, y la parte que menos comprendo de ti.-
La sobra del postre helado se derretía en el fondo del recipiente y Haru relamió sus labios viendo hacia el paisaje, fingiendo pensar en otra cosa. Su pareja lo imitó para apreciar el majestuoso y oscuro exterior. El aire fresco invitaba a refugiarse pero las nubes, cada vez más negras y lejanas, parecían haber decidido no llorar más por esa noche.
-¿Qué tal, caballeros?- Reapareció la misma dama de antes. -¿Puedo retirar esto?-
-Sí y trae la cuenta.- Pidió Daisuke sin verla directamente, metiendo la mano en su chaqueta negra, donde parecía que almacenaba su vida entera.
Ella asintió, levantó la compotera y la botella vacía y fue a buscar lo que se le ordenó. Haru, por su parte, no supo qué hacer. Si la cena había terminado, significaba que debía decidir si seguir adelante con el juego de Daisuke o continuar otro día. O nunca hacerlo. Sabía que, si de verdad se lo pedía, su colega desistiría. Por alguna razón estaba seguro de los sentimientos de Daisuke y de que así sería, pero le confundió no estar seguro de sus propios sentimientos.
-*Debería estar contento de que esto acabe. ¿Por qué no puedo dejar de pensar en besarlo?*-
-¿Inspector Kato, nos vamos?- Se incorporó.
La intervención de su compañero hizo que se diera cuenta de que estuvo ensimismado hasta que la mujer se fue y volvió. Daisuke había pagado también. Pensó en que tuvo razón al decirle que había bebido mucho apenas intentó mantener la estabilidad cuando se puso de pie.
-Sostente de mi brazo.- Ofreció Daisuke y Haru no pudo despreciar la ayuda.
Recibieron saludos amables de parte de los mozos al salir del lugar y pronto el inspector averiguó la razón: Daisuke les había dado una exagerada cantidad de dinero como propina.
Esto a Haru ni le sorprendió ni le molestó. Después de todo, esas personas estaban trabajando dignamente y sus pensamientos rondaban más en sus manos sobre el brazo de Kambe. Era un brazo tan fuerte como un tubo de hierro. Se reflejaba sensualmente su gusto por el boxeo en aquellos músculos y se mordió el labio inferior al darse cuenta de lo que estaba pensando.
El peso del cuerpo de Haru era llamativamente ligero para Daisuke. Creyó que pesaría más, aunque sea por sus huesos, pero era fácil de manejar. Las veces que se imaginó a sí mismo cargándolo y llevándolo a su cama lo recreó mucho menos ligero. Anotó ese detalle en su mente para fantasías futuras, porque no se cumplirían esa noche.
Una vez alcanzaron el auto el millonario quiso abrirle la puerta, y lo habría hecho de no ser por la intervención de la mirada fastidiada de su compañero.
-Yo sé abrirla por mí mismo.- Lo demostró haciéndolo y metiéndose dentro.
Kambe se contuvo de sonreír. Le costaba caminar, pero claro que podía abrir una puerta.
-*Es natural que no haya rosa sin espina.*- Se decía a sí mismo cada vez que Haru sacaba a relucir su mal carácter. El carácter que su dinero no logró domar. El mal carácter que amaba.
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Solo por una noche - Daiharu
FanfictionNovela corta inspirada en una escena de "Las Mil y Una Noches" con ambos detectives como personajes principales. Me pareció interesante la idea de crear una historia donde se revela la verdadera naturaleza de la relación entre ambos pero retomando u...